Microhistorias de maltrato que todas llevamos dentro
Hablando con mis amigas me doy cuenta, nos damos cuenta, que todas en diferentes grados hemos vivido abusos.Por parte de compañeros del colegio, en el autobús, en el trabajo.
Todas llevamos la carga de un maltrato. Una vergüenza. Un miedo.
Y no hablo de "bullying", no. Hablo de violencia machista. Que no siempre es violencia física, también existe la violencia psicológica.
Hemos normalizado conductas terribles que los hombres, algunos, se creen con derecho a tener con mujeres como yo, y que la mayoría de las veces es un reflejo de su debilidad y su falta de autoestima.
Hemos hablado de dolores y marcas y hemos pensado abrir un espacio en el que poder liberar ese momento que se quedo grabado y soltarlos para que ya no tenga tanto peso. Porque ese peso compartido se diluya.
Os voy a contar dos momentos míos, de esos que sangran en el cerebro pero con el tiempo han dejado de asustar, y que, además, me han hecho la mujer que soy...Entre otros muchos.
No juzguéis y expresaros libres.
1). 4º de EGB, una cría como lo es ahora mi hijo, 10?, 11 años?. Estábamos en la hora de recreo y volví a clase. Cuando iba a salir dos niños de mi clase, repetidores, malos, malos de esos a los que se les ve en la mirada, entraron por la puerta. Ya no podía salir. No os expreso el miedo que se siente como mujer, como niña, está ahí recorriéndote la sangre a toda velocidad. Me recuerdo sentada en una silla, con la pared en mi espalda y pupitres a los dos lados y ellos delante de mí. He borrado sus frases, no sus ojos ni mis sensaciones. Entró mi tutor en ese momento y ante semejante situación os diré que fueron expulsados.
2). 19 años, meses después del divorcio de mis padres, empiezo terapia psicológica. Uno de los días que tengo cita, es mi madre la que tiene que entrar primero a hablar con mi psicóloga. Nos había llevado hasta allí un amigo de mi madre en coche, ella se bajo, me cambie al asiento de delante y ella se fue. Él dejó el coche en doble fila y a mi derecha unos contenedores. En ese momento me dijo:
• Mira, si ahora te violo no puedes hacer nada.
Así, con absoluta naturalidad. Aún recuerdo el terror que sentí en ese momento. Se lo conté a mi madre y ella concluyo, que había sido una broma. Y ya. Seguí viendo a esa persona durante años, aunque ya jamás fui capaz ni de estar e la misma habitación que él.
Yo creo que el desarrollo de la sexualidad queda limitado en la mente de quien viva cosas así. Y por ello creo que hay que soltar lastre...
Sed libres de ser, porque aquí hay gente dispuesta a amar; aunque solo sea un instante fugaz.
Dejaos querer…
PD: Recordad, podéis aportar vuestras experiencias de forma pública o si lo preferís de forma anónima en el siguiente enlace: anonimo@joyclubanonimo.es