Hasta pronto

Llevábamos un tiempo sin encontrar ese momento para volver a estar juntos. Pero necesitábamos vernos.
En poco tiempo nos separaría un océano durante una temporada y queríamos sentirnos el uno al otro antes de eso.
Por primera vez tuve miedo de que me olvidaras, incluso de ser yo la que me olvidara de ti... Los pensamientos absurdos no me abandonaban.
Y al vernos en la puerta del hotel nos dimos más un abrazo que un beso.
Cuando llegamos a la habitación me cogiste del brazo y tiraste de mí hacia ti nada más cerrar la puerta.
Sentí tus brazos rodeándome, siempre reconfortantes y el deseo en nuestro beso era innegable.
Fuimos hasta la cama e hiciste que me sentara sin bragas y con el vestido subido hasta la cintura.
Cuando tu lengua empezó a subir por mis piernas y a llegar a la parte interior de los muslos mis gemidos ya iban in crecendo sabiendo lo que me esperaba.
Me encanta tener tu cabeza entre mis piernas, pero mi cuerpo caía hacia atrás retorciéndose de placer.
Nos quitamos la ropa y nos tumbamos de lado besándonos, acariciándonos, nuestros cuerpos se buscaban con desesperación y cariño a partes iguales.
Nos deseábamos con las ganas de siempre, pero nos mirábamos de forma diferente.
Un mes en otro continente da para mucho, hasta para olvidarnos, o todo lo contrario.
Te clavaste hasta mis entrañas, yo me movía agarrándome a tu cuerpo con mis piernas, me encanta sentirte tan dentro de mi.
Nuestras respiraciones eran rápidas y entrecortadas.
Tú como siempre, hablándome cosas bonitas y mis gemidos en aumento mientras me haces sonreír.
-Me encanta la cara que pones cuando te corres- me dijiste sin salir de dentro de mi, al oído y seguido de un beso.
Aceleramos el ritmo y entonces fuiste tú quien se corrió.
Y entre abrazos, mimos y besos, de repente empezaste a encontrarte mal, te hice tumbarte, apagamos las luces y cuando quise darme cuenta te habías quedado dormido, con mi cuerpo desnudo pegado al tuyo. Y en algún momento mi mente también se durmió xq lo siguiente que recuerdo es tu voz despertándome.
Solo nos quedaban 25 minutos antes de despedirnos. Volvimos a follar sin dejar de mirarnos, guardando a fuego ese momento en la retina.
Nos costó despedirnos. Y entre besos y risas como adolescentes, tú bajaste a tu andén del metro y yo al mío.
Te vi con el móvil en las manos y sonó el mío. Eras tú escribiéndome desde allí mismo.
Empecé a reír mirándote, el resto de gente nos sobraba.
Nuestros metros llegaron a la vez. No te veía.
Suena mi móvil de nuevo y veo una foto mía, de lado mirando el móvil. Te busco en el vagón de enfrente y me echo a reír mientras nos despedimos con la mano y la gente del vagón me mira.
El tren avanza con una sonrisa en nuestros labios.
• Vaya pelos de loca llevo- te escribo.
• Siempre estás preciosa- respondes.
• Nos vemos a la vuelta. Disfruta mucho- y en ese momento la inquietud me puede- No te olvides mucho de mi.
• Ni un poquito- es tu respuesta. Y noto como la sonrisa sigue en mis labios mientras saco mi libro para ir leyendo el resto del camino hacia casa. Y pienso en lo bien que he dormido ese ratito entre tus brazos.