Recuerdos

Recuerdos
No se si era por el frío de la calle, o por el viento loco que alborotaba mis ideas, pero esa tarde sentía la imperiosa necesidad de sentir a alguien a mi lado. Me dejé caer en lo más profundo de mi memoria y volví atrás en mis recuerdos. Hacía más de 15 años de aquella noche, fria como el hielo, y con una lluvia que no dejaba de caer obstinada en recordar que el invierno había llegado ya para quedarse.
Acudí a él hecha un lío, mis problemas con unos padres controladores y la dichosa universidad me tenían en un estado de ansiedad absoluta. Al llamar a su puerta calada y temblando no sabía que pasaría, sólo que necesitaba verle, hablar con él. Tenía la habilidad de ayudarme a ver mis problemas con perspectiva, en la distancia y con claridad.
Abrió la puerta, y tras ayudarme a quitarme el abrigo me invitó a pasar a su cuarto. Sobre la cama una enorme manta y varias velas encendidas por toda iluminación creaban una atmósfera de calma y acogida, como era él acogedor y cariñoso. Me abrazo y me sento en la cama, empezamos a charlar de todo lo que estaba en mi cabeza y poco a poco fui despejando las nubes que tenía en mi cerebro. Cuando ya estuve más calmada se ofreció a darme un masaje en la espalda, él sabía que todas mis tensiones acababan en las dorsales y quiso aliviarme. Me quité el jersey y me tumbé sobre la manta, con su sonrisa cálida me sugirió que tal vez sería mejor que me metiera bajo la manta, sin más ropa que la interior. Había confianza entre los dos y sin dudarlo acepté la sugerencia.
Envuelta en el calor de la manta y acunada por la luz de las velas empecé a relajarme. Pronto note el aceite resbalando por mi espalda, y sus manos extebdiendolo con delicadeza. Empezó por la cintura, cuidadosamente masajeaba mi piel, ayudando a que se relajara, poco a poco iba subiendo, deslizando en cada movimiento un poquito mas arriba hasta llegar a mi nuca.
Yo ya podía sonreír de nuevo, me sentía tan bien en sus manos! Se echo junto a mi en la cama pintando dibujos invisibles en mi espalda con los dedos. Acariciando dulcemente la piel que antes había masajeado con firmeza. Lo invite a acompañarme bajo la manta ya que el frío también se colaba por la ventana de su piso de estudiante. Ahí, bajo la manta, me abrazo y sin decir palabra beso mis labios. Un beso suave al principio, pidiendo permiso para continuar. Se lo devolví, con toda la intención del mundo y él acepto el envite.
Seguimos besándonos, cada vez con más pasión, las bocas más entreabiertas y las lenguas dibujando los contornos de los labios.
Mis manos recorrían su piel calida correspondiendo a las caricias que recibía de el, como si quisiéramos unir nuestra energía en una sola. Me ofreció su cuello como recipiente de mis besos y acepte la ofrenda, con cada beso y cada mordisco oía sus suspiros y pequeños jadeos de excitación despacio pero sin tregua seguí bajando por su clavícula hasta el pecho. El camino de los besos me llevo a sus pezones, duros, esperando ansiosos mis labios, jugué con ellos hasta que ya no pudo más y me tomo por las muñecas para tumbarme boca arriba, un beso largo de su legua jugando con la mía me anticipo lo que estaba por llegar.
Deleitandose en cada movimiento cogió mi cuello, lo lamio y mordió a placer, provocando mis jadeos y calentandome a cada momento más y mas. Llegó a mi pecho y con una sonrisa pícara en la boca comenzó a devolverme cada uno de los besos y mordiscos que yo le había dado a el, haciendo que mis pechos de hincharan, excitados.
Quise incorporarme pero suavemente me volvió a tumbar, su mirada me decía que aquello no había acabado, y bajó por el abdomen, sus manos iban y venían por mis piernas, cada vez más arriba las manos y mas abajo la boca, hasta que se encontraron entre mis piernas, las separó y hundió la cara entre ellas.
Sabía perfectamente como combinar su lengua y sus manos para excitarme hasta el maximo, llegar al borde del orgasmo y retroceder lo justo para volver a empezar hasta que ya no pude aguantar más el juego y tomando su cabeza con mis manos le indique que terminará con aquella dulce tortura. En ese momento su lengua describió remolinos por todo mi sexo hasta que con un grito el orgasmo me paralizó, me quedé exhausta tumbada mientras él volvía a deshacer el camino hasta mi boca......
Y en ese momento una llamada de teléfono me devuelve a la realidad, malditos operadores de telefonía, ya ni de los recuerdos puede disfrutar una!! *snief*
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