Acompañando a Sonia
ACOMPAÑANDO A SONIAAquel sábado me levanté con una erección terrible. En el lavabo me masturbé soltando un chorro de leche tremendo. Estaba cachondísimo. Esa noche por fin acompañaría a Sonia a la discoteca. Sí, aquella Sonia que había sido la inspiración de las pajas de tantos y tantos nenes del barrio. La misma morena, culona, guapa, que se morreaba con 5 o 6 tíos en la misma fiesta. La hembra caliente que besaba como nadie, la que te metía la lengua hasta la campanilla y te repasaba con la puntita todos los recovecos...la que se lo hacía con todos los chicos guapos del barrio. Sí, bellos, hermosos, porque Sonia decía que la belleza era totalmente imprescindible.
Yo soy feo.
Me llamo Blai. Aficionado a los libros, los discos de cantautores y a las mujeres. De los primeros tengo cientos, de las segundas cero, nada. En mi calle me dicen “ el feo “. Me consuelo pensando en gente célebre en mi situación. Músicos como Jacques Brel, Pedro Guerra, Noel Nicola...feos y con mujeres. Al menos queda la esperanza.
Conozco a Sonia desde la escuela. Es buena, libre, caliente, desinhibida...zorra. Carburante de mis pajas
Sonia llevaba unos meses de rollo con un tío cachas y guaperas...cuando me la encontré en la calle. Iba yo absorto en mis pensamientos, pero divisé delante de mi , a unos metros, una minifalda enmarcando un espléndido culo, Las medias que satinaban las piernas me produjeron un empalme súbito. Aligeré el paso para ver la cara de la chica...¡ Era Sonia !
Ella me miró dos veces antes de reconocerme:
• ¡ Pero si es Blai ! Me tendió la mano y yo se la estreché...hubiera preferido un par de besos, pero mi inseguridad hizo que me mantuviese a distancia.
-¡ Sonia, cuánto tiempo ! Hacía meses que no te veía por el barrio.
Sonia me explicó que había roto con su chico, Llevaba una blusa abierta y enseñaba un precioso sujetador de encaje que dejaba a la vista parte de sus tetas. “ tan calientapollas como siempre “-pensé.
. He vuelto a casa de mis padres.- me dijo. Y ahora libre, quiero volver a mi vida de loba de discoteca...ya me conoces, Blai.
Siempre me había hablado así, desde una confianza que las mujeres sólo tienen con gays o feos tímidos e inofensivos, como yo.
-” Me llegas caído del cielo, chico. Me apetece mucho ir esta semana a una disco de la costa. No tengo coche, no quiero ir con ninguna amiga que me marque el terreno, todas son unas envidiosas ¡y me lo quiero pasar bien…! ya me entiendes. Tu premio será hacerte una buena paja con todo lo que veas. ¿ Hace?-Sonia me guiñó un ojo mientras se pasaba la lengua por sus hermosos labios. Me quede de piedra, la tía no se cortaba. Rojo y tartamudeando, le dije:
• ¿ Ccccuaando te paaassoo a bbuscar…?
-El sábado, a las 11, me pasas a buscar con tu coche.- ordenó Sonia, mientras me tendía la mano y guiñaba un ojo.
Se giró y yo me quedé parado, en medio de la acera, con la boca abierta y flipando con el hermoso culo que se contoneaba calle arriba.
Sí, me había tenido que masturbar tres veces aquel sábado. Pero mi coche y yo flipamos al ver, cerca de la medianoche, el culo y el chocho de Sonia enfundados en un legging negro que le hacía de segunda piel. No llevaba bragas. Un corpiño enmarcaba su espléndido par de tetas y sandalias brillantes la acababan de convertir en una hembra brutalmente deseable.
-Buenas Blai. Llegas puntual. La disco abre a las doce y hoy quiero follar- dijo Sonia, tendiéndome la mano y guiñándo un ojo.
Tardamos media hora en llegar a una discoteca de aquel pueblo de la Costa Brava. Era verano. El garito estaba lleno de veinteañeros italianos morenos, guapos, convincentes, dispuestos a meterla en cualquier agujero femenino a la mínima oportunidad.
• Anda, Blasito, tráeme un cubata de Havana. Te dejaré mirar...ya me darás las gracias, pequeñín.
Le conseguí el ron y me senté en uno de los sofás, en un rincón. “ Yo era el último mono, un innoble mirón solitario “, que contemplaba, con la verga dura, como Sonia acercaba su culazo al paquete de dos tipos. Era impresionantemente sexual. Al ritmo de un reggetón de moda, la chica de barrio se movía de derecha a izquierda frotando su trasero en el paquete de los tipos. Alucinaban. Ella se giró hacia el más alto y asomó una lengua caliente hacia la boca del niñato, que se quedó con ella abierta, mientras Sonia se giraba hacia el otro italiano, pasándole la mano por el paquete, antes de sentarse junto a mi.
-Mira, Blasito, estos dos empiezan a saber que hoy es su día de suerte. Tráeme otro cubata, quiero estar bien perraca.
“ Ya lo estás”, pensé, mientras me dirigía a la barra. Aunque le hacía señas, la camarera no me hacía caso “ porque siempre hubo clases y yo soy el hombre invisible “. En la espera pude ver como el par de nenes italianos estaba junto a Sonia. Ella los morreaba a derecha e izquierda, les metía la lengua y dejaba que le sobasen las piernas y las tetas. Por fin un camarero se apiadó de mi y me sirvió el Havana. Temblando, sofocado y con el pene duro conseguí llevar el cubata a los sofás. Sonia estaba de pie, los italianos detrás de su culo con cara de dolor de huevos.
• Blai, tengo el chichi a cien. Quiero tirarme a estos dos. Síguenos.
Se bebieron el cubata entre los tres y salieron de la disco.
Mientras caminaban enlazados los italianos le comían la boca a Sonia. La muy hembra chupaba ora a uno, ora a otro, con la ansiedad de la mujer que necesita dos machos hermosos en la cama para quedar plenamente satisfecha.
Atrás, a diez metros, volví a recordar a Sabina...” yo tambíen sé jugarme la boca. Yo también sé besar “ . Eso le diría a Sonia si me proponía de nuevo que le hiciera de agregado.
Llegamos al descampado donde tenía el coche. Sonia me hizo una seña para que lo abriese en la distancia. Cogió el “ paquete” de Luigi y lo metió en el coche. Le bajó el pantalón y se la metió de un golpe en la boca, succionando la verga del italiano. Cuando la transformó en dura, se quitó el legging para clavar la polla en su mojado chocho. No tardó el nene en mezclar su leche con los jugos de Sonia.
Era el turno de Mario, que ya empalmado, vio como la joven hembra le bajaba el slip y se introducía el cipote de 20 centímetros en la ardiente cueva...que no demoró ni 2 minutos en chorrear un líquido blanco y pegajoso que manchó la tapicería de mi Seat Ibiza.
Con dos besos, Sonia se despidió de los nenes transalpinos. Ya en el asiento del acompañante...
-” Tengo sueño, Blasito. Y encima los dos niñatos se han corrido y no me he enterado. Me haré un dedo cuando llegue a casa. “ - susurró mi compañera de noche antes de adormecerse
Una hora después yo estaba en la cama. Sonia había salido del coche sin despedirse siquiera. Recordé lo que me había sugerido el día de nuestro encuentro: “ Tu premio será hacerte una buena paja con todo lo que veas.”
Eso fue lo que hice, antes de poner aquella canción de Sabina, que constituía toda una promesa que habría que cumplir.
” Porque el mundo es injusto, chaval,
Pero si me provocan
Yo también sé jugarme la boca,
Yo también sé besar “
Y cerré los ojos, soñando que la próxima vez el “ imposible parecido al amor “ se convirtiera en sexo con mi ardiente y libre Sonia.