DORMIR JUNTOS (Textos de hace 15 años)

Aquí os traigo de mi pendrive, hecho cápsula del tiempo, una columna que hice en su día en un blog de un amigo chileno. Va sobre sexo, por eso me pareció interesante traerlos aquí. Poco a poco iré subiendo varios textos, que para nada quedaron obsoletos.

DORMIR JUNTOS

En este artículo he decidido transcribir una pequeña parte de un libro en el que se justifica de alguna forma el por qué de dormir juntos, con alguien con quién intercambies tu energía sin necesidad de realizar el acto sexual. Extraído de:
Los secretos de la sexualidad total (Sexual Energy Ecstasy); autores David Y Ellen Ramsdale de la editorial Robin Book, 2003.

“¿Acaso no es propio del hombre o de la mujer abrazarse y quedarse dormidos juntos? ¿Es imprescindible “tener relaciones sexuales”? ¿Qué sucede realmente cuando nos “limitamos” a dormir con alguien?
A pesar de que no se trata de una unión tan abrumadora como la unión genital, con ello tiene lugar una forma de “relación sexual”. Está comprobado que Mahatman Gandhi, por ejemplo, dormía con algunas jóvenes -a la vez que mantuvo celibato- para aumentar su nivel de energía durante largos ayunos que realizó en señal de protesta.
Según esta historia, Gandhi durmió con una joven virgen delante de él y otras detrás. Sea o no cierta la historia, el mensaje está claro: los cuerpos que duermen juntos en la cama comparten o “interrelacionan” energía vital.
Tenemos noticia de que en París, durante el siglo XVIII, los hombres mayores pagaban grandes sumas de dinero a Madame Janus con la esperanza de experimentar un rejuvenecimiento por medio de este método: dormir con dos jóvenes mujeres. ¿Acaso “dormir juntos”, en otras palabras, constituye una forma de unión sexual sutil?
Existe una tradición largamente asentada y a la vez discretamente oprimida en Occidente de “limitarse a dormir juntos”. Hace más de 1500 años en Europa, algunos cristianos tenían la costumbre de dormir con jóvenes cristianas. A pesar de que todo lo que hacían era acariciarse desnudos, abrazarse y dormir, algunos de estos monjes practicaban asimismo una forma de coitos reservatus (relación sexual sin eyaculación). Evidentemente este tipo de relación satisfacía sus necesidades de elevar la sexualidad al nivel de acto sagrado.
Esta práctica llevada a cabo por los monjes, disfrutando de las agapetae o virgenes subintroductae, tal como se denominaba a las jóvenes, fue finalmente erradicada al ir tomando poder la iglesia organizada. Alrededor del siglo XVII apareció en Europa una práctica similar a ésta.
Los jóvenes caballeros ofrecían “primoroso amor” a las mujeres casadas e incluso a las desposadas con algún noble y otro personaje influyente. A esta relación se le daba el nombre de domoi.
En este caso también la historia no nos proporciona muchos detalles, aunque sabemos que la práctica consistía, además de dormir juntos y desnudos, de acariciar su desnudez, abarazarse, deleitarse con el cuerpo de las mujeres nobles durante horas, los jóvenes caballeros practicaban asimismo el coitos reservatus de vez en cuando e incluso con cierta frecuencia.
¿Es que estos monjes y caballeros se torturaban a sí mismos y a sus amantes?
Según sus propias declaraciones, estas relaciones encendían su imaginación y colocaban a su alma en unos estadios y sensaciones mucho más elevados de lo que puede conseguir una relación sexual ordinaria. En realidad, el “primoroso amor” de la relación del caballero podría ser el precedente de nuestro amor ideal romántico.