Pensamientos
Pensamientos de naturaleza roja pornográfica.Cierro los ojos y estoy al rojo vivo!
El erotismo sobrepasa lo estético y el arte muta en morbo y deseo.
Traduzco la procesión que llevo por dentro a letras, muchas de ellas inconexas, pero cargadas de todo eso que quiero sembrar en su mente.... con el fin de propagar mi ímpetu como un sismo (nivel cañón) que replique con fuerza a lo largo y lo ancho de sus carnes.
Mi poesía es una carnada que le tienta en el ciberespacio.
Imaginarle leyéndome me genera tal excitacion que se convierte en un vicio rojo de pandemia.
Letras que quieren ser deseo.
Deseo que quiere transgredir el tiempo y el espacio.
Y estos (como testigos) de lo que nos une sin tan siquiera habernos visto.
Fantaseo con sus medias de rejilla, sus respuestas comedidas y sus letras amables pero escuetas que dibujan entre líneas rasgos de si misma.
Luego de varios intercambios de ideas,
me motivo a torear su libido sin capote.
Recurro a mis rimas expertas en química y física, coqueteando con el combate cuerpo a cuerpo.
“Vamos por partes, quiero escucharte la voz”
Acto seguido, poseía las coordenadas para desvelar uno de los secretos.
Respiración acelerada.
“ Estas excitado?” Preguntó a modo de introducción.
El corazón quería salir por la boca para responderle. A la primera de cambio descifró mi acento y mis intenciones.
Jugamos a imaginar.... imaginar nuestros cuerpos tocándose,
nuestros ojos mirándose,
nuestros labios devorándose,
a tal punto que ya no parecía importar como éramos físicamente. Nuestras voces dibujaron un contacto mental y físico tan intenso, que la conexión telefónica se quedó muy corta.
“Quiero observarte” le dije con valentía mientras escuchaba los gemidos e imaginaba las maldades que podría estar haciendo mientras conversábamos.
Una vez más tomó la iniciativa y recibí una ubicación.
“Mirar y no tocar!
Si vienes ahora y te fijas en el ventanal de cortinas rojas, podrás hacerte una idea muy clara de con quien estás hablando”
En dos suspiros estuve allí.
Era una galería amplia que se podía estudiar desde la banca de un parque.
Me puse cómodo mientras advertí a una sombra delgada que bailaba, jugando con las cortinas.
Estaba entrando en un trance rojo visual cuando me asustó la alerta de entrada de un mensaje.
“Estas en la banca del parque?”
A lo que respondí encendiendo la linterna d mi móvil tres veces.
La silueta empezó a despojarse de la ropa.
Maniobras de provocación en toda regla!
Mensaje:
“No puedo más, sube! 3-2”
En otro suspiro estuve frente a su puerta, estaba entre abierta.
La luz que entraba por las ventanas dejaba entrever a una mujer delgada de pechos pequeños y piel multicolor.
Me acerqué tanto que le pude robar uno, dos,tres besos.
“Eres más bajito de lo que imaginaba, pero más sensual de lo que puedo soportar”
Y con lo dicho me quitó la ropa, deleitándose con mi olor y la textura de mi piel.
Re dibujo mis tatuajes con la punta de los dedos, retocándolos con los labios y la lengua.
Me arrodillé ante esa mujer de poder y adoré su sexo de la mejor manera que pude.
Su olor y su lubricada textura me incitaba a no parar.
Sus gemidos eran música para mis oídos.
“Penétrame ” ordenó!
A lo que respondí sentándola sobre la mesa del comedor.
Entre en ella con garbo mientras mis manos se recreaban con sus pequeños pechos y sus curvas. Tenía unos pezones de cine, protagonistas elocuentes de este medio metraje trepidante.
Se abrazó a mi como un koala,
mientras nuestros cuerpos chocaban coreográfica mente inspirando a el primer orgasmo: catarata de pasión que fluyó desde muy dentro de ella.
Rodamos por el suelo de parquet.
Ella se transformaba en una ninfa insaciable y yo mutaba en un guionista coral que proponía una historia plástica y húmeda con cadencia y ritmo.
Era un sueño como su condición múlti orgásmica bendecía constantemente mis incursiones dentro de su ser.
Juegos de posesión y sometimiento con las manos.
Mordiscos y besos.
Ojos cerrados y sudores varios que matizaban nuestro encuentro, convirtiéndolo en una guerra roja de frenesí.
Después de varias cúspides se recostó en mi pecho. Empezó a mimar a mi mejor amigo, exigiendo mi réplica blanca en respuesta a sus regalos envueltos en suspiros, rasguños e insultos en catalán.
“Dámelo!
Dámelo!”
Con una explosión digna de la carta XVI del tarot de Marsella dibuje en su piel todas las ganas que tenia de un ritual de estas características.
Mi espíritu estaba complacido y mi cuerpo me pedía más.
“ Si quieres volver... debes irte ya! “
Una vez más acaté los deseos de esa sensual y enigmática mujer de pechos pequeños.
Que ganas que tengo de repetir.