Infierno
Por fin podíamos quedar a solas, después del buen rollo que surgió la primera vez que nos vimos, todas las indirectas bastante directas que nos hemos enviado por WhatsApp y redes sociales, había llegado el momento que estaba deseando desde que pasaron 10 minutos de conocerte. Llego al hotel nerviosa, no sabía ni qué ponerme, así que opté por un vestido negro sencillo y mis botines.
Me puse a fumar para templar mis nervios mientras te esperaba y apareciste pronto con tu moto.
Me acerqué a ti contoneando las caderas y con una sonrisa en los labios, y en cuanto te quitaste el casco tiré el cigarro, te cogí la cara con ambas manos hasta que empecé a notar el calor que se apoderaba de los dos.
• Te dije que te daría también uno de bienvenida y siempre cumplo mis promesas.
Te echaste a reír recordando una de nuestras conversaciones de WhatsApp al poco rato de habernos visto.
Bajaste de la moto y me susurraste al oído erizando mi piel.
• Me ha encantado la bienvenida, y que sepas que yo también cumplo mis promesas.
Casi no dimos tiempo a que nos explicaran nada sobre la habitación. Cerramos en la cara del empleado y empezamos a deshacernos de la ropa y a dejar salir al deseo contenido durante varias semanas.
Topamos con el sillón de tantra y después de colocarme sin dejar de acariciarme ni besarme te quedaste de rodillas en el suelo mientras yo jadeaba.
Tu lengua acababa de descubrir mi sexo, y como si de un explorador se tratase, investigabas mientras mi clítoris te deseaba, ardiente e hinchado.
¿Era el deseo contenido?
¿Era tu forma de comerme el coño?
Mi mente parecía rendirse al placer y abandonar mi cuerpo por momentos.
No quería que te detuvieras nunca.
Quise coger fuerza y por fin lamer y succionar tu polla como tantas veces había imaginado.
Estabas desnudo, de pie ante la pared y mi boca bajó hasta cubrir tu erección.
Sabía tan bien, que podía convertirme en adicta a tu sabor.
Cuando por fin llegamos a la cama te sentaste en ella sin dejar de cogerme del culo y seguir el compás de mi movimiento.
No te dejé ni estirarte ni subir más, te necesitaba dentro allí mismo, sentados en la esquina de la cama.
Yo botando sobre ti, tú moviéndote como podías y sin dejar de cogerme con firmeza entre tus brazos.
Sentí amor, excitación, morbo, complicidad y un sinfín de sentimientos más.
Qué bonito es sentirte así, libre de amar, libre de follar, libre de demostrar lo que deseas cuando lo deseas.
Fue un encuentro largo, apetecible y el placer que me provocabas estaba partiéndome en dos.
Tras esas horas increíbles en que se podía hablar, gemir, reír y disfrutar llegó la hora de despedirnos.
Nuestras lenguas se buscaban con aún más ansia, ahora sabía que habíamos tenido esa conexión al mirarnos a los ojos y que en la cama era todo aún mejor.
Ya te deseaba otra vez y metiste la mano por debajo de mi vestido y sintiendo mi humedad y mi calor empezaste a masturbarme junto a tu moto.
• La próxima vez me traigo una botella de agua, o moriremos por deshidratación- te dije entre suspiros y tú cogiéndome y haciéndome ver cómo tus pupilas se dilataban y un pequeño fuego parecía brotar en ellos. Y mientras yo mordía tu labio me vino una frase a la mente "el infierno puede ser perfecto si estás con el demonio correcto "