El banquete
Era el día en que habíamos quedado y me arreglé con ese punto de nerviosismo que siempre conlleva la primera cita sexual con alguien. Me preguntaba cómo serías en la cama, si encajaríamos, si lo pasaríamos bien, siempre ahí, las dudas y las expectativas.
Llegué puntual a tu casa y llamé al timbre con ese puntito de timidez que despertaba dentro de mi a veces.
Cogí el ascensor y al llegar a tu planta te vi esperándome en tu puerta, en pijama. Me hizo gracia que me esperaras como dijiste y fui hasta la puerta con los ojos brillantes y una sonrisa en los labios. Me puse de puntillas y tú te agachaste. Mi lengua buscó la tuya con ganas mientras mis manos te echaban hacia dentro de tu casa y uno de mis pies cerraba la puerta detrás de mi. Fue un beso profundo, caliente y nuestras lenguas danzaban a ritmo de fuego.
Mi cuerpo se pegó al tuyo y notó tu erección, me encantó notar tu polla por ese fino pantalón, tan cerca de mi, y a la vez sin estarlo.
Me cogiste de los brazos y me separaste.
• ¿No vamos ni a pasar de la puerta?- reíste.
Yo también reí y te cogí la mano para que me guiaras por tu casa.
• De momento el entrante parece que bien ¿no?- me dijiste.
• Sí, bastante bien- dije coqueta disimulando lo cachonda que estaba ya.
• Te dije que tendría preparado un buen banquete.
• Y yo que mi banquete serías tú.
Nos detuvimos en el comedor y te sentaste en el sofá.
Me quité la ropa delante de ti, ni baile, ni striptease, simplemente me la quité y subí tu camiseta para que mi lengua jugara con tus pezones y mi mano bajó hasta entrar por tus pantalones y tus calzoncillos.
No era una postura cómoda para mí, pero tú no dejabas de gemir con los ojos cerrados.
Me arrodillé entre tus piernas y saqué mi primer plato.
Empecé lamiendo el grande y moviendo mi mano hacia arriba y abajo, levanté los ojos para ver tu reacción, enredaste tus dedos en mi pelo y mi boca sustituyó a mi mano. Era deliciosa, y tu movimiento de cadera me hacía pensar en que estabas follando mi boca. Me gustaba, aunque yo llevaba el ritmo y tú me dejabas llevarlo. Tus jaleos y gemidos entraban en mis oídos y erizaban mi piel. Estabas ardiendo y yo también.
Cuando tu voz se alzó y gritó mi nombre de placer, bebí de ti con ganas hasta no dejar nada.
Me levanté desnuda y lamí uno de mis dedos.
• Mmmm, el primer plato también está delicioso.
Te echaste a reír y me cogiste de la cintura tumbándome en el sofá y besándome de nuevo entre risas y caricias.
Me levantaste de nuevo y fuimos hasta tu cama donde me dejé caer. Mmm estaba muy mullida, me giré y vi que te habías desnudado y me estabas mirando.
• Tengo hambre- me dijiste, mientras yo sonreía.
Esta vez fuiste tú el que empezó a lamer, besar y succionar mi cuerpo.
Te detenías en cada tatuaje y lo reservas con el dedo como un niño dibujando en un cuaderno, mi piel estaba sensible y cada toque era como si lava saltase sobre mi. Disfrutaba de cada toque, de cada beso, de cada vez que tu lengua pasaba por cualquier zona de mi cuerpo.
No mirábamos el reloj, solo el uno al otro. Nuestros ojos tenían las pupilas dilatadas y una llama parecía surgir de ellos.
Pasamos mucho tiempo conociendo nuestros cuerpos y descubriendo el contrario.
Pocas palabras, pero muchos sonidos. La luz de la luna entrando por tu ventana recortando nuestras siluetas en la pared. Cuando te giré y cogí tus muñecas no te lo esperabas.
• Creo que quiero el postre- te dije antes de clavarme en ti entre más jadeos y gritos de placer. Los dos nos movíamos como salvajes que llevaban tiempo esperando ese momento.
Perdí la cuenta de mis orgasmos, solo me centraba en cada momento, en cada sonido y movimiento, en ti y en mi, pero el que sobrevino después de aquello me hizo seguir moviéndome por inercia mientras tú hacías lo mismo.
Me tiré a tu lado en la cama y continuaste besándote, ahora de una manera más dulce y juguetona.
• ¿Qué tal el banquete?- preguntaste a mi oído en susurros.
• Creo que quiero repetir.
Reímos y charlamos un rato entre besos y caricias, abrazos y cosquillas.
Estaba deseando empezar de nuevo ese maravilloso banquete que habíamos preparado juntos.