Pasión

Suena mi teléfono y veo tu nombre.
• ¿Dónde estás?- te pregunto.
• Fuera- contestas.

Salgo nerviosa y te veo. Todas tus fotos acuden a mi mente, me las he aprendido de memoria de tanto verlas, pero tus ojos clavados en los míos son aún mejor de lo que había podido imaginar.
Me coges entre tus brazos en un abrazo que traspasa nuestros cuerpos. Te voy a dar dos besos, pero nuestros labios se buscan y se funden en un apasionado beso.

Subimos a mi habitación cogidos de la cintura. En el ascensor volvemos a besarnos con dulzura y pasión y apenas abrimos la puerta ya estamos acariciando nuestros cuerpos y quitándonos la ropa que no hace otra cosa que estorbar.
Tu cabeza se pierde entre mis muslos y mis gemidos y suspiros van en aumento. El corazón me late desbocado y tu lengua investiga cada uno de mis recovecos hasta dejarme satisfecha y empapada.
Tu cuerpo sube y tus labios me envuelven como lo hacen mis piernas con tu cuerpo para introducirte dentro de mi. Mi cuerpo tiembla ante todos tus roces dentro y fuera de mi cuerpo. Tus besos me vuelven loca, y sentir cómo se unen en un fuego que crece sin parar en nuestro interior y fuera de él hacen que tiemble como una hoja ante un huracán.
Nuestro sexo es salvaje, tiene muchas ganas acumuladas. Mis manos acarician tus tatuajes, mis uñas se clavan en tu piel dura, en ese cuerpo cincelado a base de esfuerzo y ejercicio. Ambos estamos en un estado de excitación aún más salvaje de lo que nunca imaginé.
Tu voz me atrapa como todo tu cuerpo y mientras una de tus manos me coge del cuello no quiero que pares. Quiero sentirte dentro y fuera, que nos quedemos así para siempre.
Me pones hacia arriba, abajo, de lado, pero no siento incomodidad, solo te siento a ti, tus embestidas, el sudor de nuestros cuerpos y nuestros gemidos que parecen provenir de lo más hondo de nuestras gargantas.
Tus caricias no cesan. Me colocas en el borde de la cama para seguir penetrándome desde ese lugar y mi mano hace agachar tu cabeza para que tus labios vuelven a hidratar mi boca.
Cambio de posturas, mi boca te devora ahora a ti, aunque me haces subir de nuevo a tu merced. Y yo, no puedo hacer nada que no sea disfrutar de ti y de todo lo que estamos haciendo.
Nuestras manos se aferran unas a otras.
Estoy soñando porque todo es aún mejor de lo que nunca creí durante todos estos meses de hablar de todo un poco y enloquecer al apreciar tu mente y deseo.
Explotas para mi igual que lo he imaginado tantas veces.
Caemos exhaustos en la cama, uno al lado del otro.
Salimos de la habitación mirándonos e intercambiando sonrisas cargadas de intención, y miradas que me deshacen, y me encanta, y con eso me quedo, con lo que me haces sentir cuando estoy junto a ti.