BIZARRE.
Lucas siempre fue un tipo... peculiar. Pese a lo desmesurado de sus apetitos, a sus casi treinta y seis años se le desconocía pareja alguna. En realidad, nunca había tenido una cita. No una convencional.Peculiar… No. Era, simplemente, un jodido perturbado que había ido desarrollando un comportamiento sexual psicopático, agravado con los años, que comenzó cuando de niño arrancaba las alas de las moscas que capturaba para disfrutar del cosquilleo provocado en su agonía sobre su glande. Después llegaron efímeros romances con los pollos que encontraba en la nevera. Luego la miel y el perro. Durante sus vacaciones en el pueblo, las gallinas y los corderos. Así, de manera gradual, se sumergió en un pozo de obscenidad bizarra del que ni siquiera se adivinaba el fondo.
Hoy Lucas,nuestro peculiar protagonista, se sentía especialmente travieso.
Más salido que el pico de una plancha, un corazón de vaca distraído del matadero donde trabajaba y la batería del coche arrancada ex profeso para la ocasión, se convirtieron esta vez en el objeto de su enfermizo deseo.
No tardó en darse cuenta, ya metido en faena, ojos en blanco mientras violentaba la víscera, de que los latidos ocasionados de manera artificial por los doce voltios animando a su " pareja ", no eran lo suficientemente intensos como para satisfacer su desmedida lascivia. Decidió, por tanto, aumentar la potencia.
" Oh, nena..."
Fuera de sí, no fue consciente del error de cálculo. A veces por la picha muere el pez y Lucas, amén de pervertido, un cabrón con pintas, resultó ser rematadamente gilipollas.
La humedad que rezumaba el corazón recalentado, el sudor y el semen brotando a borbotones cuando se corría, se conjugaron con el Kharma en un cóctel mortífero que al rebosar durante el clímax acabó por lamer los polos de la batería a plena potencia provocando el cortocircuito que le abrasó desde la polla.