¿Antepasados violentos por naturaleza?

¿Antepasados violentos por naturaleza?
Leo en “El hombre prehistórico es también una mujer” de Marylène Patou-Mathis.

Un hombre arrastra a una mujer agarrándola del cabello. ¿Adónde nos lleva forzosamente esta imagen? A un pasado inmemorial en que las relaciones entre los dos sexos se basan en la dominación, en que la violación, el rapto y la brutalidad son la norma. Esta visión, que ha modelado el imaginario hasta nuestros días, hace de la brutalidad la esencia de las sociedades prehistóricas.


Hasta finales del siglo XIX, la producción artística y literaria, salvo raras excepciones, construyó una imagen de hombres prehistóricos violentos, que incurren en el asesinato y el canibalismo, ya que se da por supuesto que su conducta social no es ni civilizada ni religiosa. En la mayoría de las novelas prevalecen, por tanto, los conflictos, especialmente entre «razas» diferentes, cuyos tipos proceden muchas veces de los relatos de los exploradores y forjan en el imaginario popular un arquetipo del hombre prehistórico: héroe viril, armado con un garrote y vestido con pieles de animales, que vive en una cueva donde talla piedras para fabricar utensilios. Enfrentado a animales enormes (mamuts) o feroces (tigres de dientes de sable), sale victorioso de estos combates. Es rebelde y actúa con violencia para conquistar el territorio, a una mujer, o para vengar a un ser querido. Se trata de representaciones basadas sobre todo en las obras de los antropólogos evolucionistas y los prehistoriadores del siglo XIX y de principios del XX.

El enfoque de los primeros prehistoriadores y, por consiguiente, la imagen que han legado de los humanos de esos tiempos remotos se ha articulado en torno a dos sesgos importantes: el de una violencia primitiva y el de una evolución progresiva y lineal de la historia de la humanidad. Estos postulados, afianzados con el paso de las décadas, han condicionado el trabajo de los investigadores y el imaginario del gran público. ¿Cómo llegaron a imponerse tales paradigmas?
Tras el reconocimiento de la existencia de humanos prehistóricos, a mediados del siglo XIX, sus conductas se equipararon primero a las de los grandes simios, gorilas y chimpancés, y luego a las de las «razas inferiores», consideradas primitivas. Sin haber hecho un análisis minucioso de sus costumbres, los primeros prehistoriadores dan nombres con connotaciones guerreras a los objetos que tallaron: garrote, maza, «puñetazo», puñal...

Los museos exponían y exponen colecciones de armas pre y protohistóricas, antiguas, históricas, etnográficas y, para cada periodo, maniquís de gran tamaño armados y con trajes de guerra. Esta presentación museográfica inculcaba e inculca en la mente de los visitantes la idea de una continuidad cultural de la guerra desde la época más remota de la humanidad.
Pero esto se está viniendo abajo…

A comienzos del siglo siguiente, algunos sociobiólogos, a quienes se unen antropólogos y prehistoriadores, basándose en la conducta de los grandes simios, afirman que descendemos de «monos asesinos».
Pero esto se está viniendo abajo…

La idea de que la violencia forma parte de la «naturaleza humana» está presente en muchos filósofos y pensadores. Es lo que sostiene Sigmund Freud cuando escribe que «el hombre no es una criatura tierna y necesitada de amor, que solo osaría defenderse si se la atacara, sino, por el contrario, un ser entre cuyas disposiciones instintivas también debe incluirse una buena porción de agresividad. Por consiguiente, el prójimo no le representa únicamente un posible colaborador y objeto sexual, sino también un motivo de tentación. [...] Homo hominis lupus: ¿quién se atrevería a refutar este refrán, después de todas las experiencias de la vida y de la Historia?
Pero esto se está viniendo abajo…

Según los estudios de los esqueletos humanos fósiles, las marcas de violencia solo se han observado en algunos individuos, de modo que es razonable pensar que en el Paleolítico no hubo guerras stricto sensu.

En la mayoría de los casos de violencia probada, las heridas están cicatrizadas, de modo que esos individuos no fueron rematados, sino al contrario, curados. De la observación de las anomalías o los traumatismos en los huesos de muchos fósiles humanos del Paleolítico, se ha deducido que esos humanos cuidaban a sus enfermos o a sus heridos, y que un disminuido físico o mental, aunque fuera de nacimiento, no era eliminado, sino que ocupaba un lugar dentro de la comunidad. El estudio de los datos arqueológicos muestra que las relaciones entre las comunidades se basaban en el intercambio de objetos, de conocimiento, de habilidades e incluso de individuos.

Los primeros signos de violencia colectiva surgen, al parecer, con el sedentarismo de las comunidades, que empieza hace unos 14.000 años, y aumenta durante el Neolítico, periodo marcado por numerosos cambios ambientales (calentamiento climático), económicos (domesticación de las plantas y los animales, que permite un excedente de alimentos, de lo que da prueba su lugar de almacenamiento), sociales (aparición de las élites y las castas, y su consecuencia: la jerarquización y las desigualdades) y de creencias (aparición de divinidades y de lugares de culto). Esta violencia podía deberse a múltiples factores: situaciones extremas vinculadas a una crisis (demográfica, política, epidemiológica), ritos sacrificiales (fundacionales, propiciatorios o expiatorios) y motivos psicológicos (venganza por una vejación o un insulto, voluntad de dominio).
Se ha constatado que las principales víctimas de esas situaciones serían las mujeres y los niños. …

Los conflictos en el seno de las comunidades y también entre ellas parecen intensificarse sobre todo a partir de 5500 a. C., con la llegada a Europa de nuevos migrantes. Según muchos arqueólogos, este cambio sociocultural en las sociedades posteriores al Paleolítico también es perceptible en la sustitución progresiva, desde finales del Neolítico, de los cultos dedicados a divinidades femeninas (diosa madre, de la fecundidad, de la fertilidad...) por la veneración de divinidades masculinas, representadas a menudo armadas de un puñal en la Edad del Bronce. La guerra se institucionaliza durante ese periodo, en el que se produce el nacimiento del Estado y de una civilización urbana, así como el desarrollo de la metalurgia y del comercio de bienes de prestigio (armas). Al guerrero y las armas se les rinde auténtico culto, aunque tampoco en todas partes. Algunas civilizaciones siguen siendo poco guerreras…

Ya que la violencia de las sociedades prehistóricas del Paleolítico no está arqueológicamente probada, las relaciones entre hombres y mujeres en ese periodo sin duda no eran tan antagónicas como han afirmado algunas tesis. La dominación de las mujeres sería más reciente, y consecuencia de la instauración del sistema patriarcal, establecido a veces por la fuerza, en especial mediante el dominio de los hombres sobre el cuerpo de las mujeres. Esa voluntad de apoderarse del cuerpo del otro sin su consentimiento aparece en numerosos mitos, en los que las mujeres son violadas después de haber sido raptadas.
Igual que la cultura de la guerra, la cultura de la violación aparece muy pronto en las representaciones. ¿Es esa la razón por la que, desde hace siglos, existe una tolerancia respecto a la violencia sexual contra las mujeres? Y siguiendo al psicoanalista inglés Donald Winnicott, hay que preguntarse: «¿No podría decirse que en la expresión extrema de la sociedad patriarcal la relación sexual es la violación?

El rapto de mujeres
En el origen de esta construcción, que sitúa a la mujer como un objeto que hay que conquistar, está el rapto, al que la mitología grecorromana ya alude. La historia de la humanidad habría empezado con el rapto de una mujer, cuenta el poeta latino Ovidio en el libro V de las Metamorfosis…
Las obras literarias y artísticas occidentales estarán profundamente impregnadas de esos textos antiguos, en los que las mujeres son objeto de deseo y se hallan sometidas a la voluntad masculina. La antropóloga Françoise Héritier sugiere que, desde los orígenes, las mujeres constituyeron un botín…
Considerar el rapto de mujeres como una costumbre que existe desde la noche de los tiempos ¿es un mito o una realidad?
El rapto de mujeres aparece por primera vez en 1865 en Primitive Marriage: ¡los hombres prehistóricos habrían practicado el infanticidio femenino, el incesto, la violación y el rapto! Tras haber sido un botín, las mujeres se habrían convertido en «mercancías», y habrían sido intercambiadas o compradas.
Hoy día la mayoría de los arqueólogos y etnólogos rechazan estas hipótesis.

Continuará…

Para inicio del debate

¿Según lo que llevamos leído son esas las razones por las que, desde hace siglos, existe una tolerancia respecto a la violencia sexual contra las mujeres?

¿Por qué hoy día vemos que, en algunas sociedades se siguen vendiendo mujeres por parte de los padres y, es totalmente legal en esas sociedades?
*****i77 Mujer
7.349 Publicación
Eso mismo me pregunto a menudo por qué sigue pasando y no hacen nada por adelantar los siglos de retraso que llevan en esas sociedades...
Respecto al otro tema creo que es un tema con un trasfondo tremendo, familias pobres que vendían a sus hijas para poder alimentar al resto de la familia en ocasiones, en familias que se arruinaban para mantener lazos con las familias de alto estatus, etc...
Y los secuestros podemos remontarnos también a la época de la esclavitud en que se secuestraban a tribunales enteras para vender a los hombres como animales de carga y a las mujeres como criadas que podían ser violadas, azotadas o asesinadas sin más. Vendían a otras familias a sus hijos, muchas veces mestizos hijos del "señor" de turno...
Así que no sé dónde se puede poner el principio de este tipo de prácticas en que sexos, razas, etc... eran ya habituales.
Bueno y con la iglesia hemos topado. Eva salió de la costilla de Adán... nada más que decir porque no acabaría.
Solo agradecer desde aquí a todas las mujeres que se pararon a pensar más allá de lo que les explicaban y luchaban por no ver el porqué de esas diferencias
"...Respecto al otro tema creo que es un tema con un trasfondo tremendo, familias pobres que vendían a sus hijas para poder alimentar al resto de la familia en ocasiones, en familias que se arruinaban para mantener lazos con las familias de alto estatus, etc...
Y los secuestros podemos remontarnos también a la época de la esclavitud en que se secuestraban a tribunales enteras para vender a los hombres como animales de carga y a las mujeres como criadas que podían ser violadas, azotadas o asesinadas sin más. Vendían a otras familias a sus hijos, muchas veces mestizos hijos del "señor" de turno..."

Los dos temas no son del pasado, siguen siendo del presente y tan presente que sigue siendo noticia en los medios de comunicación.
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