EXTASIS NATURAL

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EXTASIS NATURAL
Hacia tiempo que no la veía. Recuerdo la última vez que nos encontramos, ya era primavera, el frio de la pasada estación aun se hacía notar. Era un sábado de finales de marzo, lo recuerdo muy bien. Mi intención era coger el tren de las 15:02 en Hospitalet, había quedado con Ona a las 16:30 en la estación de Calella. Tardé más de la cuenta en salir de casa. Como de costumbre no encontraba las llaves y perdí el tren. Mientras esperaba el siguiente, aproveche para avisar a Ona por whatsapp.

Rubia, llegare un poco más tarde, se me escapó el tren. - le escribí – al cabo de 5 minutos ella me respondió – jajajaja como no, ya contaba con ello, aprovechare para ducharme y salir con Nino a pasear un poco por la playa mientras llegas.

De camino aproveche para leer Siddartha, uno de mis libros favoritos, con esa ya eran 6 veces que me lo había leído, Kamala la cortesana me recordaba un poco a Ona, una mujer inteligente i de ojos vivos, con unos labios que se abrían carnosos como un delicioso higo y que sabe lo que quiere. Dejé de leer por un instante, fijando la mirada a través de la ventana, perdiéndome en mis pensamientos. Me encontraba en la estación de Arenys de Mar, en 4 paradas me plantaría en la estación de Calella, cogí el móvil para avisarla. Llevaba días queriéndola ver, lo único que deseaba era fundirme en ella, la larga noche que compartimos hablando y teniendo cibersexo dos días atrás intensificaba mas mis ganas de encontrarme con ella.

Me estaba esperando en la estación, como siempre. Llevaba unos pantalones apretados de color azul marino, un jersey de punto blanco con un escote en uve que dejaba entre ver unos senos que mis labios conocían muy bien, y una chaqueta de entre tiempo para abrigarse del poco frio que aún se resistía a marchar. Nos saludamos con un beso que encendió todo mi cuerpo. No pude evitar sentir como mi calzoncillo se empezó a mojar y apretar, como si de una fuerza mágica e irrefrenable se tratara. Decidimos empezar a caminar dirección a la colina, detrás de la piscina municipal. Su mirada curiosa y juguetona no paraba de buscar la mía. Cuando se encontraban no hacían falta las palabras, nos deteníamos en seco y nos empezábamos a besar y a tocar todo el cuerpo sin reparar en las personas que paseaban por la calle. Cada beso que nos dábamos hacia mas difícil el resistirse a no tener sexo allí mismo. Mi respiración y mi pulso se aceleraban, sentía como un calor inundaba mis genitales, como una energía deseosa de explotar entre gemidos y placer.

Poco después llegamos a la colina, y tras alcanzar el bosque de pinos, nos desviamos bosque adentro hasta encontrar un pequeño claro entre arbustos y ramas rotas. Nada más llegar, tire mi mochila al suelo y me acerque a ella buscando sus labios húmedos y rosados. Empezamos a acariciarnos, a abrazarnos y recorrer toda la espalda con nuestras manos. Mis manos resiguieron parte del cuerpo hasta alcanzar sus pechos y noté que tenia los pezones bien duros, y eso hizo que se me pusiera aún más dura. Comprobé con excitación que no llevaba sujetador. Saqué de la mochila un pareo y lo extendí en el suelo. La fragancia del bosque le daba una atmosfera mas salvaje y animal, haciendo que todos mis sentidos se agudizaran, convirtiendo cada roce en una explosión sensorial. Los vapores que desprendía cada rincón de su cuerpo enloquecían la química del mío, transformando cada respiración en un éxtasis eterno. Nos tumbamos en el pareo deseosos de empezar a arrancarnos la ropa. Yo me puse encima suyo levantándole el jersey poco a poco, subiendo con mi lengua des del ombligo hasta encontrar uno de sus pechos. Mi boca jugaba entre los dos pechos mojando bien los pezones, intercambiando labios, lengua y mordiscos suaves. Mientras, mi mano desabrochaba su pantalón y introducía mis dedos en las bragas hasta encontrar sus labios y su vagina. Llevé un instante los dedos a mi boca en busca de saliva, para volver a meter la mano en las bragas, mojándole la vagina y metiéndole primer un dedo, y luego dos. Mientras, los movía de dentro a fuera presionando ligeramente la pared superior entre quejidos de placer.

Sin poder soportarlo más, me agarro del pelo haciéndome levantar la cabeza hasta la altura de la suya buscando mi boca desesperadamente. Su lengua se juntaba con la mía y sus manos buscaban con ansia el botón de mis pantalones para desabrocharlos y bajarlos, mientras yo hacia lo mismo con los suyos. Justo después de lograrlo, ella me dio la vuelta, se puso encima de mí erguida sobre sus rodillas, mientras miraba y tocaba mi pene que se marcaba bien duro a través de los calzoncillos. Acto seguido, mirándome a los ojos y lanzándome una sonrisa juguetona y traviesa, empezó a bajar y a besarme encima de mis boxers, mi pene no podía parar de lubricarse. Empezó a bajármelos liberándome de su prisión, me la cogió con una mano y se la puso toda en la boca, mojándomela entera. Su boca se deslizaba elegantemente, con un sutil movimiento con la lengua que recorría la punta. Sentía toda su energía penetrándome hasta los rincones mas secretos de mi consciencia, al igual que lo hizo su dedo, al entrarme para buscar mi punto G y empezar a estimularlo mientras mi pene seguía entrando y saliendo de su boca. El placer cada vez sé hacía más intenso, de mi boca salían gemidos y respiraciones entrecortadas cuando hacia cambios de ritmo. No pude aguantar más, mi lengua estaba deseosa de encontrarse con su clítoris y notar como de su boca salían gemidos, a la vez que salían de la mía. Me di la vuelta colocándome de lado, con la cabeza a la altura de sus bragas, que mojadas intensificaban mis ganas de comérselo. Ella se acomodo también de lado con la cabeza a la altura de mi cintura. Entonces empecé a bajarle esa última pieza de ropa que me faltaba por quitar, y una vez logrado, con mi lengua bien mojada recorrí todos los labios y la vagina hasta dar con su hermoso y sabroso clítoris, que, con cada pasada de mi lengua, se hinchaba ligeramente dejándose ver con mayor facilidad. Notaba como mi boca se humedecía cada vez más, sintiendo como se lubricaba a la vez que dejaba ir gemidos de placer intenso mientras me tocaba con una mano. Deseosa de compartir su placer, me agarro el pene poniéndoselo de nuevo en la boca, mientras yo seguía lamiendo y succionando su clítoris con cambios de presión. Juntos nos hundimos en un océano de placer, sintiendo como la sensibilidad y el goce aumentaban cada vez más y más, su excitación hacia aumentar la mía, a la vez que la mía la suya. Fue entonces cuando ella empezó a dejar ir gemidos más fuertes, y noté como todo su cuerpo se tensaba y empezaba a temblar a la vez que mi pene seguía entrando y saliendo de su boca, acompañando su ligero movimiento de cadera con mi lengua para no separar su clítoris de mi boca mojada. En el mismo instante empecé a notar como empezaba a estremecerse mi cuerpo también y todo mi pene se hinchaba, hasta corrernos y fundirnos a la vez en un orgasmo que parecía no acabarse nunca.

Con el corazón acelerado y notando las pulsaciones del corazón en el bajo vientre, nos tumbamos los dos, uno al lado del otro abrazados, compartiéndonos y sabiéndonos confidentes de nuestros placeres más íntimos, mientras veíamos las nubes viajar con el viento a través de los arboles.

Me levante un momento para coger mi ropa, la suya y mi chaqueta para hacernos de manta improvisada. Nos juntamos bien aprovechando el calor corporal que nos quedaba y nos quedamos en silencio acariciándonos.

¿Que sientes Alex? – preguntó Ona mientras jugaba con mi pelo.

Yo me quedé pensativo, la miré un instante. Ella también me estaba mirando. Sus ojos reflejaban mi rostro, como si de un espejo se tratara.

Nose, creo que eres un espejo para mi. De alguna forma me reonozco en ti. Al estar a tu lado me siento contenido, escuchado, y eso me permite entregarme a ti con todo mi cuerpo desnudo. – Contesté – tanto emocionalmente como físicamente – dije entre risas intentando parecer sexy. –

Sabes? A veces tengo miedo… Miedo de imaginar que… Mmmh no, más bien, miedo a desearte y luego sentirte distante. Me siento vulnerable i frágil a veces contigo. Muchas veces puedo parecer seguro Ona, pero se que llevo muchos mas miedos por dentro de los que te expreso a veces. – dije mientras recorría por mi espalda un escalofrío. Respire profundamente como intentando agarrar aire, un pequeño nudo se me empezó a formar en la garganta… Agarré valor para mostrarme en esa vulnerabilidad, ya que no me fue fácil. El corazón me latía fuerte.

Que hermoso y frágil me siento cuando me entrego con sinceridad, a veces soy frio y me escondo entre sombras de inseguridad, mis mil mascaras interpretan fortalezas que enmascaran la emoción escondida en los rincones mas profundos de mi consciencia. La mayoría de veces no las conozco y, como cuando ando por la calle cruzándome con cualquier desconocido, no levanto la cabeza del suelo y sigo caminando como si de un fantasma se tratara.
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