Mujeres con historia – II
Christine GranvilleBajo este falso nombre se encierra el auténtico de Kristyna Skarbek, una de las mujeres espías más recordadas de la Segunda Guerra Mundial.
Entre la primavera y verano de 1940 el mundo cambiaba para siempre. La Alemania nazi lanzaba su famosa Blitzkrieg, los planes Aliados eran desbaratados, Francia, Bélgica y Holanda eran conquistadas en una de las victorias militares más famosas de la historia y Gran Betraña, sin recursos económicos, se enfrentaba a la posibilidad de una derrota. La respuesta inmediata del recién nombrado primer ministro Winston Churchill, fue crear la SOE (Special Operations Executive), unidad secreta del servicio de inteligencia británico y, uno de los mejores agentes infiltrados en los territorios invadidos, fue una mujer muy especial.
Tan hermosa como valiente, la condesa polaca Kristyna Skarbek (1915-1952) fue uno de los personajes más excepcionales y románticos de la II Guerra Mundial. Cambió su nombre por el de Christine Granville (aunque también se la conocía como “madame Paulina”) y, cuando Polonia fue invadida, la SOE no dudó en reclutarla para acciones de subversión y sabotaje contra la imparable ofensiva alemana.
Parece mentira que esta mujer, de gran belleza, procedente de banqueros judíos con título nobiliario, educada en una comodidad exquisita, fuera la misma que no conocía el miedo, que saltaba a menudo en paracaídas y que atravesaba los montes Tatra esquiando para infiltrarse en Polonia, combatiendo codo con codo con la Resistencia Francesa. Sobornó militares, lideró equipos de sabotaje y fugas y, valiéndose de su candidez y atractivo, burló como nadie a la terrible Gestapo.
Una de sus admirables audacias tuvo lugar cuando la policía secreta la detuvo junto a otro compañero en 1941. Cuando los interrogaban y, aprovechando una crisis catarral que padecía, exageró una tos y se mordió varias veces la lengua produciendo esputos de sangre, y “confesó” tristemente que padecía una tuberculosis avanzada. Ante aquella confesión fueron puestos en libertad por sus captores por el miedo a ser contagiados. O cuando se auto adjudicó la misión de libertar a tres espías capturados por los alemanes en 1944 (dos ingleses y un americano) que serían fusilados en pocas horas, sin tiempo para que La Resistencia montara un dispositivo de rescate. Allí se presentó una solitaria bella mujer, muy elegante, que dijo ser la sobrina del mariscal Bernard Montgomerry. Fría como el hielo, aguantó le apuntasen a la cabeza con un arma, insistiendo ante las reiteradas negativas y, después de once horas de negativas, logró liberar a los detenidos. También actuó en Italia, donde fueron sorprendidos por una patrulla alemana y cuando le ordenaron levantar las manos, la bella espía obedeció…pero lo hizo sosteniendo una granada. Gracias a su improvisación, ella y su compañero lograron salvar sus vidas.
Pero tras la guerra, Gan Betraña mostró su ingratitud y tambié Polonia, su país de origen al que nunca le permitieron volver y, una de las mujeres más audaces, la misma que hablaba diez idiomas, la aristócrata valiente y una de las piezas más valiosas de los Servicios Especiales, terminó trabajando par subsistir como camarera, en el West London Hotel, y ella, que cada día imaginaba una muerte gloriosa según su diario, fue asesinada por un acosador no correspondido. George Muldowney, un antiguo marinero, la mató de un solo navajazo y fue ahorcado como castigo por sus crímenes. Esto aumentó más la fama de ella y la convirtió en leyenda. Solo un año después Fleming publicó “Casino Royale”, la primera novela de James Bond.
Bibliografía
Mujeres con historia, de Susana Peiró.
Valientes anónimas, de Carmen Sabater.
Wikipedia.
Internet.