MI MADRE... POR LO QUE FUE, SOY
A lo largo de la Historia ha habido mujeres notables, algunas reconocidas, pero la mayoría ha pasado como de puntillas, solo siendo admiradas por aquellos que las conocimos y las quisimos…Voy a hablaros de mi madre, una mujer que el pasado día 26 de febrero hubiera cumplido 93 años si no nos hubiera abandonado hace 14 por culpa de una complicación multiorgánica derivada de una obstrucción intestinal. Hasta para morir tuvo que sufrir, como si no lo hubiera hecho bastante a lo largo de toda su vida.
Nació en Sevilla en el año 1931. Era rubia y con ojos azules, algo bien raro en aquellas tierras, pero su padre también lo era. Decían que mi abuelo tendría como ascendente a algún soldado de los Cien mil hijos de San Luís.
Cuando estalla la Guerra Civil tiene 5 años, y cuando finaliza ya había cumplido los 8. Tenía recuerdos de todo aquello, de lo que vivió y de lo que sufrió.
Vio como subían a su madre al camión para darla el paseíllo y contaba como se enteró años después de por qué la bajaron. Uno de los "flechas" la reconoció como su casera y al preguntar que había hecho esa mujer, que él la conocía y no era peligrosa, le dijeron que iba vestida de rojo…
Su madre se había hecho una bata de una tela que encontró, para tener otra prenda con la que poder cambiarse cuando tenía que lavar la habitual… Si no la llegan a bajar del camión me hubiera quedado sin abuela.
Su padre no tuvo que ir al frente por ser un trabajador esencial en la fábrica de azúcar de San José de la Rinconada… Era el encargado, el único que sabía leer y escribir y que conocía todos los pasos de la fabricación...
Sus recuerdos más arraigados son los de la post guerra, de cómo su padre les dejaba mojar a todos en la yema del único huevo frito que se podía sacar a la mesa. No es que no hubiera dinero, nunca le faltó el sueldo a mi abuelo, es que no había que poder comprar…
Cuando empieza la Guerra era la cuarta hija de 6 hermanos, y cuando termina, en el 39, ya eran 7. Está claro que aún en época de Guerra el sexo no faltaba, era lo único que podían hacer. Eso es lo que contaba mi abuela…
Acompañaba a mi abuela cuando intentaba estraperlear, y la tuvo que ir a llevar comida a la cárcel cuando la apresaron, porque tenía que amamantar a su hijo pequeño...
Cuando cumple 11 años, a su padre le trasladan a un pueblo de la provincia de Zamora. Y al poco de llegar, la sacan del colegio porque tiene que atender a su madre y a su hermana mayor, que alumbran al mismo tiempo. Era el año 42.
Se escapaba de casa para ir al colegio porque quería terminar de aprender los quebrados, que le gustaban mucho, y acompañaba a su padre al pequeño huerto que la empresa facilitaba a cada trabajador.
Se negaba a trabajar como un hombre en el campo porque no querían pagarle las tareas como tal, y la sevillana valía mucho para perderla como jornalera…
A los 17 años se viene con sus hermanas a trabajar a Madrid y a los 25 años conoce a mi padre. Era el hijo del vecino de la madre de la compañera de trabajo donde se quedaban cuando podían librar…
A los 27 años se va a trabajar a Londres, al servicio doméstico. Tenía ganas de ahorrar dinero para dar la entrada de un piso. Ella no quería tener que vivir realquilada en una habitación. Habían sido años compartiendo casa con 7 hermanos más y no quería vivir comprimida en un piso con otros realquilados.
Al enterarse sus padres de lo que piensa hacer le montan un escándalo. Malmeten al novio contra ella para que le impida marcharse… Pero mi padre tiene muy claro que o la deja marchar o la pierde para siempre.
Cuando llega a Londres no la quisieron admitir. Aparentaba menos edad de la que tenía y la señora decía que había pedido una mujer y le habían enviado a una niña…
Tuvo que cambiar de casa porque usó el aceite de oliva para cocinar y se montó un escándalo. Allí lo consideraban un lujo y ella tuvo que aprender de nuevo a cocinar con aceite de coco, y con mantequilla…
Los días de libranza hacía horas extras en la Embajada de Argentina. Allí, la mujer del embajador, al escuchar cantar en español, le pregunta que hace tan lejos de su tierra. Ella le explica que ha ido para conseguir dinero para un piso y la mujer le consigue una recomendación para que le faciliten una vivienda oficial y se pueda regresar a España…
Al regresar a España se trae su vestido de novia. Solamente cortado, ella lo tendría que coser después, pero de otra manera hubiera tenido que pagar tasas por importación.
Su madre no quiere que salga de casa vestida de blanco, en el pueblo solo lo hacían las ricas, pero ella ha trabajado mucho para obtener su vestido y no piensa casarse a escondidas… También se niega a cortarle la cola.
Es la primera mujer de clase obrera del pueblo que se casa de blanco y con cola… Y a las 12 del mediodía, ¡como las ricas!
El vestido era de un tejido precioso, raso brocado. Aún conservo el chaquetón de fiesta que me hice de la tela de la cola, siendo soltera … Ha adquirido un precioso color hueso, espero que algún día se lo pueda poner mi nieta...
Cuando van a entregarle el piso le dicen que tiene que ponerse a nombre de su marido. Sí, la recomendación es de ella, pero el piso ha de ponerse a nombre del varón… Fue algo que la mortificó toda su vida…
Tiene dos hijas y no para de trabajar para darnos estudios. Quería que tuviéramos la educación que a ella se le negó.
En una época que no había frigoríficos, solo heladeras, mi madre se tenía que levantar a las 5 de la mañana para preparar las tarteras que mi padre había de llevarse a trabajar. También se lavaba a mano porque no había lavadora en casa. Televisión no hubo en mi casa hasta que no cumplí los 7 años… Sólo con dos canales y en blanco y negro… Y fui una de las privilegiadas de la época, pude ver como el hombre llegaba a la luna….
Recuerdo acompañarle al mercado, a unos 3 o 4 kilómetros de casa, con frecuencia porque no se podía almacenar productos como ahora. Ni había transportes para ir allí ni tenía carro de la compra entonces. O al menos ellos no se lo podían permitir, porque luego si recuerdo que compró uno…
Cuando yo tengo unos doce años me desperté asustada una noche. Jamás había escuchado a mi madre hablar de esa forma. No sabía si gritaba, si lloraba o qué diablos pasaba…
- ¡Fírmame! ¡Firma o no me vuelves a ver! ¡Si no firmas no te vuelvo a hablar en mi vida!… ¡Te juro por lo que más quiero que si no firmas te vas a enterar de lo que soy capaz…!
Salí asustada. Y lo que vi se me clavó en mi memoria y no lo he olvidado en mi vida:
¡Mi madre estaba de rodillas ante mi padre!… Con unos papeles en una mano y el bolígrafo en la otra… Mi padre se quedó blanco al ver que yo estaba presenciando la escena… Que fuera testigo de la humillación de mi madre no se lo perdonó en la vida… Y firmó.
Firmó la autorización para que mi madre pudiera darse de alta en la Seguridad Social. No podía hacerlo sin el permiso de mi padre…
Resulta que mi madre llevaba trabajando en negro toda su vida. Limpiando casas, lo único que mi padre le permitía porque eso lo podía hacer sin que constara en ningún sitio. Oficialmente él era el único que mantenía la casa. Los ingresos de mi madre no figuraban en ningún sitio.
Pero dos de las casas en las que limpiaba eran de funcionarias del Ministerio de Sanidad y convencieron a mi madre para que se diera de alta y que el día de mañana tuviera su pensión. Ellas le pagarían los seguros con la condición de que no dejara de trabajar en sus casas el día de mañana. No era una coacción, simplemente no deseaban perder una trabajadora que valía su peso en oro.
Toda mi vida he seguido en contacto con esas familias, hasta que fallecieron. La relación era más allá de una mera transacción laboral. Tenía más trato con ellas que con muchos otros familiares míos directos. Ellas dieron referencias sobre mí cuando intentaba encontrar trabajo y me las solicitaban. Ayudaron a que mi madre pagara mi colegio, cuando me enviaba a colegios privados…
Uno de los días más felices de la vida de mi madre fue cuando obtuve mi título de Bachiller. Ver que el nombre de su hija aparecía con el “Doña” delante… Era la primera mujer de su familia que lo obtenía. Para ella fue un orgullo que su hija lograra lo que ella nunca tuvo… Lo conservó como oro en paño toda su vida.
Por problemas con mi padre, con 22 años me voy de casa. A vivir con mi tío. Fue algo que la hizo sufrir, y lo siento. Pero la situación familiar era insoportable. Por problemas médicos, mi padre tuvo que jubilarse anticipadamente y no había quien le aguantara...
Yo trabajaba y estudiaba. Entre semana, entre unas cosas y otras, casi llegaba a las 12 de la noche a casa. No eran horas, pero no quedaba otra si quería formarme. Y mi padre, cuando salía los fines de semana, quería que estuviera a las 10 de la noche en casa. Por el que dirán los vecinos…
A los 52 años la detectan un tumor en uno de los oídos. Tienen que operarla y con tan mala suerte que le seccionan un nervio y le dejan parálisis facial… Queda desfigurada y entra en depresión. Pero gracias a los seguros que pagaba le queda una pensión por incapacidad. Algo que no pudo remediar restregarle a mi padre:
-¡Anda que si no llego a estar asegurada!
Lo más gracioso es que nunca dejo de aportar un sueldo a la economía familiar. Legal o no… Yo recuerdo a mi madre trabajando toda su vida. En casa y fuera de ella…
Cuando cumplo los 27 años tengo que volver a casa. Nunca me desempadroné de su casa y seguía teniendo el mismo médico de cabecera que ellos.
En una de las visitas el médico me dice:
- Hace 5 años, para que te evitaras una úlcera de estómago, te dije que te independizaras. Hoy tengo que pedirte que vuelvas a tu casa o tu padre acaba con tu madre. Le está haciendo la vida imposible e ignoro si podrá salir de la depresión si tú no vuelves y se siente apoyada contra él…
Mi padre llevaba casi 10 años a mi madre. Tenían mentalidades y necesidades diferentes. Lo que nunca había ocurrido, en todos los años que habían compartido, ocurría ahora. Tenía celos de mi madre, se pensaba que podía engañarle con otro y la celaba como no estaba escrito…
Con mi vuelta no se arreglan las cosas con mi padre, pero ella al menos no está sola. Y yo, que aunque he vuelto a casa lo he hecho estableciendo mis normas, ayudo a mi madre a lidiar con mi padre…
Conozco al que será el padre de mi hija, y decidimos casarnos. Mi padre me hace un favor negándose a ser el padrino de mi boda porque he decidido casarme con un hombre más joven que yo, pero mi madre sufre porque ha dado la nota en mi boda. Toda la familia lo comenta, es una vergüenza para ella… Pero yo pude llevar como padrino a mi tío, quien me acogió cuando me marché de casa, soltero y sin familia, dado que era gay.
Mi padre pensó que me humillaba, pero al ver que era mi tío, el gay, quien era mi padrino, se enfadó más… Casi nos dio la boda.
Cuando mi padre fallece, mi madre, tras pasar una semana de su muerte, nos reúne a las dos hijas y nos dice:
- Sé que sois las herederas de vuestro padre y que yo solo tengo el usufructo de la vivienda, pero quiero pediros solamente una cosa…
• El piso es tuyo, mamá. Le dijimos….
• A eso voy. Quiero poner el piso a mi nombre. Era mío y jamás pude hacerlo…
Tardó más de 30 años en poder ser propietaria de su propio piso… Una espinita que tuvo clavada siempre.
Pasado un tiempo prudencial de duelo. Cuando se encontró con fuerzas, me dice:
- Me he pasado toda mi vida siendo “la hija de…”, “la mujer de…”, “la madre de…”. Quiero vivir mi propia vida, hacer lo que me salga del moño. Hasta tengo el entierro pagado…No quiero ser ahora solamente “la abuela de…”, quiero viajar, lo que no pude hacer con tu padre.
Y se dedicó a disfrutar, a su manera, de la vida.
Gracias a que obligó a mi padre a firmar la autorización para trabajar le quedó su pensión y la de viuda de mi padre. Tenía unos ingresos más que suficientes para vivir como le apeteciera. Al ser de dos regímenes diferentes de cotización no se podían unificar, lo que le permitió cobrar las dos generosas cantidades…
Por fin pudo montar en avión, cosa que no hizo cuando mi padre vivía porque a él le daban miedo. Se recorrió España entera y ¡hasta montó en globo! Sé que en la penúltima etapa de su vida fue todo lo feliz que no había sido antes…
Aunque aún le quedaba pasar otra adversidad… Tantos años fregando de rodillas le pasó factura. Tuvieron que ponerle una prótesis de rodilla y no quedó bien. Se ayudaba de un bastón para andar, pero los dolores no le permitían estar tranquila. Pasó los últimos años de su vida con esa traba, y pese a intentar seguir viajando, ya no fue lo mismo. Ya no podía zascandilear como antes...
Con el paso de los años sufrió de Alzheimer. No recordaba que yo era su hija, se pensaba que era su hermana.
No se acordaba de comer si no se lo ponías en la mesa y le pedías que comiera. Yo ya estaba divorciada y vivía con ella y con mi hija, de 16 años, quien me ayudada a facilitarle la medicación cuando yo no estaba.
Cuando la situación se hizo insostenible, tras una subida de tensión que sufre, y tener que ser hospitalizada, la asistente social me hace ver la conveniencia de que sea atendida las 24 horas en una residencia…
No es lo que me hubiera gustado, pero no me quedaba otra… Iba a verla en días alternos. Y cuando no podía ir yo, lo hacía mi hija. Los sábados comíamos juntas y los domingos los dedicaba a dejar preparadas las comidas de mi hija para la semana…
No duró mucho, lamentablemente. Sufrió una obstrucción intestinal y no había solución. Debía ser intervenida, pero tomaba Simtrom y no era viable… Si no la operaban, se moría. Pero si la operaban sin estabilizar la medicación, también moriría… No la pudieron salvar.
No pasa un día sin que la recuerde. Siempre hay algo que me hace recordar algún hecho. Para mí fue una mujer admirable en todos los sentidos. Vivió dedicada a sacar a sus hijas adelante, para darnos todo lo que ella no pudo conseguir.
Y encima mi nieta se parece a ella muchísimo. Tanto físicamente como en sus gestos… Salvo que ni es rubia ni tiene los ojos azules de la sevillana.