El viaje
El avión aterrizaba a la hora prevista.Estaba nerviosa.
¿Estarías allí para recogerme como me habías asegurado?
No nos conocíamos en persona, pero llevábamos meses hablando y por fin había llegado nuestro momento.
Sí estabas, fui hacia ti sin saber muy bien qué hacer pero tú me diste un abrazo apretado y sentí que mis piernas temblaban.
Fuimos en taxi hasta tu casa, atropellando nuestras propias palabras para hablar. Eso nos hizo reír, como en tantas conversaciones.
Llegamos a tu piso y abriste con la llave, notaba tus nervios jugando con ellas, entramos y cerré la puerta con un golpe de cadera.
Empezamos a arrancarnos la ropa, besarnos con pasión, morder esos labios que tantas veces había pensado en hacer, me vuelven loca.
Comernos enteros, besando y lamiendo nuestros cuerpos.
Hasta llegar a tu salón y sentarte en el sofá para comerte la polla de rodillas mientras me miras hacerlo y yo juego con ella, con mi lengua, con mis manos, la succiono y cuando estás bien duro, me siento a horcajadas sobre ti y te follo cabalgando mientras tus manos juegan con mi cuerpo y me cogen bien las nalgas siguiendo mis movimientos.
Con nuestras lenguas enredadas entre jadeos y gemidos.
Paramos de nuevo para que me comas entera tú a mí. Sentir tu lengua en mi clítoris duro, húmedo, ardiendo, hasta que empieza a temblar mi cuerpo y metes tu polla dentro de mí de nuevo.
Follamos como locos con nuestros cuerpos salados por el sudor, lamiéndonos, comiéndonos la boca mientras grito que sigas y yo no dejo de moverme para sentirte más y más dentro de mí.
Llegamos a un orgasmo de esos que se alargan varios minutos porque aunque nos estemos corriendo queremos más y no podemos dejar de movernos.
Me prometes llevarme a esa cala escondida para bañarnos desnudos en el mar.
Cocinar para mí todos los días mientras esté allí.
Ver películas abrazados en el sofá y no dejarme poner un solo pie en el suelo hasta no haberme hecho gozar lo suficiente para dormir tranquila y toda la noche, junto a ti.
Va a ser una experiencia espectacular, ambos lo hemos sabido nada más cruzar nuestras miradas en el aeropuerto.