Oh là là
Subo a mi bicicleta sin rumbo fijo y por arte de magia acabo en la playa.Busco el lugar menos concurrido para atar la bici, quitarme la mascarilla y sentarme a contemplar el ronronear de las olas.
Una voz muy dulce interrumpe mi trance:
Perdona, tienes un mechero?
Cuando estaba respondiendo que no fumo, mis ojos brillaron al ver a la fumadora en cuestión:
Morena con el pelo corto, rizado.
Ojos color océano y una piel que invitaba a la exploración exhaustiva.
Era como una MILF de catálogo. Hermoso ser distante de ser una niña pero con toda la magia y la sensualidad de un alma joven.
A partir de ahí nuestra conversación fue una rápida partida de tenis, pero mi atención no podía estar en otro lado que en su cuello, sus labios y la silueta que se asomaba a través de un vestido vaporoso y muy, muy inquietante.
Mi demonio interior dio un paso al frente y propuso:
“Te apetece tomar un vino? “
A lo que ella respondió que le estaba leyendo la mente.
Me tomo de la mano y me llevo al hotel con forma de Vela.
Pidió las llaves de una habitación y cruzó unas palabras en francés con el chico de la recepción.
Entramos en el ascensor y paradójicamente se tropezó al entrar, cayendo en mis brazos.
Fue la ocasión perfecta para probar sus labios dulces e inspeccionar su figura con mis manos curiosas.
El recorrido se hizo muy corto. Entramos dando tumbos en una habitación con unas vistas espectaculares.... totalmente desperdiciadas porque yo solo tenía ojos para ella.
Pidió un tiempo muerto y abrió una botella de vino de su tierra. Apenas estaba mojando mis labios cuando su vestido desapareció.
Tenía ante mi a una diosa piel de plata, ojos de alta mar y actitud huracanada.
Torpemente hice lo propio y me puse en igualdad de condiciones.
Y se desató una coreografía inverosímil:
Mis manos inventariando sus rincones.
Olores cruzados.
Miradas con efectos especiales.
Ingravidez en los movimientos.
Mis labios con la escolta de mi lengua provocando a sus poros,
sus curvas,
sus huesos en las caderas,
su entrepierna…
Con la valentía de un colonizador me sumergí en su tesoro escrupulosamente rasurado.
Palabras balbuceadas en francés
Oh Làlà!
Con esa gran motivación mi lengua embistió su humanidad como si no hubiera un mañana.
Ese clítoris Parisino sabia a gloria! Todos sus labios eran carnosos, dulces y envolventes... a juego con sus gemidos.
Caudales de agua bendita goteaban por mi barba como un manantial que fluye desde las montañas sagradas.
Era el cambio físico de nuestra humanidad ardiente que se transformaba en néctar.
Aproveche el momento de frenesí y vertí la botella de vino sobre su cuerpo
Las sábanas y nuestra piel se tiñeron de rojo sangre mientras nos devorábamos a besos.
Mi amiga francesa fue a por mi mejor amigo y lo invito efusivamente a entrar en ella.
Me cabalgo como si fuera un pony,
un caballo de paso fino,
un toro de rodeo,
o todas las anteriores.... con la dulzura propia de una diva que se entrega en cuerpo y alma mientras apretaba mis manos y cerraba los ojos.
Aquí y ahora, invirtiendo frenéticamente la posición.
Las horas se atropellaron y pronto el sol tiñó de energía a la mar.
Al ver la luz del día se puso muy seria, se acurrucó frente a la ventana y comenzó a acariciarse.
Me invitó con un gesto a acercarme y acto seguido:
Sedujo a mi mejor amigo realizando una garganta profunda poética y emotiva.
Nuestras siluetas dibujaron de sudor los cristales mientras ella celebraba la presencia de mi leche en sus labios y sus pechos.
Nuestros cuerpos seguían entrelazados en la cama, la ducha, en el pasillo, sobre el escritorio y de nuevo en la cama.
Llegó la hora del desayuno. Room service!!
Fresas y trozos de mango resbalaron por mi torso tatuado a su boca.
Nata montada de mi mejor amigo a su lengua.
Uvas en su ombligo y chocolate en sus pezones.
Como todo sueño .... llego a su fin luego de un último juego en el lavabo.
Frente al espejo, mirándonos fijamente entré por la puerta de atrás mientras mis manos sujetaban sus rizos y mis besos resbalaban por su espalda tatuada.
Ella mordía mis dedos con furia mientras yo irrumpía en lo mas profundo de su ser.
Acto seguido mi amiga desapareció corriendo al aeropuerto… prometiendo volver a Barcelona y repetir.
Vuelvo a subir a mi bicicleta, con un sabor de boca afrancesado y ganas de seguir disfrutando de la magia de Barcelona.