presa
Dos ojos de más en esta pelea de miradas. Te miro, sonríes.
Él se relame viéndonos a las dos expectantes.
Apenas nos rozamos, en el aire se corta la tensión pero en esta, no va a haber disparos.
Tu mano en mi cara, y toda mi energía se concentra en ese lugar de mi cuerpo. Toda la sangre está ahí. Electricidad para iluminar una ciudad.
Despacio tus dedos se mueven hacia mi nuca. El se revuelve en el sofá. Es un espectador pasivo deseando hacerse el dueño.
Percibo cada segundo con una intensidad que embriaga mis sentidos.
Lo sabes.
Eres mala conmigo, tan mala como lo he sido yo siempre con ellos.
Me gusta que seas la horma de mi zapato. Me dejo a ti.
Hace tiempo que sabías que cuando me clavases los ojos, no iba a tener opciones.
Una leona agazapada a la espera de su presa.
Hoy la presa, soy yo.
Me gusta esta tensión que siento, esta vulnerabilidad. Estas ganas de sentir a través de ti. De vosotros
Él se acerca a nosotras, le miras y os devoráis delante de mí. Vuestros sonidos, vuestras bocas, tú mano pasándome todo ese deseo. Siento tus dedos en mi nuca agarrándome por si decido escapar. Siento mi cuerpo revolviéndose, mi piel erizándose, el morbo de este momento es superior a mi
No puedo escapar. No quiero.
Cogéis aire un segundo y en ambos sube la comisura de un lado de la boca. Sonrisa de diablos. Aunque yo tampoco soy un ángel. Te acercas a mí, despacio, la leona a punto de saltar sobre su presa. Me agito de forma deliciosa. Paras justo a un milímetro de mi boca, queriendo tantearme.
Y la presa se come a su depredador.
Elimino ese milímetro de distancia y cojo con mis labios tu labio de abajo y por un segundo, noto tu sorpresa, que deja paso a todo el deseo acumulado.
Y nuestras bocas se funden. Ya no pienso en nada. Solo siento la energía que hay entre los tres que me tiene embrujada. Tu lengua entra despacio en mi boca y recuerdo que yo también tengo.
No sé quién soy.
Otra mujer está abriéndose camino en este momento.
Y me encanta como se siente. Mis manos cogen su cara, mis dedos se entierran en tu pelo y disfruto de ese beso, de tu lengua, de tu olor, de tu sabor.
Paramos despacio y cogemos aire, sonríes satisfecha, soy tuya. Soy vuestra.
Ambas lo miramos y el sonríe complacido. Esto promete. Con mi mano derecha enterrada en su pelo cambio la izquierda para colocarla esta vez yo en la boca de él, en su labios, me acerco. Y nos fundimos en un beso con saliva de tres. También me gusta tu sabor, es de ella también.
Noto su mano, bajando por mi espalda.
La leona no está dispuesta a olvidarse de su presa.
Nos separamos los tres, cruzamos miradas divertidas, cargadas de pasión, de deseo, de ansia.
Por delante una noche sin prisa, una noche para descubrir esa otra mujer, a seis manos, a tres bocas.
Entregada a la energía, sin pensar, solo sintiendo la química entre nosotros.
Un mundo de sensaciones...