Conexiones
Era la primera vez que quedábamos en tu casa y mientras subía en el ascensor iba sonriendo. Abrí la puerta y te vi esperando en la tuya.
Te sonreí y fui hacia ti, entré y cerraste la puerta.
• Estás preciosa, como siempre- me dijiste mientras cogías mi cara entre tus manos, me acariciabas sin soltarme y entonces me besaste.
Fue un beso dulce, como tú.
Nuestras lenguas ya se conocían y jugaban sin ganas de parar.
Me llevaste de la mano hasta tu habitación y empezaste a desvestirme, acariciando con tus dedos cada parte que quedaba desnuda. Hasta desnudarme del todo.
Te quitaste tu ropa con prisa y juntamos nuestros cuerpos, se buscaban, se deseaban, como siempre que nos veíamos, fuera o no el momento apropiado.
Te besé el cuello y lo mordí con suavidad.
Tus ojos se cerraron y gemiste.
Me gustaba oírte.
Tus ojos buscaban los míos, tiraste de mí para tumbarme y empezaste a besar mi cuerpo, ese que ya conocías lo suficiente.
Empezaste a masturbarme y bajaste a besar mis otros labios. Entonces fui yo la que soltó un gemido.
Sonreíste mirándome y continuaste, me volvía loca la manera en que me comías.
Alcé las manos agarrándome a la almohada mientras mi cuerpo temblaba de placer.
Subiste a besarme y noté como tu erección se deslizaba por mi pierna hasta entrar dentro de mi.
Yo me agarraba a ti con mis piernas sin dejar de moverme y tú cada vez empujabas más y más, entrando cada vez más dentro de mi, mirando mi boca, mis ojos entornados, escuchando como iban en aumento mis gemidos de placer.
Escuchaba el ruido de tu cuerpo contra el mío, quería que el tiempo se detuviera o ralentizara, tan bien me sentía.
Pero quería seguir jugando y te aparté para colocarme entre tus piernas y saborearte con mis fluidos en tu polla que seguía erecta.
Adoraba tus gemidos, cómo alzabas la cabeza para ver mis ojos mientras entrabas y salías de mi boca. Mientras mi lengua jugueteaba y tú te volvías loco.
Entonces empecé a cabalgarte, despacio al principio y acelerando mis movimientos con tus manos en mis caderas. Sin dejar de mirarme.
Acabamos exhaustos después de muchos juegos.
Me abracé a tu pecho como tanto me gustaba hacer.
Quedarme ahí, besándote , acariciándote, enrollando mis dedos en el pelo de tu pecho y luego de tu barba.
Cuando quise darme cuenta estabas cariñoso como siempre, pero dormido.
Me encantaba la idea de dormir entre tus brazos y sin darme cuenta caí en un plácido sueño como hacía mucho.
Desperté con tus besos y las caricias en mi cabeza.
Nuestros cuerpos volvieron a buscarse y encontrarse hasta que llegó la hora de irme.
Me despediste con un largo beso y un abrazo de esos que huelen a ti y me hacen sentir que todo está bien.
Te escribí como hacíamos siempre pero no hubo respuesta y decidí esperar. Al fin y al cabo, éramos lo que muchos llaman un vínculo, otros amantes y yo conexiones. Podía sonar frío cuando alguien lo escuchaba por primera vez, pero para mí una conexión con alguien iba más allá de echar un polvo con alguien.
A las 2 semanas te escribí extrañada preguntando si estabas bien, si había pasado algo.
Me contestaste como si nada. Otras veces como si mucho.
A mi cerebro le costaba encontrar lógica a ese comportamiento.
Si no querías verme más solo debías hacerlo, y aunque me dolería, también sabía que pasaría algún día.
Era consciente de nuestro tipo de relación, pero no entendía, ni podía ni quería, qué había pasado para no me lo dijera.
Cuando te dije cuánto me apetecía estar de nuevo entre tus brazos me dabas una de cal y otra de arena.
Hasta que llegó el día en que dejaste caer algunas cosas,que me hicieron ver que, seguramente, no volveríamos a vernos.
No volví a escribirte, tú a mi tampoco. Y así pasaron tus meses ajetreados mientras yo seguía mi vida, pero sin ti, sin tus abrazos.
Nunca podré echarte nada en cara, esa fue tu decisión y yo la respeté aun sin saberla.
¿Volveríamos a vernos alguna vez?
Seguramente no. O tal vez coincidiéramos con gente en común en algún sitio.
Pero poco a poco todo se desdibuja en el tiempo. Tus abrazos, tus caricias, tus besos que una vez fueron nuestros, ya pertenecían al pasado.
Fue bonito mientras duró. Gracias.