Mujeres en el Cine y en la Ciencia

Mujeres en el Cine y en la Ciencia
Considerada como una de las mujeres más hermosas del mundo, Hedwig Eva María Kiesler, más conocida como Hedy Lamarr, nació el 9 de noviembre de 1914 en Viena, en el seno de una familia judía no practicante. Su padre era director de banco y su madre, pianista, pertenecía a la clase alta de Budapest.

Todos sus profesores la consideraban una superdotada y Hedwig inició sus estudios de ingeniería de telecomunicaciones a los 16 años. Los abandonó tres años más tarde, contra la voluntad de sus padres, atraída por el mundo de la interpretación. El productor de cine Max Reinhart descubrió su talento como actriz en Berlín a finales de 1920 y con solo 18 años protagonizó la famosa película Extasis, filmada en Praga y dirigida por Gustav Machaty, que la lanzó a la fama por rodar uno de los primeros desnudos integrales del cine.

Friedrich Mandl, simpatizante del fascismo, proveedor de armamento para Hitler y Mussolini, vio la película y llegó a un acuerdo con sus padres que, contra la voluntad de su hija, la obligaron a contraer matrimonio con él. Mandl la llevaba donde quiera que fuese en sus negocios armamentísticos o la dejaba encerrada con un ama de llaves para evitar así que escapase. Siendo un hombre celosísimo, intentó comprar para destruirlas todas las copias de Extasis, aunque no lo consiguió. Mientras, Hedy, no podía cambiarse de ropa ni bañarse si no estaba él delante y, en sus solitarios encierros, se animó a acabar la carrera de ingeniería que había abandonado años atrás. En sus memorias confesó que aquella fue la etapa más atroz de su existencia, así que contrató una sirvienta de unas características físicas parecidas a las suyas y la convenció para intercambiarse la ropa. De esa forma logró escapar deslizándose por una ventana y huir a París haciendo gran parte del recorrido en bicicleta y llevando casi todas sus joyas cosidas en su ropa interior. A partir de ahí y tras divorciarse de Mandl, se marchó de Europa y acabó en Estados Unidos, donde se nacionalizó en 1953 y manejó su vida como más le interesó, retomando su carrera como actriz.

En la década de los 40, tras maratonianas sesiones de rodaje en Hollywood, Lamarr se enfrascaba en sus inventos. Rediseñó, por ejemplo, las alas de los aviones a partir de la fisonomía de los pájaros y los peces, una idea muy bien recibida por el magnate Howard Hughes, pero fue el comienzo de la Segunda Guerra Mundial y la supremacía alemana la que inspiró a la actriz su invento más importante. Junto al compositor George Ahtheil, desarrolló un sistema para mejorar la comunicación por radio de los submarinos británicos, que acababan destruidos por la superioridad de los alemanes. ¿Qué hacer para que estos no fueran interceptados por los torpedos? Lamarr inventó el salto de frecuencia: un nuevo sistema de comunicación secreta. Antheil materializó la idea de Lamarr y juntos la patentaron el ll de agosto 1942. Se trataba de una técnica de modulación de señales que usaba un par de tambores perforados y sincronizados (como si se tratara de una pianola) para ir cambiando la frecuencia en la que se envía un mensaje a lo largo de su transmisión.

La patente se clasificó como alto secreto y no fue utilizada de inmediato debido al tamaño del equipo necesario, pero una versión más compacta sí se utilizó durante la crisis de los misiles con Cuba en 1962. El salto de frecuencias es la base de sistemas como el Bluetooth o la Wifi que conocemos hoy. Hedy Lamarr falleció en Florida en el año 2000, a los 85 años de edad. En 1997 , la Electronic Frontier Foundation reconoció su papel como inventora pero Lamarr, que ya vivía recluida desde hacía años, prefirió enviar una grabación de agradecimiento en vez de asistir a la entrega del premio. Sus restos mortales descansan en Viena por petición expresa de esta increíble artista e inventora.
ESO ES BELLEZA Y CEREBRO, cosa que se da poquísimas veces. La Naturaleza es injusta.
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