„„„No, pero tenemos ganas de que ocurra.
O una cata de vinos con final feliz 😊
También suena interesante! Jajaja
¿Algo así?
Su preparación llevó su tiempo, doce invitados, doce botellas, 72 copas artesanas austriacas y un entorno relajante, con el Mediterraneo y el Peñón de Ifach testigo de lo que iba a ocurrir.
El reparto de una botella entre doce necesitaba de una especial pericia por lo que al servirlo personalmente, y ser el último en servirme corría el riesgo a tener la copa vacía.
El dress code debía ser sugerente, con clase, y que incitase al juego en parejas o grupo. Empezamos
el viaje con un Chardonnay del Nuevo Mundo, una bomba arómatica embriagadora, sus melocotones, cítricos, así como el juego de su sutil acidez, fue ideal para empezar esta fiesta de los sentidos.
No había llegado a las posteriores botellas de tinto, cuando veía que las manos, ya no iban tanto a las copas
y si a acariciar con gracia el cuerpo del sentado al lado. Notaba ya excitación en el ambiente, por lo que me apresuré con los espumosos. Champagnes con tiempo en botella, y diminutas como juguetonas burbujas que coincidieron con los primeros participantes yaciendo desnudos en las camas redondas que rodeaban a esa lujosa mesa de cata.
Un grupos de tres, y dos de cuatro se formaron de forma aleatoria. Penes y coños en bocas, primeras envestidas de algunos, sinfonías de gemidos se mezclaban con el rugir del cercano oleaje. No tardaron en llegar los primeros orgasmos, lo que me incitó a participar como uno más y sumergirme en ese mar de placer sin fin.
Pasaron las horas, y la estampa de esos cuerpos desnudos iluminados por las primeras luz del alba, era un retrato y homenaje
al placer, al arte y al descanso.