PISCINA, II PARTE
Relatos Eróticos: PiscinaRéplica la relato titulado ¨Piscina¨de @*****a44
La eyaculación masculina debería estar catalogada como una bendición de los dioses,
un acto sagrado en donde el eyaculador vierte su elixir de poder sobre una diva que provoca dicha erupción con las más puras artes de la seducción.
En esta ocasión fue EL TRIBUTO a una secuencia de acciones dignas de ser relatas con lujo de detalle.
Lo que sucedió esa tarde en la piscina fue una obra de arte que exigía de ser firmada con semen sobre esos pechos gloriosos.
El calor,
tu morboso devenir,
el olor a sexo y crema de sol,
tu piel
y esa corrida fantástica,
explosiva
y psicodélica,
eran elementos de un viaje sensorial de todo mi agrado.
Mi realidad se teñía de una textura vaporosa, una atmósfera con fotogramas desenfocados y estelas que le daban repeticiones visuales de cada movimiento.
Me sentía como el protagonista de una película de Emanuelle, bajo los efectos de la psicodelia de esa época!
Me invitas a entrar de nuevo al agua contigo,
a lo que yo respondo siguiéndote dentro de la piscina.
Me sumerjo detrás tuyo con un preservativo en la mano.
Tu cuerpo glorioso debajo del agua me obliga a alargar la apnea hasta poder proponerle una lucha a tu traje de baño con mi boca.
Sin mucha resistencia logró suprimir eso que me impedía tener trato directo con tu entrepierna.
Expulsión: roja directa para esa braga!
Mi estado era exultante...
estaba inspirado,
con el ímpetu de un cachorro y el morbo de alguien que sabe exactamente a donde va.
No dejo que te des la vuelta.
Beso tu cuello,
tus hombros,
tu espalda: a esto le llamo carretera 666 o la ruta del éxtasis.
Si circulo por ahí, tarde a temprano llegaré al Olimpo.
El impulso nos lleva a las escalerillas de la piscina, donde te acomodas en cuatro patas invitándome a entrar en ti de nuevo.
Ahora entiendo porque le dicen a ese dedo largo que todos tenemos en la mano, el dedo corazón. La inercia de la situación me lleva a estimular tu punto voluptuoso y estratégico con la yema de ese dedo.
El corazón se me iba a salir por ahí... quería entrar en ti, intoxicando con mis latidos el torrente sanguíneo de tu ser.
Con la otra mano comienzo a jugar con tus labios, a lo que tu respondiste en seguida con mordiscos coquetos.
El beat de una música electrónica que comenzaba a sonar se mezclaba con tus impetuosos susurros: “penétrame!”.
Y, como tus deseos son órdenes me enfundé el preservativo.
Acto seguido, mi varita de poder asomaba en la puerta de tu templo sagrado. Con esa mano con la que te masturbaba con el corazón en la mano, encaminé mi entrada en ti.
Pero no totalmente.
Solo la punta ingresaba como chafardeando, mientras que tú exigías que mi mano continuara su labor sobre tu clítoris.
Poco a poco fui entrando más y más en ti.
La música se escuchaba con más volumen, parecía que no estábamos solos.
Respiración sincronizada.
En cada inspiración mi humanidad estaba más dentro de ti.
En cada exhalación me regresaba un poco ( hasta donde trabajaba mi mano)
recorriendo con mi miembro cada milímetro de ese callejón oscuro y húmedo.
Volvemos a sentir el temblor ...
en el cuerpo.
Mi mano juega con tu pelo, que se convierte en las riendas que marcan una cabalgata desbocada y vertiginosa.
Nuevas convulsiones advierten la llegada de un nuevo tsunami,
un orgasmo que acentúas con gemidos,
gruñidos,
mordiscos,
besos
y nuevas peticiones.
“Déjame dar la vuelta”
Sin dudarlo un segundo me aparto un poco para permitir que se sientes en la escalera de la piscina. El agua te llega justo al nivel de tus pechos.
El sol comienza a morir, regalándonos la mística e inigualable hora azul.
La música cada vez suena más fuerte.
“No estamos solos” te digo.
“Déjala que goze ” me respondes mientras miras hacia la derecha. En un balcón había una silueta femenina bailando.
Vuelvo a entrar en ti.
Esta vez puedo morder y besar tus pezones,
puedo besarte los labios,
puedo someterte con la manos... crucificándote mientras voy más profundo.
Tus gemidos retumban más fuerte que la música. Quieres provocar a la audiencia.
Los estímulos sonoros me motivan mucho.
Conduces con ímpetu mi cabeza y me haces mirar a nuestra espectadora.
La silueta esta desnuda acariciando su piel con la punta de un plátano.
“Yo también quiero un plátano” ordenaste.
Fuimos al borde de la piscina. En cuatro patas comenzaste a jugar con esa fruta amarilla y tu vagina mientras yo lubricaba tu puerta de atrás.
La voyerista se volvía loca con su fruta, se masturbaba con mucha fogosidad a ritmo de la música techno.
El improvisado juguete y yo invocamos una nueva serie de orgasmos que se conjugaban finalmente en clave de squirting.
Los gemidos emanaban en stereo, tanto el la piscina como en el balcón, como cantos de sirena.
En el ocaso de nuestra aventura piscinera te tumbaste exhausta.
Yo aproveché para limpiar tu sexo con mi lengua y mis labios.
Las réplicas de los temblores aún te hacían estremecer.
Nuestra espectadora seguía hurgando su vagina con el plátano mientras murmuraba frases en italiano.
Lentamente comenzaste a quitar la piel al plátano. Le dabas lametazos mientras me mirabas a los ojos.
También mirabas hacia la ventana indiscreta.
Sosteniendo tu mirada yo hacia lo mismo con tus labios,
tu clíroris ,
tus caderas,
tus muslos
y el borde de tu ano.
La marea fue bajando con el paso de la noche.
De esta manera nos retiramos a nuestra habitación de hotel.
Después de una ducha de dos recibimos al servicio de habitaciones con un regalo:
Una botella de cava, la piel de un plátano y un número de teléfono.
“Te apetece un trío” me preguntaste.