Triple para Lola

Triple para Lola
Domingo por la tarde. Lola, aburrida en el sofá, da vueltas por los canales del televisor. La noche fue productiva. Petra y ella dieron buena cuenta de un par de niñatos italianos.
Sí, le gustan los jóvenes, pero también aprecia el oficio, el saber estar, la seguridad y la experiencia de machos caballerosos y cincuentones,
El mando la lleva a la película alemana de la sobremesa de la 1. La típica trama: chica y chico se conocen. Empiezan una relación y ¡ oh, sorpresa! El padre de ella y la madre de él habían sido novios en su juventud. Lola se fija en el bien conservado actor maduro que da vida al padre. Alto, de espaldas anchas, bien afeitado, con un cabello rubio donde las canas ganan terreno y unos ojos azules expresivos, bellos y...humedecedores de la vulva de nuestra admirada Lola.
La peluquera introduce su mano bajo el chándal y las bragas mientras en la pantalla el actor alemán galopa un caballo blanco. Sonríe porque, en el tiempo que el corazón y el índice inician la labor de goce, su memoria se retrotrae a un anuncio de la infancia: una bella y rubia modelo cabalga sobre un magnífico corcel. Ese anuncio siempre le encantó. Lola se imagina ahora encima del hermoso y maduro actor alemán que es montado, dominado, disfrutado por la muy hembra.

La llamada del móvil la saca del placentero masaje. “ Bah, quiero llegar al final “- dice Lola en voz alta. El móvil no se calla. Nuestra protagonista agarra el teléfono en actitud de ataque
• SiiiiiÍ- La voz de Lola no puede disimular la rabia.
Al otro lado de la línea, se presiente alguien que duda
• ¿...Lola?
El chocho de Lola da un respingo. El clítoris ha asociado la voz a una lengua voluntariosa, perteneciente a una bonita cara.
• Pero si es David…Hola, David, ¡ Qué sorpresa !
• Lola, ¿te interrumpo ? Espero que no.
• No, tranquilo, estaba aquí, tumbada en el sofa, con la película alemana de los domingos por la tarde.
• Sí, he visto algunas, pero ya sabes que a mi me gusta más leer.
• Sí, ya sé que eres un tio guapo y de libros, por cierto que estoy en deuda contigo.
• No, Lola, quien está en deuda soy yo por haber podido disfrutar de tu maravilloso cuerpo.
• Gracias, nene, pero ya sabes que todavía tengo que chupártela.
David traga saliva. Acostumbrado a sus amigas veinteañeras, el desparpajo sexual de la mujer treintañera le produce una sensación de vértigo, combinada con un azoramiento que no hubiera imaginado.
-Lola, me pones a cien. Quiero invitarte mañana a un restaurante chino que conozco, ¿ Vienes a Gerona ?
-Sí, claro, mi chichi necesita la caza semanal del macho. ¿ Y qué mejor presa que un nene guapo y culto como tú ?
-Eres única, Lola.
• Me apetece verte en la librería. Quedamos allí y luego me llevas al restaurante. Ah, y no se te ocurra hacerte una paja, te quiero entero.
• Lo que tu digas, Lola.
• Un beso muy húmedo, nene. Hasta mañana.

El compañero de David se queda con la boca abierta. Una morena voluptuosa y minifaldera acaba de entrar en la centenaria librería y pregunta por el aprendiz de filólogo.
• Sí, David está en el almacén, buscando un libro de poesía. Ahora le aviso.
El dependiente abandona el mostrador a su pesar. Lola es un imán para los tíos, también para Pau, que a sus 25 años sueña com hembras como la que acaba de entrar, iluminando los penes de los afortunados mirones.
-Noi, tens visita. I em penso que estaràs ben content. - informa Pau a su compañero, sin poder disimular la envidia.
Los ojos de David se dilatan al ver a la peluquera.
• Hola, Lola, ¡ Qué guapa estás! Dame cinco minutos, y nos vamos al chino.
La bella y sensual mujer siente la mirada de los hombres sobre su cuerpo. En la librería hay cientos de libros. Hojea algunos y sonríe. Ha ido a parar a “ Trilogía sucia de La Habana “, un libro de cuentos duros, de sexo escatológico y popular, recomendado por Víctor, un cliente suyo con una mente muy, pero que muy calenturienta.
• Ah, ¿ te interesa ese libro ?- pregunta a sus espaldas la voz de David.
• Tengo un cliente en la peluquería que me pone este libro por las nubes. La verdad es que es un pesado. Es un tonto que no para de tirarme la caña, ni siquiera es guapo y viste fatal. No me pone nada, pero el tío insiste. Me parece que tendré que mandárselo a alguna clienta que lo único que quiere es una polla incansable. Ya sabes, cariño, que lo mío es la delicatessen sexual. Me lo puedo permitir. Por eso te he elegido a tí, nene.

El restaurante chino olía a clase. Pocos clientes ese lunes, pero la mayoría encorbatados. El rape con salsa de ostras que Lola degustaba le hizo soltar las pocas amarras que conservaba.
• David, cariño, lo prometido es deuda. Te la voy a mamar como ninguna tía lo ha hecho.
• Grrraaaciias…
• Pero no sé si sabes que la caldera de una mujer está en plena ebullición en los treinta bien cumplidos.
David seguía tragando saliva. El pollo agridulce que quería comer estaba casi intacto.
• Pídeme lo que quieras, reina.
• Tengo en el bolso un lubricante anal. Quiero probar una triple penetración. Y creo que tus compañeros están en el piso, ¿no?
• Sí, Oriol y Pere están en casa.

David temblaba y sudaba, ajeno a los cinco grados que a esa hora de la tarde enfriaban Gerona. El watsap de Pere y Oriol se estremecía de emoción y deseo.
Aquel lunes siempre sería recordado por los tres estudiantes gerundenses. Mientras la muy hembra metía sus fauces en la boca de los dos amigos del librero, éste sentía la garra de la loba en su polla.
Las pichas tomaron unos tamaños desmesurados, que anunciaban el destrozo de los pantalones de los jóvenes.
• Cariños, voy a untar mi precioso culito. Poneros la goma.- ordenó la loba.
El ano de Lola sintió como el lubricante se regaba en su interior
Agarrando a Oriol lo tumbó boca arriba en la cama, ensartando la picha en el chocho.
• Ufff...anda Pere, métemela poco a poco en el culo.
Torpemente, temblando, emocionada, la verga de Pere se abrió paso por el ano de la muy hembra.
• ¡ Vaya pollones, nenes…”
Faltaba David. Lo asió del cipote y empezó a mamarlo golosamente. No tardó el estudiante en descargar su leche en la boca de la caliente hembra que, ávida del jugo de ese macho, tragó con delectación el semen del librero.
Mientras zampaba el líquido por la boca, Lola también recibía dos buenas descargas por el culo y por el coño.

Exhaustos, los muchachos perdieron las palabras. Lola se despidió con un par de besos. David acertó a decir:
-Gracias, muchas gracias. No me lo puedo creer.
• Bien las puedes dar. Nunca me trago la leche, pero estaba en deuda contigo. Supiste aguantar y perseguir a la hembra. Empiezas a aprender.

La bella Lola continuaba gozando. Había experimentado su primera triple penetración. Era una mujer libre, dispuesta a disfrutar de los hombres con total plenitud.
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