¿Qué hago yo aquí?
Y allí estaba yo, en una fiesta llena de gente con 15 y 20 años menos que yo...pero prometí a mi amiga salir con ella y sus amigos.La mayoría acudían por primera vez a un local liberal y me sentía como una profesora en la hora del recreo. Vigilando desde una esquina que nadie se comportara de forma inadecuada con alguien.
Me pedí una copa y me senté a beberla tranquila mientras observaba esa amalgama de cuerpos bailando, caldeando el ambiente con bailes sexys y algunos primeros acercamientos.
• ¿Te importa si me siento aquí?- escuché a mi lado. Giré la cabeza y vi a uno de los chicos de la fiesta. Joven.
• Siéntate si quieres- le dije pensando qué querría de mi con la de chicas jóvenes, guapas y dispuestas que había por allí.
Empezó a preguntar sobre el ambiente liberal, la manera correcta de iniciar un contacto...
La verdad es que me hacía reír con algunas de sus preguntas o respuestas que intentaba darse a sí mismo.
La gente iba dispersándose por las zonas de cama, recordé un sofá amplio lleno de cojines y tras terminar mi copa, me alejé de mi pupilo y me fui decidida a descansar en aquel sofá, que por suerte, estaba vacío.
Me quité las botas y me tumbé. Una cortina transparente me separaba del resto de gente.
Vi cómo varios hombres se paraban a mirarme y miré hacia otro lado para que entendieran que no quería nada más que estar sola.
Alguien se tumbó a mi lado y giré la cabeza hacia él para echarlo, cuando mis ojos se toparon con esa curiosa mirada de la mesa.
• ¿Tienes más preguntas?- Le dije sonriendo, me caía bien.
Al principio pareció pensar su respuesta.
• No sé cómo empezar- me dijo.
• Es fácil, te acercas a alguien y rozas o tocas un lugar poco comprometido, un brazo, hombro... si se retira o te mira mal, mejor vete, si acepta el contacto, intenta seguir un poco más allá, poco a poco.
Me puso una mano en el hombro y me eché a reír sin apartar su mano.
• ¿Así?
• Sí, pero no a mi.
• ¿Por qué?
• Eres muy joven para mi.
• Mierda... ¿ni una excepción? ¿Ni por mi?
Me puso morritos con esa cara de gamberro y divertido que tenía y me lancé a darle un beso.
El siguiente me lo dio él, más lento y profundo.
• ¿Quieres que busque algo más íntimo?- me preguntó y afirmo con la cabeza dando vueltas y un poco aturdida.
Pronto encontramos una cama con una cortina y una ventana al lado por si a alguien le apetecía mirar.
Entre risas, besos y caricias empezamos a quitarnos la ropa. Tiramos todo de cualquier manera y bajé a chuparle la polla. De repente empezó a cantar, lo miré y eché a reírme con su polla aún en mi boca.
Lo miré
• Es la primera vez que me cantan mientras hago una mamada- le dije llorando de la risa y tirada por la cama.
• Chiquilla es que vaya lengua, necesitaba distraerme o me iba a ir ya.
Seguí riéndome mientras él cogió las riendas y empezó a comerme los pechos, acariciando mi cuerpo y bajando con su lengua juguetona hasta mi clítoris. No tardé en llegar a un orgasmo que hizo que me temblaran las piernas. Él bajó de nuevo su cabeza, yo quería besarlo.
• ¿Qué es lo que quieres?- me preguntó.
• Que me folles- le dije con suavidad en el oído.
Se lanzó en picado hacia el condón que tenía preparado y entró dentro de mi, estaba muy lubricada y nuestros gemidos parecían acompasados.
Mis piernas levantadas esperando con ansia sus empujones.
Lo saqué para tumbarlo y ponerme yo encima suyo. Estuvimos disfrutando un buen rato de los movimientos de uno y otro.
• ¿Puedo cantar otra vez?
Me dejé caer hacia delante, en su pecho sin dejar de reír pero tampoco de moverme con su polla dentro de mi.
• Es que no puedo más- susurró.
La verdad era que yo tampoco. Esa segunda vez fue increíble, gemidos y gritos a todo volumen.
Despeinada era poco, me tumbé desnuda a su lado mientras seguíamos besándonos.
Me incorporé un momento para ponerme mejor y entonces vi algo.
• ¿Has follado con calcetines?- le dije riéndome.
• Pero si a duras penas me he quitado el calzoncillo, te me has tirado encima tigresa.
• Pobrecito- le dije sonriendo y bajé hacia sus pies- ¡Encima son de Los Simpson!
No podíamos dejar de reír, se agachó para subirme a su lado y poder seguir besándome y acariciándome.
• Eres un peligro- me dijo- para la próxima me los quito, si me das tiempo.
Me eché riendo sobre su pecho y entonces miré hacia la ventana. Había varios hombres mirando, se lo dije para ver su reacción y volvió a reírse.
Y yo me lo quería perder... hacía mucho que no disfrutaba tanto del sexo en muchos sentidos.
Se quitó los calcetines y cogió mis nalgas mordiéndose el labio.
• Ya no llevo calcetines- me dijo al oído haciendo que mi piel se erizara.
Estábamos listos para repetir...