Beso
Meses hablando, meses sintiéndonos uno sin tenernos frente a frente. Nuestras decisiones, no unían nuestras vidas hasta ahora.Nunca me latio el corazón tan fuerte, creo que se me va a parar en cualquier momento, está espera está siendo demasiado para mí. Te busco entre la gente con ansia, inquieta.
Noto de repente tu cuerpo detrás de mí, y el mundo se para. Ya no escucho nada, ya no veo nada. Todos mis sentidos se centran en nuestros cuerpos, en la energía que recorre el espacio que falta por recorrer para que nos fusionemos. Muy despacio me giro y quedamos el uno frente al otro, la gente nos rodea ajenos a la explosión de energía que en ese momento invade nuestro espacio. Levanto la cara para mirarte y tus ojos me penetran, estás dentro de mí, me conoces, te conozco. Depredador y presa, ambos en cada uno de nosotros. Aquí no hay más poder en uno, ambos sentimos lo mismo, somos lo mismo.
No es que tenga ganas de ti, es que no tengo ganas de nada más.
No necesito comer, si no es a ti.
No necesito beber, si no es tu saliva.
Respiro con tus pulmones.
Tu corazón bombea mi sangre.
Muy despacio tu mano sube mi barbilla y tu boca se acerca a mí, sonríes. Te tomas tu tiempo, es el momento más intenso de mi vida. De la de los dos.
Tu aliento entra en mi boca y eriza toda mi piel en el mismo instante que lo noto, es electricidad pura.
Mi lengua recorre mis labios un segundo antes de que seamos uno. Solo siento tu piel, no existe nada más.
Es un beso eléctrico, lento. Un beso que explora. Mis manos en tu cara, en tu nuca, acariciándote mientras te saboreo.
No cogemos aire, nos retroalimentamos el uno al otro, nuestras bocas se acoplan perfectamente y poco a poco mi sangre empieza a arder y no puedo evitar que el beso sea más intenso, me lees y me correspondes, como no podía ser de otra manera.
Nuestras bocas lo dicen todo, es hambre, hambre de devorarnos, hambre de sentirnos. No quiero dejar de besarte nunca más, quiero besarte para demostrarte lo que me haces sentir, no quiero que sean las palabras, quiero que mi boca te lo diga, quiero que en nuestro camino nuestras bocas sean las cómplices de todo lo que vivimos, que sean las que hagan la lectura de nuestra fusión, aunque en ese momento sean otros los que disfruten de nuestros cuerpos. Con la boca te diré que mi sangre está unida a la tuya.
Conscientes de que llevamos minutos en la calle parados devorándonos paramos, paramos poco a poco, refunfuñando.
Nuestros ojos se clavan el uno al otro, sonreímos y un “hola” sale al mismo tiempo de nuestras bocas, sonreímos.
Nos cogemos de la mano y empezamos nuestro camino