Esos Despertares (II)

Esos Despertares (II)
Pasaron apenas dos segundos mientras él decidía qué hacer; en aquella posición, la misión no podía ser fallida.
Pero era demasiado pronto para el estoque, aunque el tiempo no corría a favor de tan vigorosa plenitud. Tenía que hacer algo para mantener el climax vivo!.
Dejó caer el peso de sus caderas sobre la pelvis de ella, quedando el pene aprisionado entre sus pieles. Venús ofrecía un ligero acolchamiento a esa buena verga, pero notaba que su lubricación aún era insuficiente, y le tendía a molestar esa sequedad; ya no eran tan jóvenes como antes.
Adelanto su torso, acércandolo a los pechos de ella, con cuidado de apoyar bien su peso sobre sus codos en el colchón y ambos se miraban con los labios entreabiertos, con lo que aprovecharon para besarse un poco más, halando cada uno del labio de otro, como una competición del más deseoso..
En ese movimiento, de manera sigilosa y furtiva, separó sus caderas hacia atrás, deslizando su pene hacia la vulva, tan erecto que quedó inclinado ahora justo donde empezaban los labios mayores, cerca del clitorís.
Torpemente tuvo que mirar, y ayudarse mejor con su mano izquierda. Ella le ayudó flexionando aún más sus rodillas.
Nunca después comentaron ese momento, pero parecieron entenderse telepáticamente.
Entonces empezaron a separarse los labios al frotar su glande. Y ahí estaba el tan preciado fluido, que le cubrió de alivio como agua de Mayo.
Los primeros movimientos fueron circulares, para pasar luego a dar pequeños golpes con el descaro del que hace algo sin permiso.
Pero a ella le gustó, y no pudo contener lo que ya empezaban a ser leves gemidos, como susurrados.
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