Mi médico guapo o Sobre diosas impotentes

Mi médico guapo o Sobre diosas impotentes
Él me dijo durante toda la semana que estaba nervioso. No le creía porque no acabo de terminar de comprender que yo pueda causar ese efecto en hombres como él. Siempre he pensado que soy poca cosa y, aunque a nivel emocional digan que no es bueno juzgarse mirándose en los ojos de otros, y muchos menos si lo que se valora es algo tan superficial (eso dicen) como es el erotismo o la sexualidad, estos halagos banales y superfluos para algunos, me han servido en muchas ocasiones para no desesperarme. Confieso que soy así de simple o así de patética. Sí así es. Pero después de luchar durante mucho tiempo contra ello, lo acepto, me agrada y lo incorporo. Desde que lo he hecho me ha ido bastante bien. He escuchado consejos de otros, desconocidos prácticamente y, sin decirles nada, los he incorporado. Algunos se daban cuenta, muy pocos, y, al igual que mi médico guapo, insistieron en recalcar mis cualidades. Los otros se cansaron en su mayoría, y lo entiendo. Pero mi super doctor, de momento no. Y soy un sueño para él.
Al abrazarle en la puerta del Hotel, temblaba. Eso me tranquilizó. En la recepción no paraba de hablar por los nervios, no recuerdo la conversación, no me esforcé porque sabes que solo es de relleno.
En el ascensor ambos llevábamos la mascarilla y yo recordé algunas ocasiones anteriores en ascensores, cuando aprovechaban ese momento para el primer contacto, alguno cerciorándose de que yo había seguido las instrucciones dadas en cuanto al uso de ropa interior. Pero lo que más recuerdo fue mi primera infidelidad, cuando era yo la que temblaba, e evité el uso del mismo para no quedar demasiado cerca de aquel chico que parecía buena persona y que me recordaba a Alberto. Aun sigo viendo gestos de Alberto en algunos hombres.
hasta que no abrimos la puerta de la habitación, entramos y nos quitamos la mascarilla y yo el bolso, no nos besamos.
Yo seguía sin creer que un hombre tan guapo y tan inteligente me llamara "sueño". No sé si me leyó la mente, pero me aparto y mirándome extrañado me preguntó. "No te crees que esté nervioso, ¿verdad? ¿Por que no te lo crees? Es cierto. Eres una mujer muy especial y maravillosa y me parece increíble estar aquí contigo". Y no me desmayé. Y es que no lo podía creer, y aún no puedo creerlo. Ahora pienso en mi vasco guapo, en como dejo de hablarme poco a poco cansado de mi falta de autoestima. ¿Por que tuve que decirle que no quería qeu viniera a verme solo para besarme?
Lo siento, esto iba a ser un relato erótico. Me aclaro la garganta y prosigo:
Yo empecé a desabrocharle la camisa. Me gusta el pecho de los hombres y me encanta tocar sus pezones y chuparlos. El me bajo los tirantes del vestido y el sujetador. No paraba de hablar. "me encantan tus pechos, Ana". Paramos un momento a quitarnos la ropa, el de pie y yo sentada en la cama. Me tumbó sobre ella y se quedó mirándome. realmente le gustaba lo que estaba viendo. Me siguió besando y tocando los pechos, bajando su mano hasta mi entrepierna. Le gustó que estuviera mojada y me metió sus dedos húmedos en la boca. Bajó su boca hasta mi coño y comenzó a lamerlo. Lo hacía muy bien, el ya me lo había dicho y era cierto. Ya habíamos hablado de algunas cosas y el estaba poniendo en práctica algunas delas cosas que yo le había comentado que me gustaban. "¿Vas a ser mi puta? ¿te gusta ser muy puta, eh?". Mientras me comía el coño, imaginé, como suelo hacer, que alguien más miraba y me decía: "¿Te gusta que te coman el coño, zorra? Y que ese alguien me ponía la polla en la boca". Me corrí muy pronto.
Subió y siguió besándome. Yo deseaba comerle la polla. Me gusta mucho hacerlo. A veces creo que disfruto yo más haciéndolo que ellos. me incorpore y él se tumbó. "Quiero chupártela". Me puse a cuatro patas, con mi cara frente a su polla y le abrí las piernas más para acomodarme en el centro. Le miré y comencé a lamerle. Me encantó su cara. "Que bien la chupas, Ana. Eres un sueño." Siguió diciendo. Tras unos minutos, me quitó y me dijo ven (y yo lo dejé todo, claro) y empecé a follarle yo, "Tócate, me dijo" y comencé a masturbarme al mismo tiempo que lo follaba echándome para atrás para que viera bien mi coño y mis dedos. Su cara se transformó volviéndose dura y seria. No hacía falta que me llamara puta, lo decía con su expresión. Me dijo que quería follarme por detrás, que si me gustaba. ¡Claro que me gusta! Confesó que nunca lo había hecho. "¡¿No?!", me sorprendí. "Pues a mí me lo puedes follar muy bien, porque me encanta. Eso sí, primero despacio y cuando ya esté dentro, puedes meterla todo lo que quieras y follarme tan fuerte como quieras". Yo volví ponerme a cuatro patas y el de rodillas detrás. Empezó a meterla dentro de mi culo. Yo agaché mi cabeza y pegué mi cara a la almohada. Me gusta mucho esta posición ya que se me antoja que me ofrezco más. También es ideal para que te azoten el culo y te hagan muchas cosas. Empezó a follarme, se notaba que le gustaba. "Uf, me encanta tu culo". Se salió tras unos minutos porque no quería correrse. Quiso tomar un descanso, yo me tumbé a su lado, abrazándole y sintiendo su cuerpo húmedo del sudor, acariciándole. Sonó la vibración de mi móvil y me levante para ver que era. Del trabajo. El vino por detrás ya que yo estaba inclinada y me metió de nuevo su polla en el coño y me empezó a tocar el culo mientras lo hacía. Me estaba gustando mucho y, no sé que pasó, pero se le empezó a bajar la erección. "Lo siento, me dijo, estoy muy excitado, pero no se que me pasa". "No te preocupes", le dije. Yo tenía que irme pronto e intente que volviera a tener una erección antes de irme. Quería que se corriera, pero no fue posible. Cuando salí por la puerta de la habitación, me dijo señalaándose la polla y con cara de pena: "Ahora, ves?".
Esto fue lo fundamental. Hablamos también de cosas. El dice siempre que haremos de todo menos enamorarnos, está prohibido. Yo le dije: "Adiós, amor... pero sin amor, eh?".
Quiere volver a verme y yo también. Tengo una tarea pendiente con él.
Un beso enorme, mi Dai. Contigo lo haré mucho mejor.
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