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****BO Hombre
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ENCUENTROS
/LA CONFESIÓN)


Aquel jueves había quedado con mí amigo Carlos para que me ayudarse a instalar unos estantes en “La Guarida”.
Os explico: “La Guarida” es un trastero muy grande donde en un rincón me he instalado un lugar de lectura y tranquilidad, donde almacenar todas mis revistas de coches, coches clásicos y todo terreno, Ya que en casa molestaban a mi esposa.
--Hola Natxo, ¿Qué tal estas? Saludo Carlos con su típico apretón de manos
--Pues muy bien, con ganas de verte y charlar contigo. Y… conteste con cierta ironía pues tenía en la cabeza algo más que tacos y estanterías.
--Que puta maricona eres. Bromeo Carlos conocedor de mis inclinaciones sexuales.
De la puerta de mi piso a La guarida apenas hay vente metros. Pero esos veinte metros lo cambian todo.
Lo primero era porque para los dos era un espacio íntimo y nudista.
Ya conocía bien el cuerpo de Carlos pues éramos habituales de las playas nudistas con nuestras mujeres. Pues estábamos los dos casados.
Aun así no me paso desapercibido su pene, que sin estar trempado estaba bastante morcillón y eso me calentaba un poco.
Tanto Carlos como yo somos hetero sexuales, pero no nos cortamos al dar rienda suelta a nuestra sexualidad.
Yo también me puse cómodo y me desnude.
Mirando el cuerpo de Carlos me acaricie los pezones y me toque la polla que estaba algo más que excitada. Pero era normal con unos pezones tan sensibles como los míos era tocármelos y excitarme y más en buena compañía.
-- Venga Natxo, vamos a por faena, que hay que instalar cinco estanterías. Dijo Carlos mirando la pared y frotándose las manos.
Tras compartir conmigo cuatro ideas sobre cómo hacer la faena y decidir donde instalar cada estantería Carlos se puso en marcha, taladro en mano.
Yo no le era de mucha utilidad así que saque de una pequeña nevera de playa un par de Voll –Damm y unas patatas para picar.
Entre charlas y risas íbamos instalando los estantes con mi ayuda Carlos instalo tres de las cinco estanterías en poco rato, resultaba evidente que tenía las ideas claras y trabajaba con interés y detalle.






--¿Descansamos un poco? Propuso Carlos que sudaba ligeramente y el sudor hacia que su piel brillara. Es un hombre alto con una barriguita que lo lleva de cabeza. Siempre está haciendo cosa para perderla. Aun así resulta atractivo.
-- si claro ¿Quieres una cerveza? Le pregunte.
Yo por mi parte soy algo más bajo. Aunque siempre me he cuidado físicamente, sin ser un culturista, desde luego. Y como siempre iba del todo depilado.
--Si, por supuesto. Abrió la lata y hecho un buen trago. Seguido de una exclamación muy sonora de placer.
Carlos se sentó delante de mí en un taburete, donde bebió con ganas la cerveza bien fresquita. Que buena estaba.
Carlos sin darse cuenta empezó a jugar con su polla. Ahora estiraba la piel del prepucio, ahora descapullaba el glande. Su pene creció ligeramente en una semi- erección.
Esa actitud me excito ligeramente e hice lo mismo que él
Uno frente a otro tocándonos el pene no tardamos en empezar a masturbarnos, nuestros miembros viriles ya estaban excitadísimos y bien trempados.
Va, vamos por faena. Dijo Carlos dando un salto. —Acabemos primero con la faena después el placer.
--Si, tienes toda la razón… al tajo. Conteste de manera entusiasta aunque en realidad habría tirado las estanterías a la calle.
En media hora ya habíamos puesto las otra dos estanterías.
--Muchísimas gracias Carlos. Agradecí a mi amigo su ayuda. No sé qué habría hecho sin tu ayuda. No sé cómo agradecértelo.
--Venga, sí que sabes. Rio Carlos. Pero primero el aperitivo…
Abrimos las dos latas de cerveza y la bolsa de patatas fritas, Estábamos sentados como antes él en el taburete y yo en el sillón.
Que bien sentaban aquellas cervezas. Después del trabajo
Los dos reanudamos nuestros juegos con nuestros genitales y los pezones, que a mi tanto me excitaban.
Los dos estábamos muy excitados, la polla de Carlos creció con rapidez de manera evidente, yo no tarde mucho más en tener una fuerte erección.
Ver a Carlos masturbarse delante de mi con esa erección, me excito aún más.
Así que me arrodille delante de él y le cogí el pene. Carlos lucía una buena polla aunque sin exagerar dieciocho centímetros o algo más-





Enseguida me lance a comerme ese rico trozo de carne, pero toda entera no me entraba en la boca, por eso empecé a chupar y saborearla de manera superficial, tanto por fuera como ese rosado glande.
Yo también estaba muy excitado, notaba como tenía la polla tiesa y dura y yo estaba muy caliente.
--Para, para, que si no me voy a correr y no quiero. Primero quiero hacerte disfrutar y proponerte alguna cosa nueva. Carlos me sorprendió con la propuesta.
--Ah ¿sí? Respondí. ¿Qué propones?
--Es un poco arriesgado. Si no te gusta lo dejamos de inmediato. Estaba del todo intrigado.
-- ¿Quieres que experimentemos con un placer diferente? El suspense me estaba excitando aún más.
-- Vale, por supuesto ¿qué propones? Estaba de rodillas delante de él.
Él acerco su cara a la mía y en voz baja dijo.
--Hoy haremos una sesión BDSM. La verdad no tenía ni idea de a que se refería, pero resultaba muy estimulante, sobre todo por la voz y la seguridad que le imprimió. Él dominaba la situación.
-- Y ¿Qué es eso? Pregunte ignorante de mí. Pero Carlos no contesto. Se levantó y cogiéndome de la mano me ordeno.
--Ponte de pie delante de mí y déjate hacer. Nosotros siempre manteníamos una relación igualitaria de mutua amistad. Pero ese día no dejo lugar a dudas de que podía ser muy dominante.
Pues así lo hice.
Carlos empezó a chuparme los pezones, él sabía muy bien lo mucho que me gustaba, lo mucho que me calentaba haciéndome eso.
Él me puso las manos a la espalda y me ordeno no moverme. Notaba como mi polla estaba más tiesa que nunca. Saco de una bolsa que había traído unas pinas de esas que usamos para tender la ropa.
Empezó por ponerme na en cada pezón y yo me sorprendí de mí mismo al gemir de placer, al notal el dolor en mis pobres tetitas. Dolía, sí, pero así apretándome en los pezones fue un gran placer. Pero no conforme fue añadiendo más y más pinzas. Al final mis pechos sostenían siete pinzas cada uno.
Como me gustaba esa sensación. Sensación que iría en aumento, pue empezó a jugar con las pinzas alguna se soltaba de golpe pellizcándome pero el pellizco solo acrecentaba el goce.
Bajo despacio por mí cuerpo besando ahora por aquí mordiendo por ahí.
Al fin llego hasta mi polla, mi pobre polla a punto de reventar.
Despacio fue lamiéndola primero después chupándola. Cuando se la comió entera yo casi temblaba de gusto. Cuando de repente me cogió por los huevos y estirándomelos hacia abajo me puso un par de bridas de plástico que no sé de donde las había sacado



Notaba como se apretaban alrededor de mis testículos y de mi pene produciéndome un sensación muy extraña y placentera. Pero no contento repitió la operación con mi pene y otra más apretaba los huevos contra la base del pene. Casi de inmediato tuve unas excitantes contracciones que casi fueron un orgasmo.
No podía dejar de decir cosa como si fuera una mala actriz porno.( MMMM que placer. Como me gusta. MMMM.
Solo estamos empezando puta maricona.
Ahora apóyate contra la pared con las manos y las piernas en cruz. Me retiro las piernas de la pared con cierta violencia y a patadas separo aún más mis piernas.
--Quédate bien quieto. Ordeno.
De reojo pude ver como sacaba algo dela bolsa, pero no sabía muy bien que podía ser. En ese momento empezó a asustarme.
Temor que aumento cuando me enseño los dos objetos, un consolador y un látigo de nueve colas.
--No temas te gustara. Afirmo con seguridad.
Carlos empezó a azotarme despacio primero en el culo, después en la espalda. Era casi una caricia un zas, zas. Que extraño placer. Pero poco apoco la intensidad fue subiendo, Pero lejos de rechazar el dolor, que me producía a cada nuevo aumento de fuerza, este era trasformado por la excitación sexual en goce.
Ahora ya azotaba con fuerza mi espalda y mi culo lo hacía girar y restañaba contra mi estómago o mi pene, giraba y golpeaba mis huevos.
Yo me retorcía pero enseguida me ponía de nuevo en posición esperando más azotes. Podía oír como los azotes resonaban en la habitación.
Mis gemidos ya no sabía, si eran de dolor o de placer.
--Si dame más. Me lo merezco por puta. La fuerza de los latigazos iban calentando mi culo y mi espalda sobretodo. Ya deberían estar bien rojos y deberían ser evidentes las marcas. De repente cesaron los latigazos.
Carlos se agacho y separo mis nalgas, su lengua fue directa a mi ano lamiéndolo con delicadeza y dulzura. Que contraste entre los azotes y este maravilloso beso negro.
No podía dejar de expresar mis emociones aunque las palabras y los gemidos apenas podían expresar mi disfrute.
--Dios santo como me gusta. Decía mientras con el puño golpeaba la pared. --No pares sigue, sigue. Y más gemidos.
Apenas me di cuenta de que mi ano está siendo lubricado con un gel lubricante. Cuando note como la lubricada punta de un dildo recorría mi culo buscando la escondida y secreta entada.
Pero no fue el dildo lo primero en introdujese dentro de mí, fueron dos de sus dedos.
El primero me sorprendió un poco, pero mi ano lo recibió con gusto.




Entraba y salía de ni con pericia. Pero el segundo dedo no tardó en hacer acto de presencia. Este me produjo algo de daño, pero también disfrute de este nuevo vicio mío.
Entraban y salían a buen ritmo mientras en mi interno parecían usa algo. Seguramente mi próstata y la encontraron.
Me temblaban las piernas de placer un placer creciente y constante, nada más alegado de los rápidos y explosivos orgasmos masculinos.
Yo ya no era capaz de resistirme a nada así que cuando note por fil el largo y grueso dildo no me resistí, aún más lo deseaba.
Esta vez sí que costo un poco que entrara y yo grite por el dolor un par de veces, pero ni Carlos ni yo desistimos el intento de penetración.
Y por fin la negra y gorda polla de plástico encontró su sitio en mis entrañas.
Carlos lo metía si sacaba a buen ritmo. Y yo cada vez más y más loco.
Aun así Carlos lo saco una última vez para lubricarlo más, esta vez entro sin ninguna resistencia. Sin dolor solo goce, placer, locura.
Carlos manejaba el consolador con una mano mientras que con la otra me tenía cogió por los huevos y la polla. Me apretaba con fuerza mis genitales pero no llegaba a masturbarme.
Pero no tarde mucho en soltar un grito de placer y con el un buen chorro de esperma que acabo en la pared y yo me desplome exhausto en el suelo con el dildo en el culo y mi cara roja, ardiendo de placer.
Por mi cara descendían cuatro lágrimas de felicidad, esa sin duda había sido mi mejor experiencia sexual de mi vida.
Carlos me dejo ahí unos segundo, mientas él se sentaba en el sillón que no hacia tanto ocupaba yo.
--Ven ponte aquí. Señalo en suelo delante de él. Aun habría más sexo, no me l creía. Mi primera intención fue arrodillarme pero él me lo impidió y me puso muy cerca de él de pie.
Aun colgaba de mi culo avariento el negro dildo y de mi polla restos del semen que había expulsado un segundo antes.
Con una mano me cogió los huevos y empujo delicadamente para que mi polla acabo en su boca. Chupo y lamio con placer los restos de esperma y se la trago con gula. Mi polla desaparecía entera en su boca aunque ya no era nada parecido a los que había ahí hacia no tanto.
--Me gusta mucho, Dijo Carlos, Sabe muy dulce.
Carlos con la mamada se excito de nuevo y su polla creció de nuevo manteniendo una respetable erección.
Esta vez sí me arrodillé delante de él y le cogí la polla por el tronco apretando con firmeza, aquello le excito todavía más y su pene aumento su grosos y tamaño, aun un poco más.
Con mi lengua lamia suavemente aquel rosado glande, que enseguida empezó a babear líquido seminal, él cabron chorreaba babas.


--Si mí putilla, sigue así. Decía Carlos entre gemidos. –Chúpamela toda maricona. Gemía mientras sus manos obligaban a mi cabeza a baja más y más y a introducir más y más su pene en mí boca.
Apenas cabía la mitad de esa polla en mí boca,
Notaba lo excitado que estaba y tome la iniciativa.
Moje como pude dos dedos con el gel que mojaba mis nalgas y busque su ano. Carlos al notar mis intenciones cambio de posición para facilitarme el trabajo.
Y con mucha suavidad penetre en su ano.
Note varias arcadas estaba su pene casi todo dentro de mi boca y para mí ya en la garganta.
Pero no vomite y seguí tragando polla mientras mis dedos jugueteaban con la próstata de Carlos.



Carlos excitado cada vez más movía más deprisa mi cabeza arriba y abajo mientras me insultaba y clamaba al cielo.
--¡HIJO DE PUTA, MAS, MAS MUCHO MAS! Me voy a correr, cielos. Y se corrió.
Arlos con la excitación acumulada durante la mañana, estaba tremendamente caliente. Estaba teniendo un orgasmo largo y profundo, con cada espasmo su polla disparaba en mi boca más u más descargas de semen dulzón y espeso. Quien los cuenta pero de siete u ocho no bajaron.
Yo no deje de saborear su rosado glande, para darle el máximo placer, intentando mantener en mi boca toda aquella leche.
Durante los espasmos mis dedos notaron con claridad las contracciones que anunciaban el orgasmo, pero ahora ya estaba relajado y muy dilatado.
Aun así Carlos me cogió por las mejillas y me acerco a su cara dándome un gran beso en los labios que yo mantenía cerrados.
--no se tu mero yo estoy destrozado, que placer. Que gran día de sexo.
Fue entonces cuando me acerque de nuevo a él para morrearnos una vez más. Esta vez sí deje que su semen jugara en nuestras bocas que los saboreaban y atesoraban como el más dulce y sabroso delos néctares.
Tras tragarnos cada uno una parte de el néctar los dos repelamos los labios del otro con la lengua como quien repela un dulce porte.
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