Cosas que pasan
Hace unos años perdí mi pene en una orgía. Aún ahora no entiendo cómo pudo pasar. Estábamos en un club de intercambio de parejas y follamos durante toda la noche con diferentes personas, en aquel momento no me di cuenta, pero al llegar a casa e ir a orinar noté que me faltaba algo. Al día siguiente volví al club para preguntar si habían visto algún falo perdido, pero por más que buscamos por las diferentes salas y removimos todos los colchones y butacones no dimos con el aparato. - “Se ha debido de quedar dentro de alguna vagina o de algún ano”, le dije yo desconsolado al dueño del local
- “Lo que suele pasar es que si el pene es de buena calidad no vuelve a aparecer, porque la gente no lo quiere compartir, pero si no está en demasiado buen estado entonces sí lo devuelven”, me respondió, dándome así un poco de esperanza.
Durante unos meses estuve sin pene. “Es una situación absurda”, les confesaba yo a mis amigos, pero ellos, comprensivos y sabios, me tranquilizaban asegurándome que a veces la realidad sólo se puede entender a través del absurdo. Estaba claro, sin embargo, que aquello no podía eternizarse. Decidido a arreglar el asunto, miré en internet a ver si podía adquirir uno nuevo y me hice con uno nuevo que estaba de oferta y que tenía dos años de garantía. Al principio estaba contento con mi nuevo falo, pero enseguida me di cuenta de que llevaba un ritmo excesivo, no descansaba nunca, a veces se descontrolaba y se quería meter en todos los agujeros que veía. Constantemente me hacía practicar sexo con todo tipo de personas diferentes y tenía erecciones constantes, a veces en los lugares más comprometidos. En mi trabajo comenzaron a murmurar, porque mi pene acosaba a todo el mundo en la fotocopiadora o en la máquina de café y en el gimnasio se reían al ver aquella evidente y constante protuberancia debajo de mis mallas. La vida comenzó a hacerse complicada, porque descansaba poco y mal, hasta el punto de que una noche me quedé dormido en mitad de un gangbang en un club de intercambio y la señora de la limpieza me despertó al día siguiente al encender las luces.
Decidí que necesitaba cambiar de utensilio y en una aplicación de estas de segunda mano encontré uno bastante baratito y que tenía buena pinta. Desde entonces voy con éste, está un poco viejito ya, pero funciona bien. Además, lleva un mando a distancia que te permite programar el momento justo de correrte y eso está muy bien. Es bastante más tranquilo que el otro, aunque en los últimos meses he notado que se vuelve un poco loco a veces, por ejemplo, cuando escribo estas líneas pensando en ti.