Tu también
Cuando conocí a Jesús, mi amor aún no se había ido, pero estaba a punto de dejarme.Su propuesta me entusiasmó. Habíamos chateado y excitado en el rigor de la distancia varios días. La profunda simpleza de las conversaciones me tenia absorbida cuando él no estaba.
Llegué a la puerta de la habitación del hotel sonriendo. "Quien llegue el ultimo, se vendará los ojos", ese era el plan. Me até la bufanda por encima de la nuca. No quería hacer trampa y me aseguré de no ver nada. Un escalofrío tenue y un leve temblor se escaparon. No recuerdo qué llevaba puesto.
Llamé a la puerta, te oí al otro lado acercarte y oí como se abría. Por primera vez oí tu voz: "Hola, Ana", supongo que dijiste. "Hola, Jesus, me gusta tu voz", creo que dije yo.
Sentí tus manos coger mis muñecas de manera torpe. Tu también te habías vendado los ojos.
Ya no había marcha atrás. Nuestras lenguas se unieron y tus manos me espiaban. Si nos hubiésemos visto mas veces, recordaría el momento con mayor emoción, pero la de ahora, me es suficiente, nos es suficiente. Recuerdo que el beso duró más de la cuenta: "Debería hacer algo mas". De pronto, la voz que uno oye y que no puede callar empezó a hablarme. Yo no quería que hablara, quería, ¡joder, como lo quería!, dejarme llevar, vivir este momento que la suerte me acercó sólo para mí... sólo para mí. Pero la voz habla siempre en los momentos mas inoportunos: "ahora deberías coger su polla, tócala, esta dura... desabrocha el pantalón... ¿no esta durando demasiado este beso?.. besa bien, el condenado, espero que no sea muy feo... el pecho esta bien... está duro... ¿tendrá tableta?.. ¡seria mi primera vez con una tableta, jajajaj!... que ocurrencias tienes, Ana... ¡céntrate, por dios!..." y ahora habla el, y nos dirige a la cama. "¿Cuando nos quitamos la venda?", dice. "Cuando quieras". Decide que sea cuando esta sobre mi, sin desnudar, aun besándonos. "una, dos y tres!"... "Hala, eres guapo". Sonríe. "Que raro, el no me dice, tu también"...
Comienza el juego de verdad, me excito ahora, he descubierto el poder de las caras...
Es el tipo de hombre que siempre me ha gustado: barba, pelo algo largo, con ese aire indie y snob que tanto me enciende. Intento dejarme llevar otra vez. No puedo. El lleva la voz cantante y yo solo me dejo hacer. Comienza la perforación... Tiene mucho aguante. "¿Por que se empeñan los hombres en tener aguante?" Me aburre un poco, pero me está gustando.
Disfruto lamiendo su polla durante un buen rato, despacio, como me gusta, como si el no estuviera, como si esa polla fuera mi juguete. De vez en cuando le miro, esta disfrutando.
Paramos. Me dice que es duro para correrse. Ya le había dicho que yo también.
Se coloca a mi lado, de rodillas y me empieza a follar con los dedos. Noto esas ganas de hacer pis que siempre contengo. Me acuerdo de mi primer amo, de sus palabras "no te contengas, déjate llevar, no te vas a hacer pis, y, si lo haces, no importa, hazlo". Me relajo, me dejo... y llega, con este desconocido que no volveré a ver y con sus manos.
"No es para tanto, pienso. Prefiero mis orgasmos de clítoris y flores".
El sonríe. A los hombres les encantan estas cosas, esas ausiones, pienso, mírale que satisfecho está.
Después una cerveza y después el "hablamos".
!Que diferente seria esta historia si hubiéramos hablado! ¡Que lucecita ocuparías tan brillante y tan mía en mis surcos cerebrales!¡Y cuan agradecida te estaría recordando cada detalle!
Ana de Inork ez