Primer contacto 1°
Tienes una preciosa vena masoquista. La verdad es que nunca me habían llamado de manera alguna el masoquista. Antes apenas había recibido alguna nalgada.
Resultaba que el si practicaba el BDSM.
Recordé a Sonia y Mario que lo comentaron yo continuaba siendo una ignorante Cosa que ya había oído hablar antes pero que pensaba sería para pobres infelices que permitían ser maltratadas con tal de conservar a su maltratador.
Él me explicó que era un juego en el que una parte cede voluntariamente el control y la otra práctica el control con responsabilidad.
--Pero y todo eso de dar palizas y de dar latigazos. Pregunte ignorante del tema. -- No te negaré que haya maltratadores y otro tipo de gilipollas. Tanto masculinos como femeninos.
Pero bien, el o la sumisa tiene siempre el control. Aunque lo cedan parcial o totalmente. Si es cierto que en muchos casos el masoquismo y el sadismo intervienen Siguió respondiendo a mis preguntas.
Tras un buen rato.
--Imaginemos que soy tu sumisa. Me intrigaba ese juego. -- Si ahora mismo yo fuera tu sumisa que me ordinarias.
--Bueno ahora poca cosa no te conozco lo suficiente. Pero por ejemplo, te ordenaría quitarte la bragas y ponerlas encima de la mesa, como regalo para mí.
-- Ufff me daría vergüenza. Respondí un poco acalorada solo de pensar en la situación.
-- Veo que te excita la situación. Tan clara había sido mi reacción.
-- Un poco sí, aunque no me veo en el papel de sumisa. Respondí muy convencida.
-- Si te lo he dicho ha sido porque yo sí te veo.
Eres una mujer sin miedo al cambio, con las ideas claras y una personalidad fuerte. Pero en estos momentos de tu vida, desearías no pensar solo hacer y sentir, descansar. También eres curiosa y te gusta descubrir nuevas formas de sexualidad y el polvito ya no te llena.
¡Por Dios! Lo había clavado.
Además, aún notaba el mordisco en la lengua y aún me mojaba en el tanga.
--Hacemos una prueba. Seré tu sumisa una hora.
A ver qué pasa.
Pero si digo. Fin del juego. Se terminó. Él sonrió.
-- Una hora apenas podremos hacer gran cosa. Y aunque la calle y el exhibicionismo. Me gustan. Tampoco es el escenario ideal.
Aún así nos dimos un apretón de manos y un beso para cerrar el trato. --Pues te doy la oportunidad de quitarte las bragas.
--Tanga. Aclare yo.
--Pues eso tanga. Aquí o ir al baño y quitarte las ahí y dármelas de manera explícita. Después te daré una orden más.
Dude un segundo, pero me quité el tanga ahí mismo. Estaba muerta de vergüenza. Todo el mundo me miraba. Oh, eso pensaba yo.
Aunque si me vio hacerlo un chico joven que pasaba caminando y se paró a mirar descaradamente.
Puse la íntima prenda sobre la mesa y él la cogió, la miró y tras olerlas las guardo. Yo estaba excitada y miraba al joven que continuaba mirándonos.
--Muy bien, me ha gustado mucho. Ya corregiremos otros detalles.
Ahora retira la falda de la parte de atrás, de manera que tú culito toque la silla. Aggg. Que asco. pensé yo. Pero lo hice. La silla no estaba fría llevaba tiempo ahí sentada, pero me produjo una extraña sensación de excitación
--Perfecto.
Levántate la falda quiero ver tú pubis. Por un segundo miré al joven que nos observaba.
--Ya lo he visto yo también. Obedece. Dijo el muy serio
Me puse muy nerviosa, pero lo hice, levanté la falda y la bajé enseguida.
-- No, no déjala levantada hasta que te diga que la bajes. Y así lo hice. El observo descarado mi sexo y sonrió.
--Precioso. Y se levantó.
Se dirigió hacia el joven y le dijo algo en voz baja. El joven se fue corriendo Miranda atrás de vez en cuando.
-- Un poco vale, mucho ya es mala educación.
La verdad su actitud tranquila pero firme me estaba calentando. El estar así con mis cositas sin protección me estaba gustando.
--Bien esto ha sido un poco cómo sería una relación BDSM.
¿Es lo que quieres? Pregunto acercándose a mí.
--AMO, estoy aquí, estoy en este mundillo de las citas sexuales para experimentar y aprender, para conocerme mejor a mí misma.
Yo antes era una mujer muy limitada en mi mundo sexual.
¿Me pregunta si deseo ser dominada y usada como una propiedad?
¡No!
¿Lo haré?
¡Si!.
Permitiré que mi SEÑOR, me exhiba, me pegue por su capricho, me posea sexualmente y muchas cosas más.
Pero eso será un tiempo, eso será hasta que yo lo permita. Eso será hasta donde yo diga. AMO, soy suya úseme.
Él me miró con una sonrisa y me acarició la cara.
Ese mismo día me dio la mi primera
bofetada de mi vida y me metió mano en un lavabo. Pero solo fue para calentarme.
No tardó mucho en convocarme para una cita BDSM en serio.
Sería en mi casa ese fin de semana mis hijos estarían con su padre y además estarían lejos de la ciudad, en una excursión al campo.