Un pañuelo al amanecer

*******lman Hombre
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Un pañuelo al amanecer
Al despertar sintió un calentón fuerte pensando lo que había sucedido la noche anterior. No podía creer que después de tantas dudas Gloria había tomado la decisión de hacerlo. Aquel hombre ya no era un desconocido. Al oler el pañuelo que había tenido entre sus piernas, sus pezones se erizaron.

Tomás era más atractivo de lo que había imaginado antes de esa cita a ciegas. Encantador, delicado, provocador, y cumplió su palabra. Habían acordado que darían el paso para verse, que Gloria quería probar algo nuevo, especial, pero que por temores todo acabaría si ella exclamaba “!Basta !”. Fue increíble, no dijo “!Basta!” dijo “quiero más, dadme más”.

Todo empezó cuando Tomás llevó a Gloria hacia la zona oscura de aquel local. Después de horas charlando, conociéndose más, ahora en persona, frente a frente, bebiendo, bailando y cada vez más pegados, pasó a la acción.

La habitación era amplia, muy silenciosa, en oscuridad casi total, era una noche de luna llena por lo que Tomás cubrió los ojos de Gloria con un pañuelo. Gloria permaneció de pie. Comenzaron los besos, poco a poco fueron desnudando sus cuerpos. Gloria sentía con intensidad pero no veía con claridad. Tomás lamía su cuerpo, y Gloria percibía un olor intenso, que no supo reconocer, quizás de especias? almizcle?. Ella estaba totalmente desnuda, algo desorientada, sin saber bien porqué permanecían de pie, ni que sería tan especial como Tomás le aseguró sucedería.

Tomás acercó su aliento y mordisqueó sus orejas, sus labios, acariciando su cara, masajeando su cabeza, espalda, pechos. Gloria estaba ya muy excitada, disfrutando, inquieta por lo que pudiera suceder. Sentía las manos acercándose a su pubis, rozando, sintiendo su miembro erecto, duro, húmedo, su respiración acelerada, su piel caliente, sus venas dilatadas. El calor embriagaba a Gloria, y se apoderaba de su cuerpo, sin ver lo que sucedía. Demasiado lento, ya estaba abierta, quería que aquello fuera aún más intenso, sentir más, ser penetrada, sin entender aún que pretendía Tomás.

De repente oyó pasos, alguien más entró en la habitación y se aproximaba a ellos. La sorpresa llegó de golpe. Un hombre y una mujer, rodeando a Gloria, siendo en su cuerpo todas aquellas manos, en silencio. Gloria ya no podía contener sus gemidos, sus exhalaciones, su primera vez, una mujer y dos hombres, algo soñado, deseado. Tomás lo había escuchado de Gloria en una de sus muchas conversaciones, Gloria lo deseaba como una fantasía que algún día le gustaría probar.

Tomás tomó el pañuelo que cubría los ojos de Gloria y con él recogió los fluidos de su cuerpo, de aquel hombre y de aquella mujer, de sus partes íntimas, creo su perfume mezclando olores.

Llegando Gloria a su primer orgasmo, justo en el cenit, Tomás puso el pañuelo sobre su nariz. En el momento de su primer orgasmo, las contracciones se hicieron aún más intensas al sentir aquel olor, tras el último espasmo, el pañuelo se quedó sobre sus labios, y entonces sintió tenuemente su sabor.

Nunca hubiera pensado que sólo segundos después ella quería más, que no era suficiente, y empezó a suplicar “quiero más, por favor, dadme más”.

Todo lo que ocurrió después en aquella habitación quedó impregnado en aquel pañuelo.

Gloria lo guardó entre sus piernas al quedarse dormida ya de vuelta a su casa. Tomás le dejó anotado en el pañuelo “si quieres más, tendrás mucho más”. El olor seguía impregnado pero Gloria quiso probar algo nuevo, todo su sabor.
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