EL RESTAURANTE
Había quedado con un chico con el que llevaba hablando un par de semanas. Íbamos a ir a cenar y por si resultaba un tostón me había puesto uno de mis juguetes favoritos, me eché al bolso el mando y salí.Fuimos a un italiano y nada más entrar te vi, sentado a una mesa, con cara de aburrido y en compañía de una mujer.
Sonreí sin pensar siquiera, verte mejoraba cualquier momento.
Pasé a tu lado cuando el camarero nos llevaba a nuestra mesa, me viste y vi cómo tus ojos aumentaban de tamaño mientras me recorrías de arriba a abajo.
Nuestra mesa estaba cerca de la vuestra.
Miramos la carta para pedir, yo me senté de espaldas a ti.
Mientras esperábamos mi cita empezó a hablarme sobre su trabajo, no me estaba enterando de nada, solo le decía que sí de vez en cuando.
Pasó a enumerar su colección de motos y me pareció un pedante.
• Disculpa, voy al baño- le dije sonriendo.
Pasé x tu lado y dejé caer el mando de mi juguete junto a tu silla. Como no me quitabas ojo enseguida lo viste y te agachaste a recogerlo sonriendo.
Volví del baño contoneando mis caderas cerca de ti y nada más sentarme noté que habías encendido mi juguete.
Miré hacia ti disimulando y llegaron nuestros platos. Subiste la velocidad y un gemido salió de mis labios.
Mi cita me miró.
• Qué buena pinta tiene eh...
Aquello seguía subiendo de intensidad, moviéndose en mi clítoris y excitándome sabiendo que eras tú quien lo hacía.
Ya no escuchaba al chico, intentaba comer para ahogar mis gemidos y mi dificultad de hablar.
Beber era un peligro, acelerabas y escupe el vino que acababa de posar en mis labios y pasar a mi boca.
• Ay, qué torpe soy. Voy al baño aaaa limpiarme.
Me viste ir hacia el lavabo y mientras me apoyaba en la pared dejando al fin surgir mis gemidos se abrió la puerta.
Eras tú.
Te lanzaste sobre mi cogiéndome de las nalgas, dejando caer el mando y tu lengua buscando la mía con desenfreno.
• Cómo me pones joder- dijiste.
• Yo no puedo ni hablar.
Nos echamos a reír y entramos en uno de los lavabos cerrando la puerta.
Te bajé los pantalones y empecé a comerte la polla como te gustaba, con mucha saliva y mirándote a los ojos de rodillas.
Mi juguete seguía en funcionamiento.
Me levantaste y subiste mi vestido, arrancado mis bragas y con ellas mi juguete.
Me tocaste y notaste mi humedad caliente.
Mientras nos besábamos llevados por la pasión me senté sobre ti hundiendo tu polla erguida hasta lo más profundo de mi.
Cabalgar sobre ti mientras nuestras manos, lenguas y dientes se deleitaban con cada sensación.
Y así llegamos los 2 al orgasmo temblando y abrazándonos hasta casi volvernos uno.
No quería que salieras.
No querías salir.
Cuando nuestro pulso empezó a descender me levanté y ambos nos limpiamos.
• Tengo el coche aparcado en la calle de atrás- dijiste guardando mi juguete y mis bragas rotas en tu bolsillo mientras salías.
Intenté colocarme bien el vestido y el pelo.
Salí hacia mi mesa y vi cómo salías del restaurante.
• Tengo que irme- le dije a mi cita sin muchas explicaciones.
• Pero...
Dejé dinero en la mesa para la cuenta y me fui hacia la calle de atrás donde esperabas al volante y sonreías mientras veías como me acercaba.