Esos Despertares (III)

Esos Despertares (III)
Esos Despertares (III)

Ahora sí, estaban los dos a punto de caramelo. Habían pasado sólo unos minutos, pero parecía que el sol tenía prisa por salir, y ya picaba en la piel, haciendo que ambos notaran ya sus cuerpos algo sudorosos y ardientes.
• Uf!, cariño. Me tienes loco. Sólo pienso en estar dentro de tí. Te está gustando? - Preguntó él, esperando un sí como respuesta.
Ella, apenas pudiendo mantener la mirada, cogió su polla sin rodearla del todo con la mano, y la apretó aún más contra su vulva, mientras tiraba hacia atrás de la piel, dejando el glande más que de sobra al descubierto, dirigiéndolo hacia su vagina hasta que tuvo la cabeza dentro.
Él fue introduciéndola despacio, disfrutando de lo bien lubricada que estaba, dejándola entrar hasta el fondo fácilmente.
Mientras él acomodaba un poco más su postura, ella ya se estremecía provocando movimientos espasmódicos, muy excitada.
Intentó marcar el ritmo con movimientos de cadera, pero ella no respondía a ninguna regla, por lo que en una de estas que separó su cuerpo lo suficiente del colchón, aprovechó para cogerla por el glúteo con una mano, apretándola bien contra él.
Ahora sí podía llevarla donde el quería, y empezó a describir círculos con su cadera. Primero la derecha arriba, luego la derecha, y cada vez más rápido.
Cuando ya no pudo más, empezó con el mete saca más convencional. Primero con movimientos cortos, para pasar luego a un recorrido mayor.
Le hubiera gustado durar más, pero ya notaba ese cosquilleo recorriendo su pene desde la base.
• Quieres correrte conmigo, mi amor? - Propuso directamente.
• Venga, dámelo todo - Respondió ella con voz sensual.
Ya no hubo prolegómenos, y empezó a darle como ella había dicho. Se podía oír ese sonido, tan vulgar como ir corriendo con chanclas en una sala en silencio.
Se podía notar como las piernas de ella colgaban con el peso muerto, dejando todo el suelo pélvico expuesto al golpeo de sus testículos.
Menos mal que aquella vez, ella empezó a sentir el orgasmo antes, soltando sus ya conocidos gemidos, porque la eyaculación era inminente.
Lo bueno de que fueran pareja, era poderlo hacer al natural, sin necesidad de marcha atrás, por lo que sintió todo su alivio dentro de ella.
Notó como se erizaban su piel recorriendo su espalda hacia el cuello, y por fin fue saliendo el semen a chorros, de más a menos, hasta que apenas quedó nada y hubo que exprimir esas poquillas gotas que todavía iban acompañados por el orgasmo.
Empezaba ahí el periodo refractario, un pelín molesto, ya que sentía su miembro hiper sensibilizado. Pero aguantaba un poco más dentro de ella; se estaba tan bien.
Los dos se miraron, y empezaron a reir. Ya había terminado todo, y se fueron separando para volverse a abrazar y besar aún tumbados, hasta que uno dijo...
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