La cabaña
Por fin se iba a cumplir uno de nuestros mayores deseos. Aislarnos de móviles en la montaña, allí no llegarían los inoportunos WhatsApp a todas horas, ni las videollamadas de consejos escolares.Podríamos despertar teniéndonos al lado, seguir abrazados, hacer el amor sin mirar relojes que nos anticiparan la hora de irnos corriendo.
El viaje en coche fue divertido. Música que cantábamos a dúo sin vergüenza ninguna.
Cómodos silencios mientras admiraba como cambiaba el paisaje.
Veía como me mirabas de vez en cuando y sonreías ante mi sonrisa y mis ojos explorando cada detalle.
Al llegar a la cabaña no podía creer lo acogedora que era, no podías haberla elegido mejor. Nos merecíamos ese par de días a solas.
Tras abrir y cerrar armarios, observar hasta el mínimo detalle, me detuve junto a ti. No creía merecer un detalle así, pero no era solo para mi, era para ambos. Me puse de puntillas para besarte, tus manos bajaron por mi espalda hasta llegar a mi culo y empecé a notar tu erección.
La chimenea estaba encendida y quise follarte allí mismo, en la alfombra.
Pero teníamos tiempo de probar todas las partes que la cabaña nos ofrecía, así que fuimos a la cama.
Me empujaste juguetón y caí sobre ella, encantada.
Nuestra cama por dos días, nuestra cabaña, y nuestros cuerpos, qué mejor que eso.
Me incorporé para tirarte también a la cama y subí sobre ti, rozando nuestros sexos mientras me desnudaba sobre ti y tú me mirabas con cariño y con deseo.
Tus heladas manos se posaban en mi piel caliente, las llevé hasta mis pechos y tardaron nada en entrar en calor.
Quedé desnuda sobre ti, tú todo vestido, notaba tu erección bajo mi sexo y me movía mientras tu cara de placer me volvía loca.
Por fin te dejé desnudarte y después de besarme sin dejar de abrazarme y mientras mi sexo se humedecía, me diste la vuelta y me quedé a cuatro a tu merced.
Me diste un cachete en el culo y te miré mal de reojo, pero notaste mi sonrisa debajo.
Me penetraste sin contemplaciones, mientras tus embestidas me sacudìan.
Parecíamos 2 animales disfrutando lo máximo.
Mi mente solo pensaba sigue, sigue, sigue.
Tus jadeos me poseían el corazón, y tu polla y tus manos, mi cuerpo.
Antes de que terminaras me di la vuelta. Quería ver tu cara mientras te corrías dentro de mi, y eso hice.
Exhaustos nos tumbamos desnudos uno junto al otro. Mi pierna sobre tu cuerpo mientras mis ojos se cerraban mirándote con amor. Un amor que solo deseaba quedarse allí, contigo, abrazados, desnudos.
Nos tapamos y me apoyé en tu hombro.
Estaba cansada y se me cerraban los ojos mientras sonreíamos.
Por fin pude despertar y abrir los ojos viéndote junto a mi, relajado, respiración pausada y tu brazo sobre mi cintura. No quería despertarte, pero pronto abriste un ojo y me miraste sonriendo.
Aquello no había hecho más que empezar y ya nos sentíamos a miles de km del resto del mundo.
Cocinar juntos, hablar y reír de tantas cosas, nos era tan sencillo como respirar. Jugar a juegos de mesa que había x la cabaña. Ver alguna película abrazados en el sofá. Tanto por hacer juntos y sin interrupciones por primera vez.
Fue maravilloso ducharnos juntos, follar por toda la cabaña cada vez que nos apetecía y reír de nuestras chorradas.
La vuelta al mundo real fue dura pero necesaria y nos llevábamos muchos sueños cumplidos que quedarían para los 2 para siempre, y acumulando.