El novio de Lola

El novio de Lola
-Tía, noticia, la Reme se ha tirado al Víctor.
Petra estaba eufórica. Podrían comenzar la semana con un buen cotilleo. Después de haberse comido un par de pollas el fin de semana, Lola y Petra parecían condenadas a pasar los días sin nada que llevarse a la boca.
• Tía, no me digas...cuenta, cuenta-repuso Lola, a la que por una vez le picaba más la curiosidad que el chocho.
• Tía ayer me encontré a la Reme. Ya sabes que a su marido no se le empina y la tía julandrona va más caliente que el palo un churrero. Me contó que le habías dado el teléfono de Víctor y la tía lo llamo el sábado por la noche.
• No se corta la Reme. Sí, le pica mucho el chichi, está claro. Yo no me tiraría nunca a un tío normalillo que, encima, viste fatal.- dijo Lola
Hacía medio año que Víctor era cliente de la peluquería. Profesor de literatura en un instituto, había invitado a Lola varias veces a cenar a su casa. La peluquera le daba largas, a ella le gustaban los tíos cachas y guapos, un punto malotes. Aquel profesor era un treintañero del montón, bastante mindundi y apocado. Además, a Lola le parecía que iba de sabiondo y eso la echaba aún más para atrás. Mejor pasárselo a alguna clienta necesitada. Y pensó en Reme, cuarentona, calentorra y muy necesitada de polla. Y la verga del profesor se suponía ávida de almejas.
-Tía, pero la Reme cuenta maravillas. El tío vive en un apartamento frente al mar, en la zona del puerto.
• Si, ya lo sabía. Siempre me vende lo del piso frente al mar para que le diga que sí, pero me parece que por mucho que diga Reme...
• Tía, que se la quiso meter por el culo y dice que nunca nadie le ha comido tan bien el coño.
• ¡Por el culo ! Vaya con el mindundi...-exclamó, sorprendida, Lola.
• La Reme está como loca. Ha empezado a llamarlo por las mañanas, a primera hora. Y mientras Víctor le dice que se la va meter hasta por la oreja, ella se hace una paja. La tía pedorra se le presenta por la tarde, sin bragas, y el tío se la endiña. La polla se le pone durísima y se empalma dos veces sin problemas...alucino con el maestrito- acabó Petra sus palabras, realmente asombrada.

Lola tuvo una extraña sensación. Le había comentado a Víctor que ella iba de otro palo en el tema tíos. La verdad es que el profesor quedaba muy lejos de su prototipo de hombre. Ella apreciaba los varones bien vestidos, de buen olor, guapos y bien formados. Víctor era uno más de los hombres que se veían por la calle, en fin, uno del montón que a lo más que podía aspirar era a emparejarse con una profesora insignificante como él. Habían llegado a una confianza cliente-estilista que no hacía imaginable un encuentro sexual. Lola se lo hacía con los tíos que quería, todos ellos atractivos para cualquier mujer...pero el apartamento frente al mar, la comida de coño, el sexo anal ( una de las preferencias de nuestra peluquera ) la decidieron a probar. Total, lo mismo esa misma noche podría olvidar a Victor tirándose a algún buenorro en el párquing de una discoteca.
Sí, decidió que la próxima vez que Víctor llamase a la peluquería para pedir hora aceptaría la invitación que, reiteradamente, él le había hecho.

Aquel sábado de febrero Lola se puso un legging sin bragas ni tanga, que fueron a parar a su bolso. Una blusa escotada dejaba ver uno de los tantos bellos y caros sujetadores que poseía. Cómodos botines la acababan de vestir y preparar para lo que a ella le importaba: la discoteca, a la que acudiría con Petra.

A la diez de la noche pulsó el timbre del apartamento de Víctor. Un hombre irreconocible le abrió la puerta. Encorbatado, bien calzado y perfumado, aquel tío parecía otro. A la espalda de Víctor, Lola pudo divisar el mar. Y delante del mar, en el comedor, se podía contemplar una mesa decorada, adornada por tres espléndidas velas.
La bella protagonista de nuestras historias avanzó hacia la mesa. Se paró pensativa, mirando el mar. A lo mejor la pedorra de Reme tenía razón y aquella podría ser una velada placentera.
• No puedo creer que estés aquí Lola- acertó a decir Víctor.- Es como si me visitara una portada del Playboy.
Lola sonrió. Ella tampoco terminaba de creerse que estaba con el apocado Víctor, a punto de meterse en una cama con él.
El pollo a la cerveza preparado por el profesor convenció a la peluquera, pero, como una cenicienta sexual, Lola tenia hora de reunión con Petra. Habían quedado a las doce. Y tenía que coger el coche para volver y reunirse con su compañera de correrías venéreas.
Lola decidió atacar.
• Víctor, quiero que sepas que soy sexualmente activa.
• No me creo nada, todas las que vienen aquí sueltan lo mismo. Luego...por aquí sí, por allí no...- provocó el profesor de lenguas.
-» Vaya, con el tontito, encima se marca faroles «- pensó Lola, para soltar...
• Yo no soy de esas. Si un tío me mola, me lo tiró. Para mí los hombres son de usar y tirar.
• Tendrás que demostrármelo- se atrevió a retar el professor.
• En mi cinqüe me lo he llegado a montar hasta con tres en una noche...claro que uno detrás de otro. Mi cinqüe es mi coqueto y acogedor picadero con ruedas.
El móvil sonó desde el bolso de la provocadora mujer. Era Petra.
• Petra, tía, espérate, que el tipo todavía ni se ha quitado los pantalones...
A la muy calientapollas no le dió tiempo a más. Las manos de Víctor descubrieron que aquel legging no cubría ni bragas ni tangas. Pero la polla del filólogo pegó un respingo asombrada por la presion desinhibida de la garra de la loba.

El chocho de Lola confirmó las palabras de Reme. El « tonto « no sólo sabía preparar pollo, sino que era un experto en la comida de conejos. Los labios verticales de Lola fueron morreados con una maestría sin par, mientras que el clítoris de nuestra hermosa protagonista daba gracias por la existencia de la lengua del filólogo.
• Nene, chúpame el culo- mandó la caliente loba.
El profesor obedeció. El ano femenino sintió como una lengua experta se hundía en sus entrañas.
• Nene....ufff...la polla...el cuuuloooo- ululó la muy hembra.
Víctor, con tranquilidad, se enfundó el preservativo y fue penetrando despacio aquel orificio que se afanaba en crecer, rogando que aquellos 19 centímetros de verga se enseñoreasen de su salivado interior.
¡ Aaaaahhhh... gracias, neeneeeeee...!- La corrida de la loba fue brutal, apoteósica,líquida, fluída,pastosa,sólida...única...total

• Me voy al lavabo- soltó Lola, jadeante.
Tardó cinco minutos en volver a la habitación y mostrar a Víctor una cara de felicidad que ni ella misma hubiera imaginado.
• Me ha gustado mucho, de verdad. Mañana te llamo. Ahora me espera Petra. Va a alucinar cuando se lo cuente.

Victor pasó la mañana del domingo contando las horas, con el teléfono como centro de su vida. No sabía que hacer, se movía como un león enjaulado, hasta que el sonido anhelado puso el móvil en su oreja.
• Víctor, cariño, me lo pasé como nunca contigo- dijo Lola con voz clara y convencida.
• Yo sí que disfruté como nunca. Me llegaste, Lola, y estoy colgado de tí, quiero que lo sepas.
• Tú también me gustaste.
El profesor se lanzó.
-Lola, no hay nada que desearía más que tener algo serio contigo. Si quisieras despertar conmigo cada mañana, mirando el mar, me harías muy feliz
La peluquera guardó silencio un momento. Ya le había dado vueltas a la posibilidad de vivir con Víctor. Como mujer práctica y experimentada había valorado pros y contras: funcionario, con un sueldo más que bueno, un trabajo de cierto prestigio social , un apartamento de ensueño y una polla incansable, el profesor era un buen partido. Pero la muy hembra no estaba dispuesta a abandonar su vida de libertad sexual. Le gustaban demasiado los tíos para limitarse a uno. Además, su carácter dominante y orgulloso no soportaría que su pareja oficial tuviese la misma libertad sexual que ella. Era así. No había nada que hacer. ¿ O sí ?
• Víctor, lo he pensado y me atrae la idea. Pero, te soy sincera, tengo condiciones.
La esperanza se posó en el corazón del hombre.
-Dime.
• Me gustaría ser tu pareja oficial, vivir contigo en ese piso frente al mar, pero conservando mi libertad sexual.
Victor calló. Le vino a la mente una vieja canción de Pablo Milanés. « La prefiero compartida, antes que vaciar mi vida. No es perfecta, mas se acerca a lo que yo símplemente soñé «.
• No es lo que yo pensaba- se sinceró Víctor-, pero me pones en todos los sentidos.
• Ah, y antes que contestes quiero decirte que no admito lo mismo en tí. Te quiero completamente fiel a mí. Tu eliges- cerró la hembra, con un deje que no podía disimular la inquietud de plantear condiciones injustas.
Víctor tenía 35 años, los mismos que Lola. Había estado casado, y había tenido relaciones con mujeres de su tamaño. El encuentro con Lola era un sueño, que podría ser cotidiano. A costa de una relación desigual.
« Tambien es desigual el atractivo entre Lola y yo «- pensó el hombre.
• Me gustas demasiado Lola. Sí, quiero que vivamos juntos. Quiero ser tu novio. Acepto tus condiciones.

Aquella noche el novio de la peluquera recordó la velada del sábado, y la hora del timbre que lo llevó al goce físico y prometía, ¿ por qué no? la felicidad personal. Como cantaba Serrat...




Y sí, pensó el feliz novio de Lola, « la muerte perdió por dos a cero «.
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