Mi primera chica
Mi mejor amigo desde los 5 años es gay, siempre lo supe aunque él no me dijera nada y me hablara de sus novias. Hasta que un día con 20 años, tumbados en la cama viendo la tele me habló sobre el chico nuevo que se había apuntado a su gimnasio. Apagué la tele, me sentí mirándolo fijamente y le dije• Cuenta! Y como te dejes algún detalle te mato.
Los 2 nos echamos a reír y sí, por fin se sincera conmigo de la manera más natural.
Cuando lo dejé con mi novio del instituto yo tenía 22 años y apenas salía de casa.
Mi amigo soportaba estoicamente conmigo los malos días hasta que se cansó y me dijo
• Arréglate de una puta vez. Nos vamos de fiesta.
No me apetecía pero era muy capaz de meterme él mismo en la ducha, así que le hice caso pero sin dejar de protestar.
Pasé una tarde increíble, sus amigas fueron encantadoras, todas pendientes de mi y de cómo me sentía tras la ruptura.
Salí de allí con un montón de números de teléfono en el bolsillo.
• Qué amigas tan majas tienes, qué manera de preocuparse sin conocerme siquiera- le dije y empezó a reírse en mi cara.
• Eres tan inocente- y seguía riéndose.
• ¿Por qué?- le pregunté.
• Porque lo que querían era consolarte en la cama cariño.
Mi mandíbula bajó creo varios centímetros, lo que le hizo reír aún más, hasta que me uní a sus risas.
• Bienvenida al lugar de ambiente femenino más guay de la ciudad.
Había estado en mi primer local de ambiente y ni lo sabía. Aún me río y me siento una idiota por no verlo.
Siguió haciéndome ruta por sus locales de ambiente preferidos. Lo pasaba genial en ellos. Conocí a mucha gente en aquella época que aún forman parte de mi vida.
Llegó un día en que me pasó algo diferente. Sentí una mirada sobre mi, me giré y pude ver a una chica morena, con flequillo y media melena. Me miraba fijamente mientras bebía y me sonrió al ver que la miraba.
Me puse nerviosa, era una chica vestida sencilla pero destacaba. Su mirada me atrapó y cuando la vi venir hacia mi contoneándose y bailando creí que no sería capaz de hablar, pero pude.
Nos presentamos ambas y nuestros 2 besos rozaron la comisura de nuestros labios.
Empezamos a bailar juntas, era pura sensualidad, sus movimientos, su forma de hablar, el acercarme a su cintura con un solo brazo .
Su mirada era un tocado y hundido. De repente nos acercamos más y más, hasta que nuestras lenguas se buscaron con ansia. Húmedo, caliente, perfecto
Salí de allí como en una nube . Pensaba en aquel beso y en su mirada y quería más.
Volvimos a encontrarnos la siguiente semana en el mismo sitio.
Nos miramos y acercamos la una a la otra.
• ¿Vamos a algún sitio más tranquilo?- me preguntó al oído. Yo afirma mirándola y salimos corriendo y entre risas de allí.
Llegamos a su piso compartido y me llevó hasta su habitación.
Me senté en la cama y me quitó las botas mientras empezaba a besar mis piernas subiendo hacia mis muslos.
Los gemidos surgían de mis labios con mis ojos cerrados y cuando su lengua alcanzó mi clítoris los abrí de golpe.
¡Qué placer, joder!
Cuando llegué al orgasmo la besé en los labios, despacio, mientras acariciaba sus pechos.
Bajé por su cuello con mi lengua hasta sus pezones que estaban efectos entre mis labios, entre mis dientes.
Oía sus gemidos y me ponía tan cachonda...
Después de disfrutar de sus maravillosos pechos, seguí bajando por su estómago con mi lengua y mis manos por el contorno de su cuerpo.
Se retorcía de deseo debajo de mi, deseaba que llegara a su monte de venus, que masajeé dulcemente con una mano mientras mi otra mano utilizaba un par de dedos para introducirme en ella en un movimiento que la hizo arquear la espalda y eyacular entre gritos de mi nombre y gemidos.
Seguimos acariciándonos, besándonos y jugando hasta caer exhaustas y dormidas.
Esa fue mi primera noche con una mujer, pero desde luego, no la última...