Sueño
Siento, a veces, la necesidad de un amor lento, de esos que dejan las huellas dactilares grabadas para siempre en la piel. Un amor que recompone las partes rotas con caricias, con atención, con mimo. Sentir unas manos uniendo mis lunares, unos dedos recorriendo mis labios, haciendo que se separen, antecediendo la llegada de esos labios dispuestos a adorarme.
Le sueño sin cara, algunas noches.
Noto la sensación cálida que despierta entre mis piernas, la electricidad recorriendo mis células, mandando las señales a todos los rincones. Sus manos apartando mi pelo para dejar al descubierto mi nuca, yo de espaldas a él, caliente y tranquila, sintiéndole detrás de mí, su presencia llenándolo todo.
Sus dedos sintiendo como mi piel se va erizando a su paso, marcando un lento recorrido, despertando mis sentidos, acelerando mi respiración. Inmóvil, me dejo, quiero que me crea dormida para que sea libre de dejarse llevar.
El calor debajo de edredón se empieza a acumular.
Sus dedos, recorriéndome, dibujando de nuevo mi tatuaje, cada pétalo, cada letra, mientras sigue su incursión hacia mi hombro, momento en el que mi piel siente un escalofrío que me recorre como una descarga.
Su boca en ese momento se acerca a la curva de mi cuello, noto primero su aliento, y después sus labios despacio, sin querer romper el hechizo, absorbe mi olor, el calor de mi piel, mi cuerpo reacciona y se mueve ligeramente, lo nota y se quedas quieto…me quedo quieta.
Su mano sigue su avance, hasta que encuentra mis pezones por encima de la camiseta, me muerdo el labio. Sus dedos se entretienen, hasta que el roce los deja duros, le encanta sentir su poder incluso creyéndome dormida.
Mi cuerpo se mueve incitándolo, apenas un movimiento de cadera que dice, acércate a mi…sigue.
Noto su mano en mi cadera, indiscreta, entrando por debajo… No había acabado con el
pezón y deshace el camino andado, las pieles en contacto me hacen gemir, apenas sale aire de mis pulmones.
Su aliento en mi cuello, sus dedos apenas rozando mi pezón, duro, excitado. Su mano desaparece y reaparece al borde de mi braga, acaricia mi cadera, mi muslo, mi nalga, mi cadera se pega a su mano, su mano grabando su deseo, despacio, sensual, lento.
Un dedo separando la ropa interior y dejando abierta la puerta para que su mano acaricie mi pubis, mi ingle.
Como quién no quiere la cosa muevo mi cuerpo para ponerme boca arriba, no abro los ojos, le dejo hacer. Me resulta tan erótico que no quiero que pare.
Le noto concentrado en esa mano que tiene vía libre y no duda ni un segundo. Con mucha suavidad sus dedos llegan a mi clítoris, despacio uno se desliza dentro de mi y no puedo evitar un gemido que se escapa de mi boca. Lo mueve como queriendo aprenderse mis rincones, como un explorador. Desliza otro y es demasiado para mi. Giro la cabeza y me escondo en su pecho apoyado sobre su hombro izquierdo, su olor me invade.
No quiero que pare, no quiero salir de mi escondite.
Sabiendo que mi sueño está interrumpido, ya no hay miedo.
Se mueve ahora indiscreto, haciendo que mis gemidos aumenten, mi respiración se acelera.
Su pulgar en mi clítoris, sus dedos, índice y corazón, dentro de mí. Siento que estoy al límite, el morbo de sentirle explorándome a escondidas me ha puesto a mil.
Escucho una música a lo lejos, no puedo creerme que este momento también tenga banda sonora.
Sus dedos, su boca en mi hombro, la música me están haciendo perder la cabeza…la música cada vez sube más, no sé si es la señal de que voy a alcanzar el orgasmo, cuando de repente el sonido me arranca del lugar en el que me encuentro.
El despertador no tiene ninguna piedad, a él le da igual qué me tenía atrapada, suena sin parar igual que mi cuerpo queda agitado. Le doy un golpe de mala manera para que se calle y abro la mesilla.
No será él, pero me voy a regalar un orgasmo en condiciones.
Cojo mi vibrador y lo llevo directo a ese punto, la sensación es arrolladora. Apenas en unos segundos acaba el trabajo de mi amante irreal, aunque…mi piel la ha dejado ardiendo. El orgasmo me invade como si llevará horas siendo amada, cuidada, deseada.
Poco a poco recupero el aliento.
Benditos estos sueños que no se diferencian de la realidad hasta que suena el maldito despertador.