Sesión de fotos

Llegaste anoche pero no nos veremos hasta hoy que hemos quedado para mi sesión de fotos.
No tengo claro qué ropa llevar así que meto mis corsés y varias minifaldas. Mis nuevas sandalias y medias de color natural con liguero. Me pongo un sencillo vestido de punto y me hago un maquillaje en tonos neutros pero con un buen eyeliner y me llevo varios de mis pintalabios favoritos.
Me recoges en la puerta con tu coche y aunque es la primera vez que nos vemos en persona, mis pupilas se dilatan al tenerte al lado, mi pulso se acelera y te doy un beso en los labios, rápido y con ganas de más, mucho más.
• Primero iremos a un par de sitios que he visto por Internet y tienen buena pinta- me dices.
• Vale, tú eres el fotógrafo- digo abrochando mi cinturón.
Pones música en la radio del coche y noto un roce en mi pierna ¿habrá sido casual? Espero que no.
Llegamos a una casa escondida en un bosque cercano, parece abandonada. Entramos y me pides que me vaya poniendo un corsé y una falda que elijes de lo que llevo mientras haces unas pruebas de luz y siento tu mirada a través del objetivo mientras me cambio y el dedo en el pulsador como si me acariciaras a mí.
• Vamos a empezar- te acercas a mí por la espalda, echas mi pelo a un lado y noto cómo te inclinas sobre mi cuello aspirando mi aroma- hueles tal y como imaginaba. Mi piel se eriza y quiero girarme y sentir cómo me estrechas en esos brazos fuertes, perderme en tu mirada, pero prometí ser paciente por una vez.
Voy poniéndome como me pides, de vez en cuando me separas el pelo a un lado u otro, o me pides que lo alborote.
Tus labios rozan los míos y mi lengua sale sin pensar, en tu búsqueda, pero ya estás otra vez tras el objetivo.
Un rayo de luz atraviesa una ventana rota y, sin hablar, me colocas ahí, suavemente.
No imaginas el esfuerzo que hace mi cuerpo y mi mente para no tirarme sobre ti, aunque por tu sonrisa y tu mirada creo que te haces una idea.
Hay una silla antigua en otra estancia, me pides que suba una pierna como si me colocara una media y pongo cara de concentración.
Ahora te acercas a mi espalda.
-Déjame que te desabroche el corsé- me pides y tus dedos empiezan a juguetear con las cintas de raso, lo cojo por delante para que no se caiga y gritas- No te muevas- oigo de nuevo el click de tu cámara de fotos y estoy tan cachonda que creo que se va a notar hasta en las fotos.
Te acercas de nuevo y coges mi cara entre tus manos susurrando
• No cierres los ojos- obedezco y me besas despacio sin dejar de mirarme, mientras un pequeño trozo de tela separa mi cuerpo desnudo de ti. Mi corazón se acelera y te devuelvo el beso con tanta hambre atrasada, con tantas ganas de más que paras y ríes.
• Tenías razón, la paciencia no es tu mayor virtud- palmeas mi nalga desnuda y te muerdes el labio inferior- Vístete, seguiremos en otra parte y con un cambio de ropa.
Te hago caso, no puedo ni hablar, no me lo creo. Estoy muy caliente, mojada, solo pienso en cabalgar sobre ti, en tocar ese pectoral y en comerte la polla. Pero sigo esforzándome y llegamos a tu hotel. ¿Acabarás con mi tortura?
Pero eliges otro corsé y su tanga a juego. Revuelves las sábanas, como si no pudiéramos hacerlo entre los dos, un puchero de enfado de niña chica asoma a mis labios y me doy cuenta de que me miras sonriendo de nuevo ¡Estás disfrutando con todo esto!
Subo a la cama y no hace falta que me digas nada, estoy demasiado cachonda como para que mi cuerpo no ponga posturas sexys, mis miradas van hacia donde me dices con la voz entrecortada. Objetivo, tus ojos, la ventana, a un lado, objetivo.
Sonrisa, seria, exprésate. Dime lo que quieres con la mirada.
Sobre las sábanas, tumbada boca abajo, mordiendo la sábana, de espaldas gírate para mirarme con deseo.
De nuevo te acercas a desabrochar otro de mis corsés, lo sostengo con la mano mientras mis ojos gritan que me folles ya.
Noto tu aliento en mi nuca y me giro. Cojo tu cara con mis manos y te doy un beso lento, mi lengua explora la tuya y tú no te separas, haces lo mismo y mi corsé cae.
Aprovecho a quitarte la camiseta que tanto me sobraba para tocar tu piel con mis dedos.
-Eres tan suave- me dices empujándome despacio sobre la cama.
Ya no respiro, gimo y te quitas el pantalón. Mis piernas te buscan para enrollarse en tí, te dejas llevar y noto tu erección sobre mí.
X fin puedo ponerme sobre ti.
X fin puedo tocar tu polla, saborearla y jugar con ella mientras me miras con deseo.
X fin puedo cabalgar sobre ti como tantas veces he deseado a través del móvil.
Eres tierno, yo no, y te adaptas pronto a mí, sientes mi deseo, el calor de mis entrañas y mientras nos sobreviene ese primer orgasmo te beso mordiendo tu labio, abrazada a ti mientras nuestros cuerpos tiemblan de placer.
Me dejo llevar por ese momento tan esperado, cierro los ojos y noto cómo chorreo contigo dentro. Esos espasmos que alargan mi orgasmo mientras contraigo la vagina tratando de dejarte ahí para siempre.
Me tumbo a tu lado, ambos jadeando mirando al techo. Nos miramos y vuelvo a tirarme sobre ti para seguir besándote.
• Insaciable- me dices divertido y cachondo.
• Te avisé- es toda mi respuesta.
Empezamos a reír juntos, abrazados.
Escucho cómo la cámara sigue echando fotos de vez en cuando.
• ¿Te apetece probar la ducha?
• Joder, pensé que no me lo ibas a pedir nunca... - protesto entre risas. Voy a levantarme y noto un mordisco en el culo. Me giro sorprendida sonriendo.
• Deseaba hacerlo desde que vi una foto suya en la página.
• Todo tuyo- te dije sensualmente mientras caminaba desnuda hacia la ducha. Me seguías riendo y me miraste con deseo mientras yo buscaba la temperatura ideal para nuestros cuerpos.