"Encuentro a media noche"
Llegué corriendo a la sala vip del aeropuerto, sobre mis tacones de 15 cm, que "repiqueteaban" a cada paso que daba por la silenciosa terminal. Rezaba para mis adentros porque no hubiera nadie y poder darme una ducha antes de embarcar, de algo debía de servir haber cerrado un trato inmejorable para la compañía, qué menos que pagarme el billete en primera clase y a esas horas con suerte sería toda para mí.En la antesala me esperaba una preciosa azafata, de no más de 25 años con una sonrisa de oreja a oreja, apenas la saludé y pasé a la sala en busca de algo de intimidad para mi deseada ducha. Bajé un segundo la cabeza para empezar a descalzarme y me choque de "bruces" contra el vientre masculino más liso que creo recordar. Perdón, oí una voz grave y vi unos fuertes brazos que me agarraban para no perder el equilibrio. Con un hilo de voz, sólo atine a decir un gracias.
Hasta que subimos al avión no levanté la vista de los informes de la mejor venta de mi vida. Notaba sus ojos clavados en mí.... desnudandome con la mirada.
Ya en el avión cada uno nos sentamos en nuestros respectivos asientos en total silencio, como era de esperar, primera clase era para nosotros solos.
Adoro viajar, pero odio el momento del despegue y del aterrizaje, se me tensan todos los músculos y cierro los ojos con toda mi fuerza. Al abrirlos allí estaba mi usurpador de la ducha, con dos copas de champán, alargue la mano y me la bebí de un trago.
Se sentó a mi lado y se presentó, Miguel, viajaba por trabajo, debía supervisar el mayor hotel en construcción de la isla. Le conté que volvía a casa, tras cerrar el mejor contrato de mi vida para la empresa en que era directora comercial. De pronto el avión cogió una bolsa de aire y dimos un gran "tumbo", mis manos se aferraron a él, como si fuera el paracaídas. Lejos de apartarse, me agarró fuertemente y me besó. Uno de esos besos en que se unen los labios, húmedos, y a la vez sientes cómo la punta de la lengua se introduce en la boca,
buscando con ansia la otra.
Sus manos bajaron por mi cuello hacia el escote de mi blanca camisa de ejecutiva, con gran destreza desabrocho uno a uno los botones, dejó al descubierto mis pechos únicamente cubiertos por mi fino sujetador. Deslizó su boca hacia ellos los lamio avidamente mientras los masajeaba con sus suaves manos. Me tenía totalmente hechizada, había perdido la noción del tiempo - espacio. Note como su mano se introducía por debajo de mí falda, Ufffffff, lo deseaba. Deslizó mi pequeña braga hacia un lado, y comenzó acariciarme el clitoris hinchado como estaba. Con gran maestría introdujo dos dedos dentro de mí sin dejar de jugar con mi clitoris, su boca iba de la mía a mis pechos, era un torbellino de placer. Cuándo notó que estaba a punto del orgasmo y sin dejar de "tocarme" bajo su cabeza a mi sexo y recibió mi corrida en plena boca. Mmmmmmmmm lejos de apaciguarme, mi cuerpo demandaba más y casi le arranque los pantalones, ansiosa como estaba de su polla. Con un rápido movimiento , tumbó el asiento dónde me hallaba y sin darme tiempo a recomponerme, introdujo su miembro en mí, sin control, fuerte, con todas las ganas acumuladas desde que me había visto en la sala vip. Sus embestidas cada vez más fuertes iban acompañadas de mis gemidos de placer....
Recuerdo haber mirado por encima de su hombro y ver a un guapo auxiliar de vuelo, masturbarse entre las cortinas de separación con la cabina.
Pero mi cabeza estaba absorta en el placer que me proporcionaba mi amante. Sólo gritaba pidiéndole más y más fuerte. En una de las nuevas sacudidas del avión llegamos los dos al orgasmo más intenso que he tenido en mi vida (y no son pocos). Me dio un largo beso en los labios y se incorporó suavemente.
El botón de abrocharse los cinturones se encendió y nos arreglamos como pudimos. No podíamos dejar de mirarnos y sonreír, como dos típicos adolescentes. Cuándo el avión se hubo detenido, nos levantamos y cogimos nuestras cosas. En la puerta ya abierta, nos esperaba nuestro "voyeur" con una pícara sonrisa y una botella de champán en la mano.