PRONTO

No sé porqué no respondí a tus primeros mensajes, eras muy guapo y tenías un cuerpo tremendo... Tal vez fue un poco eso y aunque no quiera admitirlo abiertamente, también tengo prejuicios sobre los guaperas de gimnasio supongo.
Eras insistente y un día me preguntaste si alguna vez te respondería.
"Hola" te respondí un poco a la defensiva.
Desde ese día empezamos a hablar a diario y pronto nos pasamos nuestros Telegram y seguimos por allí la conversación.
Decidimos quedar a tomar algo para conocernos. Los dos manteníamos relaciones estables abiertas por lo que iba algo más tranquila a la cita que cuando quedaba con alguien soltero que sabía podía ser liberal o no...
Me puse un vestido nuevo que me sentaba muy bien aunque esté mal decirlo y me arreglé para ti.
Llegué un poco antes de la hora, así que el tiempo pasaba despacio...
Empecé a pensar que no aparecerías, no sería mi primer plantón ni seguramente el último.
Hacía mucho calor y solo podía mirar la cervecería pensando en el aire acondicionado de dentro.
Estaba pensando en enviarte un mensaje para decir que te esperaba dentro cuando te vi a lo lejos.
Por un momento pareció que el mundo se parara y tú te acercaras a cámara lenta, con unos tejanos y una camiseta que se ajustaba a ese cuerpo de infarto. Tu pelo negro y tus ojos claros ¿Podías estar más bueno?
Cuando llegaste a mi me preguntaste si llevaba mucho rato esperando.
• No- dije haciendo un gesto convincente- acabo de llegar hace nada.
• Menos mal, no conozco la zona y llevo un rato dando vueltas, creí que llegaba tarde.
Vaya que si llegaba tarde, pero bueno...
Pasamos dentro, pedimos unas cañas y nos sentamos a una mesa.
La conversación fluía entre nosotros y las risas también. Teníamos en común mucho más de lo que pensaba.
El rato pasó volando y me acompañaste hasta el metro, seguíamos hablando, estaba claro que ninguno de los 2 quería irse aún. Así que mientras me hablabas y nos mirábamos a los ojos, cogí tu cuello con mis brazos y me lancé a besarte.
Como siempre mi unicornio iba dando saltos por mi cerebro en plan, tú a lo tuyo cariño, que la vida es una.
Nuestras lenguas se enredaron con pasión y acercaste aún más mi cuerpo al tuyo cogiendo mi cintura.
Cuando nos separamos un momento, sentí nuestra respiración agitada mientras la zona, llena de turistas pasaba a nuestro lado ajena a nosotros.
• ¿Aún quieres irte?- dijiste y mi cabeza negó ciegamente. Deseaba desnudarte y comerte entero, eso quería, aunque por una vez, me comí el comentario y no lo solté en voz alta.
• ¿Dónde vamos?- te pedí que esperaras un momento y después de un par de mensajes de WhatsApp me confirmaron que había una habitación libre en un hotel por horas cercano y te llevé hasta allí.
Cuando llegamos nos acompañaron hasta una habitación y nos dejaron en la puerta.
Entramos y miramos la habitación, era sencilla pero nos servía.
Volvimos a mirarnos y dejando lo que llevábamos en las manos nos lanzamos el uno a los brazos del otro continuando donde lo habíamos dejado justo antes.
Una de mis piernas se agarró a la tuya mientras me sostenías contra la pared y tus manos empezaron a subir por mis piernas desnudas bajo mi vestido.
Yo te quité la camiseta separándonos lo justo y necesario.
Tus dedos empezaron a colarse bajo mis bragas para acariciar mi pubis y notaste que estaba húmeda. Paraste para mirarme y sonreí, entonces empezaste a acariciar mi humedad y yo a clavar mis uñas en tu espalda.
Tus dedos se movían con agilidad hasta alcanzar mi clítoris y mi excitación me pedía quitarte el pantalón y a la vez mecer mis caderas al compás de tus dedos y dejarme llevar por ese placer que me inundaba. Me decidí por lo último y me prometí compensarte enseguida.
Gemí en tu oído para que escucharas lo que me hacías sentir y mirándonos a los ojos arqueé mi espalda y me corrí en tu mano. Sin dejar de mirarme con esos ojazos sacaste tus dedos de mí y los llevaste hasta tu boca para lamerlos.
Creo que mis ojos ya no eran verdes, eran naranjas de puro fuego, te quité los pantalones y te obligué a ir hasta la cama donde te bajé los calzoncillos a la vez que bajaba yo, y al pasar por tu polla mi lengua le dio un ligero lametón.
Me incorporé para empujar tu pectoral y hacer que te sentaras.
Tiré de una de las puntas de la lazada de mi vestido y cayó a mi alrededor.
Tus ojos, tus preciosos ojos no perdían detalle, me descalcé y me quité mis bragas empapadas.
Bajé mis labios hasta los tuyos y volvimos a unir nuestras lenguas, pude notar mi sabor en tu boca y me arrodillé entre tus piernas cogiendo con una mano tu polla erecta y meterla en mi boca.
Joder hasta tu polla era bonita y tenía un sabor delicioso. La lamí y besé mientras mi mano ayudaba subiendo y bajando por ella.
Alcé los ojos con ella en la boca y vi cómo me mirabas con la respiración acelerada y los ojos entornados. Aceleré el ritmo y pronto unos gemidos profundos y sonoros me indicaron que ibas a evacuar y así fue.
Los dos habíamos alcanzado el orgasmo pero seguíamos hambrientos.
Nos tumbamos en la cama y empecé a acariciar tu torso con mis uñas, un escalofrío te recorrió, me miraste y nos reímos.
• Me gustas aún más de lo que ya lo hacías- me dijiste.
• Me alegro de que insistieras con tus mensajes- sonreí. De repente te sentaste en la cama.
• Así que me ignorabas deliberadamente- dijiste con tono de enfado y una sonrisa que indicaba lo falso de este.
• No soy una chica fácil- reí
• Ni que lo digas- reíste mientras volvías a tumbarte a mi lado, cogiste mi cara con tus manos y me miraste- no podía dejar de pensar en cómo sería tener esos ojos a esta distancia.
Me hacía gracia que me dijeras una y otra vez lo de mis ojos, sí, estaba acostumbrada, los tenía bonitos, pero es que los tuyos eran espectaculares.
Empezaste a besar mi cara, mis labios, mi cuello, bajando hasta mis pechos y siguiendo hacia mi barriga, te deslizaste por mis ingles mientras mi coño te reclamaba allí, pero pasaste de largo hasta el interior de mis muslos. Qué delicia de tortura. Seguías bajando para subir por la otra pierna y esta vez sí, te detuviste a lamer mis labios vaginales, los besaste con la misma destreza que mis otros labios y la punta de tu lengua se abrió paso hasta mi clítoris, lamiendo en pequeños círculos y dando algún pequeño mordisco que me hizo subir al cielo para seguidamente descender a los infiernos y hundir tu cabeza entre mis piernas.
La sacaste como pudiste y empecé a reírme al ver tu cara, creo que pensaste que te iba a asfixiar. Tú también reías hasta que agarré tu polla y empecé a frotarme con ella alrededor de mi pubis.
Cogiste uno de los condones que había por toda la habitación y poniéndotelo me tumbarte en la cama y cogiendo mis manos hacia arriba y situando tu pene en mi húmeda entrada, abrí las piernas todo lo que pude y me embestiste mientras mi culo subía para potenciar la penetración.
Un placer infinito me arrastraba y seguimos con ese ritmo hasta que la pasión volvió a pedirme pasó y te hice tumbarte para poder cabalgarte a mi ritmo mientras tus manos se aferraban a mi culo y me daban impulso en mis movimientos ¿podía gustarme más?
Entonces vi cómo metías tus dedos en la boca y empezabas a estimularme mientras yo te follaba sin piedad.
De repente nuestros mundos se fusionaron a la vez que nuestros cuerpos.
Hacía tiempo que no sentía una química sexual tan bestia con nadie, pero tampoco la buscaba, tal vez ni siquiera la quería porque sabía que eso podía complicar todo. Pero no era en lo que quería pensar, prefería seguir disfrutando de ese momento y de los que llegaran a partir de aquel.
Nada de vínculos emocionales por ahora, pero me apetecía volver a verlo ya antes de separarnos por ese día.

Cuando por fin llegué a casa con mi marido y mis hijos dormidos, me entró el bajón pero recibí un mensaje que me hizo sonreír.
• Un montón de placer por otro montón de placer. Esto no ha terminado. Tengo el sabor de tu coño en los labios y quiero más.
Envié un emoticono sexy mandando besos y con una sola palabra. Pronto