Noche de verano en Granada
No podía con su alma . Estaba agotada y con los pies doloridos de las cuestas . Los fines de semana que bajaba a Granada eran así, llenos de planes. El haberse puesto unas cuñas de finísimas tiras que se le estaban clavando en los dedos había sido una pésima idea y le estaba amargando la noche, pero no había podido resistirse al verse los pies tan morenitos.Se sentó en el césped detrás de la piscina apoyada en un árbol ,se quitó las sandalias mientras el resto pedía en la barra de la discoteca.
-'Oye,¿No pensarás estar aquí sentada toda la noche', preguntó Sara.
-'No ,me bebo la cerveza y entro. Lo prometo.
-'Yo sé dar buenísimos masajes', dijo en español el chico inglés con el que estaba enrollada su amiga .
-'Pues ,mira ,justo lo que necesitas tú', dijo otro chico con el que iban.
-'Ufff,no,no. Yo es que tengo mucha sensibilidad en los pies y solo dejo que me los toque mi chico'.
La sonrisa del inglés dejaba ver que había captado perfectamente al tipo de sensibilidad que se estaba refiriendo.
Se marcharon todos dentro y ella se quedó allí sola. Después de quitarse las sandalias respiró profundamente el aire cálido lleno de azahar y cerró los ojos. Cuando los abrió, lo vio a su lado mirándola fijamente.
No le dio ni tiempo a decir que no era buena idea ,el pie ya estaba entre sus manos.
Empezó a masajearlo de forma suave ,pero firme y su respiración pasó a ser un suspiro y luego,un leve gemido abandonándose a las sensaciones.
El pie entero, el arco por debajo , los dedos , las plantas con las yemas de los dedos... La energía de sus manos subía por sus piernas abiertas casi del todo y se convertía en una excitación que bloqueaba todo el dolor que sintiera antes.
Jacob le preguntó en inglés si estaba cachonda y ella asintió. Le dijo que él también y que le encantaban sus pies tan pequeños y redondos, que le gustaría lamérselos, chuparle los dedos, comprobar lo excitada que estaba... pero que no podía pasar de ahí porque no estaba bien, aunque no tuviera nada serio con Sara.
Antes de irse , le dejó un beso caliente y lento ,de esos que te llenan la boca y te conectan con el resto de tu cuerpo.
Se quedó ahí ,con los ojos cerrados atontada, notando el corazón a mil , el clítoris palpitando contra el encaje y los pezones tan duros que le dolían. Empezó a imaginar todo lo que le había dicho que quería hacerle y notaba las oleadas de placer interior contrayéndose al ritmo de un leve vaivén de cadera , deseando que fuera real .
La voz de Sara , que iba agarrada de Jacob, la saco del trance: ‘Oye, que…esto una cosa , que he hablado con él, me ha contado y que bueno… que quizás deberíamos coger un taxi los tres e ir a casa para relajarnos juntos…¿qué te parece?’.