MIRANDO AL MAR
MIRANDO AL MAREra un noche sin luna llena, el aire sereno y aquella mujer necesitaba relajarse de un duro día cotidiano. La mar era su paz y su calma. Siempre soñaba con fundirse con las olas del mar.
Pasamos al relato.
Llevaba un vestido ibicenco mientras abría los brazos mirando al mar, sus brazos decían ámame como si no hubiera un mañana. No se veía nadie alrededor, pero nuestra protagonista notó un aire fresco que recorría todo su cuerpo y algo que comenzaba a acariciar sus tobillos. Su primera impresión era que algún animalillo se cruzaba en camino, pero esa mano comenzaba a subir lentamente sobre sus suaves muslos. Su primer impulso era intentar abofetear al ente oscuro.
Su instinto le dijo: NO. Eran tan placenteras aquellas caricias y si seguía subiendo la mano el rubor llegaría a todo su cuerpo. Su piel se erizaba sin motivo aparente, pero ¡que relax y excitación! producía aquella mano que no parecía humana.
La mano subió y subió hasta sus poderosas nalgas, su corazón palpitaba aceleradamente, la razón le decía que parará ya, pero su deseo le pedía que subiera un poco más.
Se cumplieron sus deseos y la desconocida mano introdujo lentamente sus dedos entre el tanguita y su chochito. Se quedó totalmente paralizada, sin saber como reaccionar. Sólo le quedaba una opción disfrutar, comenzó a jadear mientras la mano jugaba con su tierna cavidad, un dedo a un lado, dos al clítoris, luego tres dedos para empezar a masturbar. Ummm era el único sonido que atinaba a conjugar.
Decidió dejarse llevar como el embrujo de una danza tribal. No llegaba a verle la cara al ser desconocido que seguía trabajando con dulzura su chocho. Los dedos no podían ser más agiles y enérgicos, siempre a ritmo acompasado sin dejar de parar. Sin darse cuenta jadeo y jadeo hasta soltar el caliente y salado elixir de su chocho. ¡Que placer, nunca le habían masturbado con tanta delicadeza y destreza!.
Quería verle la cara, pero él se lo impidió. Con destreza le abrió las nalgas humedecidas por el acto anterior e introdujo su miembro en el centro del mundo, su coño. Que polla más tersa y dura, como se meneaba, como follaba, era increible, como se movía, paraba, seguía, buscaba todas las cavidades de su chocho, y seguía follando y follando sin parar. Era un frenesí, una locura, que polla, no era normal, jamás había visto una polla con tanta destreza, duro, tierno, suave, duro otra vez......
¿Cuántas veces se corrió?.... La verdad nunca se sabrá, pero parece que se estaba muriendo de placer...
Intento ver su cara, pero le fue imposible. Solo detecto un tridente y una voz acompasada que decía a través de las olas del mar: "A una Diosa únicamente la posee un Dios"