Tutoría
Mi respiración esta desbocada cuando me dirijo a la salida del aula pero sé que tengo que aparentar por que en cuanto abra la puerta otra madre/padre para ser atendido, aunque dudo que sea de la misma manera.Tenía cita a las 4 con el nuevo tutor de mi hijo, primera en persona tras la pandemia, primera en el aula. Con un minuto de retraso toque a la puerta con los nudillos a lo que le siguió un “adelante”.
Abrí la puerta y ese sonido grave que me daba acceso al aula de mi hijo me descubrió a un hombre distraído entre papeles al otro lado.
Pelo canoso, alborotado, ojos expresivos grandes, verdes, alto y sin duda amante del deporte, esos brazos no son así de la nada.
Parada en la puerta esperando que me diga algo, espero mientras cotilleo la clase, llena de colores y vacío de vida en ese instante.
Mis ojos vuelven al profesor de mi hijo cuando este alza la vista y repara en mi, con los brazos en la mesa y leve giro de cabeza, quieto, muy quieto. Pasan unos segundo que se me hacen demasiado largos cuando se incorpora y va a por una silla para me me acerque hasta la mesa y tome asiento y poder charlar.
“Buenas tarde, adelante por favor. Soy Jorge, supongo que eres la madre de Diego”
“Sí, efectivamente. Soy Beatriz”
“Siéntese”-dice colocando la silla justo en el lateral de su escritorio.
Cuelgo el bolso en la silla y me siento, en ese momento haber elegido vestido me resulta inadecuado, cruzo las piernas.
Se sienta en su asiento detrás de la mesa a escasos 1,5 metros por lo que me dice, con todas las ventanas abiertas podemos quitarnos las mascarillas y así nos ponemos cara ambos.
Dudo un instante y me retiro la mascarilla, la verdad lo agradezco por que estoy respirando algo nerviosa y me falta aire.
Se quita la suya y la deja encima de la mesa, vuelve su cara hacia mi y sonríe.
“Hola de nuevo”-dice.
Sonrío como respuesta.
La pieza del puzzle que faltaba completa una imagen bastante atractiva, su boca es de esas que uno no deja de mirar cuando habla, ya no hay nada más.
Intento mantener la compostura cuando el se queda callado mirándome, me revuelvo en el asiento,, cambio el cruce de piernas…
“Está cómoda?”- me pregunta con cierto rintintín.
“Si, si, Gracias”-le contesto.
En este momento su codo apoyado en la mesa se mueve y tira un taco de folios y hojas que tiene encima de la mesa justo delante de mis pies. Sin quererlo descruzo las piernas como para ayudar pero el se agacha inmediatamente por lo que queda su cara a la altura de mi rodilla. Mis manos se agarran a la silla, por dios esto no puede ser verdad, parece el argumento de una peli porno de las malas, profe follándose a una mama en la mesa de clase.
Mi respiración se agita cuando el de repente se para, creo que el también se acaba de dar cuenta de que está situación es tensa, me está poniendo nerviosa. Se queda quieto, casi puedo tocar su cuello con la rodilla.
No puedo evitarlo, mis piernas en un gesto casi imperceptible se mueven, se abren, apenas un milímetro, yo me doy cuenta, el se da cuenta. Su mano derecha deja los papeles y se coloca en mi tobillo. Doy un respingo al sentir su contacto pero el no se retira. Muy despacio sube por el interior de mi pierna derecha, muy despacio, siento la palma de la mano en contacto con mi piel, no los dedos, sube la mano con la palma abierta, como si tocarme con los dedos fuera pecado.
Mis manos se agarran a la silla con más fuerza, noto las uñas clavadas en el sky marrón del asiento.
Su mano llega hasta mi rodilla y en ese momento se incorpora levemente mirándome directamente a los ojos. Clavado en mi. Sus ojos bajan por mi boca, mi cuello, mi pecho, mi tripa, mi entrepierna hasta llegar a su mano. Se concentra en esa mano que sigue creando una carretera por mi cuerpo, una carretera invisible que va dejando una huella de calor en mi piel.
Vuelve a mirarme fijamente a los ojos y me susurra…”Sigo?”
No soy capaz de articular palabra, abro las piernas para dejarle la respuesta clara, la entiende.
Sigue avanzando con la palma de su mano por el interior de mi muslo, sin dedos. Quiero sentir como me araña, como desliza sus dedos por mi piel pero no lo hace.
Se pone de rodillas delante de mí, encima de todas las hojas caídas por torpeza por una mano que ahora se me antoja poco torpe.
Mete su cadera entre mis rodillas y noto como su mano ya ha llegado al fondo de mi pierna. Su mano izquierda se coloca directamente sobre mi cadera para en un movimiento de la derecha agarrar mi braga y hacer que suba mi culo y deslizarlas hasta quitármelas….las coge y las mete en el cajón de la mesa. Sonrío.
Sus manos vuelven a agarrar mis caderas y me acerca hacia el, casi mi culo se sale de la silla, mis espalda clavada al respaldo, mis uñas marcando el asiento para siempre. Se sienta sobre sus talones abre con las palmas de sus manos mis piernas todo lo que es posible y levanta el vestido lo justo para que su cabeza se coloque debajo. Su cara desaparece debajo de mi vestido justo cuando noto su lengua, un movimiento lento, fuerte, que recorre toda mi vulva, los labios, el clítoris. Un movimiento me genera un escalofrío en todo el cuerpo, se me eriza el vello de todo el cuerpo, mi cabeza se deja caer hacia atrás y me dejo a esa lengua. Sus círculos alrededor de mi clítoris, y sus intervalos de movimientos rápido y suaves, lentos y profundo. Para, y sigue de nuevo, para y sigue de nuevo. No puedo pensar en nada más, su lengua invadiéndolo todo, generando descargas que recorren todos mis nervios. Otra parada y sus dedos dentro de mi de golpe con ese movimiento de ven aquí que hace que me resbale cada vez más. Mis gemidos ahogados, mis respiración agitada y mis latidos del corazón tan fuertes que por momentos creo que se me va a salir del pecho. Sus dedos y su lengua sin duda no son herramientas de un torpe, sabe lo que hace, lo disfruta, agarro tu cabeza tapada por mi vestido y para. Para de forma súbita, me deja así, ardiendo, deseando ese orgasmo que me acaba de negar y que sabía que estaba a punto de llegar. Saca la cara de mi vestido y me mira. Sus ojos son fuego, se acerca a mi, tan cerca que puedo oler mis fluidos en su boca, no puedo estar más excitada, me acerco a el, y juega escapando unos centímetros, mi frustración le divierte y me invade la boca con su lengua llena de mi. Nos devoramos, necesito tenerle dentro de mi.
Me separo de su boca para coger aire y veo que ya tiene en la mano un preservativo. Se vuelve a sentar en sus tobillos abre su pantalón, baja un poco la cintura y deja salir su polla dura. Mi ansia crece de forma súbita, no me quitas los ojos de encima como si de esa manera no se pudiera romper el hechizo al que me has sometido.
Agarra mis caderas para que se deslicen. En ese movimiento de bajada agarra su polla y la coloca en la entrada de mi vagina. Mi caída es su placer. Y gime al sentirse dentro.
Me agarro de nuevo a la silla y subo y bajo juagando con su polla, cada vez más rápido, llena. Sus movimientos cada vez más fuertes nuestros gemidos cada vez más acompasados, me tapa la boca para que nadie pueda oírme, estoy al borde del orgasmo, el también. Suena la puerta.
Clavados en el suelo con su polla dentro de mi. Toma aire y contesta.
“Un momento por favor. Estamos acabando”
Sonríe y me folla fuerte y rápido. No puedo creerlo, mis células explotan de placer, al mismo tiempo que el me clava las uñas en las nalgas. EL dolor y el placer que siento lo invade todo hasta el punto que olvido donde estoy por un segundo.
Respiro recuperando las formas…me levanto sacándome su polla de dentro. Me coloco el vestido, me doy media vuelta y me dirijo a la puerta, giró la cabeza para saber si puedo abrir. Estás sentado en la mesa como si nada hubiera pasado.
Me pongo la mascarilla, abro la puerta, sonrío a la siguiente pareja y me voy por el pasillo.
Sin duda las tutorías han mejorado después de la pandemia