Casanova y lo Swinger
Por lo que leo parece ser que, en la época de Casanova el intercambio de parejas era normal.Entonces me pregunto, qué ha pasado desde entonces hasta ahora, para que actualmente parece que sea una cosa del otro mundo y, sólo muy poca gente tenga esa mentalidad de la época de él.
Os pongo el primer extracto sobre este tema sacado de su autobiografía.
“Toda la ciudad sabía que Agata me era fiel, y el inglés estaba tan seguro de ello que pensó que el único medio de conseguir sus fines era granjearse mi amistad.
Un buen día vino a invitarme a desayunar, y pensando a la inglesa creyó que podía declararme su pasión y proponerme un trueque que me hizo reír.
—Sé —me dijo— que amáis desde hace mucho a la cantante Redegonda y que nunca habéis podido tenerla; os la ofrezco a cambio de Agata y decidme qué más deseáis como compensación.
Después de haberme reído mucho, le dije que el asunto podía parecerme factible, pero ante todo había que ver si las mercancías consentían aquel cambio de propietario:
Como decía Ariosto, en Orlandofurioso, XXVI, estr. 70, vv. 5-8.
«Si come amor si regga a questa guisa
che vender la sua donna o permutarla
possa l'amante, ne a ragion si attristi
se quando una ne perde una n 'acquisti»
«Puesto que el amor se trata de esta forma
que un amante pueda a su guisa vender o cambiar
a su amada, no hay razón alguna para entristecerse
si, perdiendo una, se consigue otra»,
—Por mi parte —me responde Milord—, estoy seguro del consentimiento de Redegonda.
—Muy bien, pero yo a mi vez dudo del de Agata.
—No lo dudéis.
—¿Qué fundamento tenéis?
—Será razonable.
—Me ama.
—Y a mí también me ama Redegonda.
—¿Y creéis que me ama a mí?
—No lo sé, pero os amará.
—¿Habéis consultado con ella sobre esto?
—No, pero da igual. Respondo de ella. Lo que importa ahora es saber si mi plan os agrada, y qué compensación queréis, porque vuestra Agata vale más que mi Redegonda.
—Después hablaremos de la compensación. Permitid que empiece por consultar con ella, y mañana por la mañana os llevaré la respuesta.
El plan me divertía, y decidí ver cómo terminaba aquello. Me sorprendía que el joven lord fuera dueño de Redegonda, cuya madre siempre me había infundido respeto.
Agata se rió mucho cuando le di cuenta por la noche de la proposición de Milord, y cuando le pregunté si consentiría en el trueque, me respondió que haría lo que yo quisiera, y que me aconsejaba aceptar si me convenía la compensación que me ofreciese. Vi que estaba bromeando, pero los dos sentíamos curiosidad por ver de qué forma se las arreglaría Percy para poner la cosa en claro.
Así pues, fui a desayunar con él al día siguiente, y le dije que Agata aceptaba el plan, pero que, por mi parte, quería estar seguro de que Redegonda también lo aceptaba, y cómo había pensado regular nuestra visita juntos. Me dijo que debíamos encontrarnos los cuatro, bien enmascarados, en el primer baile que hubiera en el teatro de Carignano, de donde saldríamos para ir a cenar juntos a un lugar que le pertenecía, y que allí concluiríamos nuestro trato.”