Fecha de caducidad
Hacía mucho viento y algo golpeaba contra la ventana puerta del balcón. Fuera hacía frío pero dentro del piso había unos agradables 26° que hacían que Judith pudiera estar con un bonito vestido ligero, sin bragas, mientras esperaba a Manuel. Se abrió una cerveza y se sentó en el sofá subiendo los pies descalzos mientras echaba un vistazo al móvil. En ese momento sonó el timbre y fue a abrir, se apoyó en el marco de la puerta antes de dejarle entrar mirándolo de arriba a abajo con una sonrisa y mordiéndose el labio de abajo. Él se inclinó para besarla y justo ella se apartó, dando comienzo al juego . Manuel entró y cerró la puerta, dejó el casco de moto en cualquier parte mientras la seguía, ella se levantó suavemente el vestido de espaldas a él y mirándolo de reojo y vio su cara al darse cuenta de que no llevaba bragas. Le encantaba ponerlo caliente antes de mirarlo. Él la alcanzó de una zancada y le dio la vuelta para besarla como solo ellos dos sabían hacerlo y la cogió del culo desnudo con ambas manos. Ella metió los dedos entre su pelo para acercarlo aún más y sentir cómo su polla crecía pegada a ella. Le entró la urgencia por besarla y se agachó para desabrocharle el pantalón y bajárselo junto con el calzoncillo, dejando libre esa polla que clamaba la urgencia de entrar en juego. Ella la metió en su boca mirándolo a los ojos, viendo cómo disfrutaba mientras ella lamía y saboreaba como si no existiera nada más en ese momento. Él resistía de pie, apoyaba una mano en la cabeza de ella, le gustaba notar ese movimiento mientras ese placer lo recorría entero y volvía a mirar sus ojos que lo enloquecían. Sentía como su cuerpo empezaba a estremecerse de placer y que no tardaría en correrse, intentó quitarla de allí pero Judith sabía cómo volverlo loco y no se movió, siguió lamiendo y comiendo su polla y él no resistió más, empezó a correrse y ella se quedó con la boca abierta mientras su semen le mojaba la cara, la boca y bajaba hacia su pecho. Él tuvo que apoyarse en la pared y cuando ella se levantó, pasó su mano por la boca y se lanzó a devorar de nuevo sus labios. Él la cogió del culo de nuevo sin dejar de besarla y se quitó los zapatos y el pantalón como pudo con ella encima y la llevó hasta la cama dejándola caer sobre ella que se quitó el vestido y dejó que observara sus curvas, su pecho, rodó sobre sí misma con los brazos en alto para que la viera entera y él terminó de desvestirse para ser él el que empezaba a láser su coño absolutamente mojado, sabía tan bien, le encantaba su sabor, su olor y el suave tacto de su piel. Con una mano le tocaba el pecho endureciendo sus peones y con la otra le metía 2 dedos mientras pasaba la lengua por sus labios mayores y cerraba los labios en el punto exacto que la enloquecía. Verla con la espalda arqueada y jadeando hizo que su polla volviera a revivir, subió a besarla con esa pasión que sólo ellos se despertaban. Ella notó en su pierna cómo volvía a estar a tope tras unos cuantos juegos y cogió un condón de la mesita de noche, cuando no tenían mucho tiempo estaba deseando que la penetrara, llegaba tan al fondo de su ser que despertaba placeres olvidados de una vez a otra. Él buscaba su mirada mientras la penetraba, primero despacio y luego dando una estocada certera. Ella no podía estar quieta, desde abajo movía las caderas rítmicamente hasta que conseguía coger su sitio como una amazona y cabalgarlo intercambiando velocidades que volvían locos a ambos. No querían que terminará, no sabían cuando podrían volver a estar juntos, pero no era momento de pensar en ello, solo de cabalgar sobre él con su pelo suelto, mirándolo. Él no dejaba de decirle que le encantaba, que le gustaría quedarse así horas y horas, que siguiera así. Ella intercambiaban el galope con el trote adelante y atrás. La segunda vez siempre aguantaba más que la primera. Lo volvía loco de placer. Ambos sabían que la química sexual que tenían era de esas que encontrabas una o dos veces en la vida y aprovechaban cada encuentro para darle rienda suelta pero es que necesitaban atravesarse el cuerpo como si fueran una sola persona. Llegaron ambos juntos al orgasmo con las manos entrelazadas. Entrelazaron las piernas dejando un gemido largo y ronco tumbados uno al lado del otro. Cuando sus pulsaciones y respiración se normalizaron se miraron y se echaron a reír y empezaron a comerse a pequeños besos y mordiscos.• Eres increíble pequeña- le dijo Manuel acariciando su cara.
• Tú no te quedas atrás- respondió Judith.
• No voy a poder dejar de pensar en hoy y en el próximo día que nos veamos hasta entonces.
• Exagerado, ya será para menos que cada vez tardas más en venir- cuando hablaban de ello no podía evitar enfadarse un poco con él. Lo deseaba tanto que se le hacía eterno.
• Sabes que no es así.
Pero ¿lo sabía? Nunca sabía cuándo volvería a verlo, aguantaba porque no encontraba esa química con ningún otro pero había veces en que pensaba en dejarlo y ya.
Él se levantó para vestirse, ella se puso un tenga y una camiseta grande y larga. Se pusieron en pie ambos, ella lo acompañó hasta la puerta y antes de abrir él se dio la vuelta para besarla de nuevo. Cuando se fue, ella se sentó en el suelo tras la puerta y lloró frustrada sintiendo que no quería tener que esperar de nuevo a que él se dignara a darle un rato. Por él hacía todo lo que se prometió que nunca haría.
Manuel llegó a casa y se ducha para quitarse el olor a sexo de Judith. Mientras sonó la puerta de la calle, su mujer llegaba y su hija no tardaría y mientras se quitaba todo resto de Judith de su cuerpo se preguntó una vez más cuánto tiempo seguiría aguantando ella que no la viera tanto como quería. Aquello tenía una fecha de caducidad pero nunca sabía cuándo sería la última vez.