EL TREN PARADO

EL TREN PARADO
EL TREN PARADO
Alla por el siglo XX aún existía el servicio militar. Este joven muchacho cumplía con sus obligaciones militares en la bonita ciudad de Zaragoza. Todos los fines de semana buscaba el calor de su hogar en su ciudad natal. Esto significa que los domingos a última hora de la tarde debía volver a sus quehaceres patrios.

Aquella noche de niebla y frío invierno iba a ser especial. Se subio una vez más a aquel tren denominado "Intercity". Los más jovenes no sabrán como eran esos trenes. Cada vagón constaba de varios compartimentos donde se podían aposentar ocho personas. En esta ocasión el tren iba casi vacio, apenás se veían viajeros en el anden. En el compartimento solo iban nuestro joven militar y una mujer de aproximadamente unos cuarenta años.

El viaje transcurría con desidía. Nuestro joven permaneció en duermevela durante casi todo el trayecto. Apenás quedaban unos 40 km para llegar al destino cuando él decidio ir al baño para cambiarse de ropa y ponerse el traje de militar. Tiro de su bolsa de viaje con tan mala suerte que el asa se enganchó en la palanca de emergencia y el tren paró bruscamente. Estaba totalmente ruborizado, cuando la mujer cogío al chico de la mano y se lo llevo presurosamente al baño. No entendía nada, ¿Que estaba pasando?.

Ella se levantó la falta y se quitó las bragas sin más dilación. Yo no sabía que hacer, pero ella si. Me cogió de la nuca y acerco mi boca a su chocho. Susurró a mi oido: "Vas a aprender a comerte un coño". Acerque mi lengua con mucho nerviosismo, pero mi lengua estaba totalmente humedecida y mi polla rompía mis pantalones. Yo estaba vestido, no me había dado tiempo a nada. Seguí sus instrucciones, comenze a lamerle con la lengua en posición horizontal sus labios inferiores y lentamente iba subiendo hasta sus labios superiores. Empezaba a gemir de placer y yo ya había manchado mi slip. Seguí succionando hasta llegar al clítoris, en ese momento la lengua hacía la campañilla y ella soltó un gritito de placer, pero se retuvo y sin más dilación cogio mi mano izquierda y se introdujo dos de mis dedos en su ano. Movía el culo a ritmo sabrosón y yo chupaba y chupaba su coñito, incluso me atreví a darle mordisquitos al clítoris. Su cuerpo comenzó a estremecer y se corrió en mi boca. ¡Que rico estaba ese juguito!

Mi polla estaba tan erecta que tenía un dolor enorme por la presión de la ropa. Me desnudo y sin mediar palabra agarró la polla como un felino agarra su presa y comenzó una felación que yo no había saboreado en mi corta vida. Me quede perplejo cuando su mano acarició mis gluteos e introdujo parte de su mano en mi ano. ¡Que placer desconido para mí!.

La polla aún creció más, nunca la había visto tan grande, y se la introdujo en su coñito, que placer sólo el entrar en esa cavidad jugosa y tersa. Comenzó a moverse de manera acompasada cuando comenzó a gemir y yo eyaculé de manera brutal.
En ese momento el tren reanudó su marcha, salimos presurosamente del baño y nos sentamos sin hablar en nuestro compartimento

Llegamos al destino y de su boca salieron estas palabras:
"No ha estado mal, pero debes mejorar"

Al cabo de unos meses, poco antes de cumplir el servicio militar la vi pasear con un militar con varias estrellas. ¿Quién era aquella mujer?. Nunca lo sabre....
*******974 Mujer
81 Publicación
¡Uy, el placer de lo prohibido y las primeras experiencias! Es un relato a flor de piel, sin juicios de valor, sin cuestionamientos... solo va siguiendo la perspectiva del que narra (que aparece por sorpresa a mitad del texto que hasta ese momento se contaba en primera persona) y desde luego consigue meterte en la escena en ese tren, con la emoción del descubrimiento de estos nuevos placeres. Me ha gustado mucho.
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