A últimos del séptimo mes de embarazo.
Habíamos alquilado una casa en un pueblo de la sierra de Madrid, cerca de El Escorial, para pasar el verano y que los últimos meses no se me hicieran tan agobiantes con el calor de mi “infernal” ciudad.
Aprovechando que estábamos solos, que la familia no vendría a visitarnos hasta el día siguiente, nos ponemos tiernos y entre arrumaco va y arrumaco viene, la cosa se enciende y nos ponemos a tono.
Estábamos en la sala, en el sofá, y debido a mi volumen decidimos irnos a la cama para rematar la faena.
No tardamos nada en seguir con el tema, intentamos buscar la postura más adecuada para que no me incomode con mi circunferencia…. Postura va, postura viene…. Parece que ya está todo a mi gusto, a punto de llegar al climax……
• ¡ BOOM!…..
Y grito mío, lógicamente...
Se rompió la pata de la cama…..
Ahora me río, pero en aquel momento…. No solo se bajó la cama, se le bajo la erección…
Del susto y de la posturita que nos quedamos….
Obviamente se preocupó de si me había pasado algo, que afortunadamente no paso nada, salvo el susto, pero entre que buscó con qué nivelar la cama para que estuviera más o menos bien y poder pasar seguros la noche…. Y entre el miedo a que volviera a pasar… Ya no hubo forma de retomar el tema….