MI VENTANA INDISCRETA
Mi ventana indiscretaLos días de la semana se mezclaban en los reflejos húmedos de la ciudad, convirtiendo mi devenir en un homogéneo suspiro que anhela otra época.
Regreso a casa conspirando en contra de la nueva normalidad detrás de la mascarilla, oliendo a hidro gel barato y sintiéndome un número más de una enorme lista de sumisos que ya no pueden ni desear por sí mismos.
Busco inconscientemente las llaves de casa cuando su silueta embrujó a todos los reflejos de la calle. La lluvia se detuvo sin aviso previo y esos huesitos debajo de su cuello me pidieron a gritos que los liberara de la tiranía del chubasquero.
En un segundo hice un elaborado performance de bondage con el cable de los cascos que culminó con una estrepitosa colisión de mi móvil contra el húmedo pavimento del portal de mi casa.
Ese ángel de piel morena se partió de risa detrás de la mascarilla y desapareció en las profundidades del portal de en frente a mi casa sin darme tiempo de evitar su huida.
Luego de una eternidad subiendo al Everest entro en casa. Me estaba despojando de toda esa ropa húmeda de lluvia ácida cuando descubrí sin premeditación un poco de magia que me esperaba en el cenicero. El salón se llenó de humo ceremonial mientras me relamía con el recuerdo de su pelo rizado, sus vertiginosas curvas (cintura menuda, pechos sublimes, caderas delirantes) y esa mirada que logró dejarme en llamas.
Sin advertirlo comencé a acariciarme fantaseando con su cuerpo y el mío jugando debajo de la lluvia.
Mi imaginación y mi mejor amigo comenzaron a despegar cuando sentí un impulsivo y frenético cambio d luces. En la ventana de enfrente estaba su silueta queriendo llamar mi atención.
Observe como comenzó a quitarse la ropa mientras bailaba lenta mente. La cortina asumió el papel de cómplice que ocultaba y resaltaba su piel iluminada a contraluz.
Me volvía loco notar como humedecía la punta de sus dedos en su boca antes d recorrer con garbo su cuello, su pecho y su abdomen dejando morir al movimiento en medio de sus piernas.
El tiempo se detuvo y solo escuchaba mi corazón que quería abrirse camino de mala manera a través de mi pecho e ir en búsqueda de mi nueva vecina.
Cuando sentí que estaba llegando al clímax del momento, la acción en la ventana de en frente se detuvo. Rápidamente advertí su inconfundible figura en el portal del edificio.
Eran más de las 22 horas.... el toque de queda no me detuvo y baje de dos saltos las empinadas escaleras del Everest.
Ella estaba allí.... descalza, con sus rizos al viento y todas sus virtudes que se entre veían debajo del chubasquero.
Y como por arte de magia estábamos frente a frente, como dos boxeadores experimentados amedrentándose con la mirada antes del primer asalto. Trate de balbucear yo no se que, pero ella lo impidió con un beso dulce, de esos en los que casi no te tocan, pero sus labios y su lengua incendiaron mi deseo y mi voluntad.
Me tomó de la mano y me condujo dentro de su edificio. En el entresuelo nos comimos a largos, voraces y emotivos besos caníbales mientras mis manos se deslizaban por su cintura como snowborders adolescentes bajando por pistas inéditas en el monte nevado de la mismísima Venus.
Subimos en su ascensor.
Ágilmente abrió mis pantalones y comenzó a jugar con mi mejor amigo y la idea de penetrarla mientras nos observábamos en el espejo.
Logre detener el recorrido endemoniado ascendente del ascensor para alargar el momento el máximo de tiempo posible. Incursione dentro de ella mientras mis manos inventariaban sus pechos y mis labios inspeccionaban sus hombros, su espalda y ese cuello que sabía a dulce, a caramelo y hasta a cielo e infierno al mismo tiempo.
Súbitamente las puertas del ascensor se abrieron. Las luces del edificio estaban todas encendidas y se advertía movimiento.
Había una alarma de incendio.
Bomberos y guardia urbana corrían como pollos sin cabeza escalera arriba y escalera abajo.
Con una voz casi hipnótica me corto el rollo de cuajo diciendo:
“ Tienes que marcharte.... ahora!
Envió al ascensor a la primera planta del edificio pero antes se bajo de él tan ágilmente que una vez más no pude reaccionar a tiempo.
Me fui muy confundido a casa. No entendía nada de lo ocurrido.
Ella desapareció del ascensor, de la ventana, de la calle, de los reflejos en los charcos y las ventanas. Desapareció d mi piel y del espejo pero quedo tatuada en mi inconsciente. En su edificio habían hordas de servidores públicos buscando apaciguar un fuego existente solo en mi pecho.
No sé cuánto tiempo paso.... pero antes del amanecer yo seguía en mi ventana buscando su silueta en el agua teñida con las luces de los bomberos y la policía.
Después de cuatro o cinto días encontré unas letras debajo de la puerta del Everest:
Llevo meses observándote jugar con los vinilos en ese microcosmos tuyo lleno siempre de humo. Tengo como hobby imaginar como son los tatuajes que se advierten en tus brazos y en tu pecho. Como será tu voz? No pienso desperdiciar ni un segundo en charlas pudiendo tenerte dentro de mi.
Hace unas lunas me llené de valor. Decidí dejarme ver y esperarte en una noche de lluvia.
Lo demás solo tú y yo lo recordaremos.
No me busques .... cuando menos te lo esperes estaré esperándote en los reflejos de esta ciudad húmeda que no nos pertenece.