MI PRIMERA VEZ...
LITERARIA Todos tenemos un montón de primeras veces. Unas las recordamos con más agrado que otras, seguro.
Yo recuerdo, por ejemplo, la primera vez que probé el tabasco, sin saber que era picante. Creí que me ardía la boca… Y lo más grave, que era el día de mi Primera Comunión, dos horas antes de salir para la iglesia a comulgar.
Ignoro por qué recuerdo aquel día de junio, pero creo que es más por la sensación de ardor que por la “trascendencia” del momento.
Y claro que recuerdo mi primer beso, mi primer acto sexual y mi primer orgasmo, que obviamente no se produjeron todos en el mismo día. Lamentablemente para mí, como para otras mujeres de mi época, tener sexo no significaba gozar con el sexo…
Pero otro día hablamos de esas primeras veces. Hoy quiero hablaros de una primera vez trascendental para mi vida.
Trascendental por todo lo que ello me marcó, con el paso de los años, en la toma de decisiones importantes como mujer.
Tenía yo unos doce años. Ya había leído varios libros según los planes pedagógicos de la época y, obviamente, pasajes de la Biblia cuando nos preparaban en la catequesis. Lo llamaban “Historia Sagrada”.
Pero el primer libro que cayó en mis manos, sin obligación alguna de leerlo y que me impactó, fue “LA TÍA TULA”, de Miguel de Unamuno.
Era una tarde de verano. Había acompañado a mi madre a casa de una amiga a quien le cuidaba las plantas y ventilaba la casa para que los vecinos vieran que había movimiento. Los vecinos y sobre todo los amantes de lo ajeno, que no es cosa de ahora, es de toda la vida.
Mientras ella hacía lo que llevaba programado [sí, mi madre toda su vida la tenía programada] yo entré en una de las habitaciones. Tenía un montón de libros en las estanterías y yo jamás había visto tantos juntos, salvo en la Biblioteca de la Directora de mi colegio…
Revisando los títulos, de repente uno me llamó la atención. Fue como si el título saltara para que mis ojos se fijaran en ese libro. LA TÍA TULA
Para quienes no lo hayáis leído no quisiera desvelaros su argumento, pero hay pasajes imborrables para mí. Como cuando Tula se pone a su sobrino al pecho...
Con la facilidad que tengo para sumergirme en los argumentos, que es como si viera las escenas como las imágenes de una película, tenía la sensación de ser yo quien tenía al bebé sobre mi pecho… Creo que los deseos de ser madre algún día me nacieron en ese momento, con la lectura.
El personaje de Tula marcó mi vida. Esa mujer que renuncia ser madre precisamente para que sus sobrinos no tengan madrastra.
Aunque antes renunció al amor porque su hermana amaba al mismo hombre que ella hubiera elegido para formar su propia familia.
Un hombre que, aunque amaba a Tula, no se atrevió a contradecirla cuando ella le pidió que fijara fecha de matrimonio con Rosa, su hermana…
Unamuno creó en Tula un personaje contradictorio. Por un lado era una mujer adelantada a su tiempo, capaz de decidir vivir sola sin miedo a que la tomaran por una solterona.
Pero por otro, era incapaz de no seguir las normas que la sociedad tenía previstas e instauradas para las mujeres de su época.
“Una mujer cuyos ojos lo decían todo. Una mirada que hacía que los hombres no se atrevieran a contradecirla.
Siempre ha sentido rechazo hacia el hombre, siempre ha visto en él al bruto, al ser impetuoso y ciego que sólo se preocupa de aplacar sus apetitos. Tula piensa que el personaje más importante del Evangelio no es Cristo, sino la Santísima Virgen. Esa Madre desairada por Jesús en las bodas de Caná”.
Me llevé el libro a mi casa para terminar de leerlo. No era la primera vez que un libro salía de casa de Araceli para que yo lo leyera. Tenía su permiso para poder leer todo lo que deseara e hice uso de su autorización…
Al cabo de un tiempo, cuando se enteró de que ese libro me había gustado tanto, me lo regaló. Aún forma parte de mi biblioteca. Y confieso que lo he releído en algunas otras ocasiones.
Con los libros no lo puedo remediar. Los que me gustan suelo volver a leerlos y disfrutar de sus argumentos. Me introduzco en ellos y disfruto cada escena y cada descripción.
Hay gente que disfruta viendo escenas de películas una y otra vez. A mí me pasa con los libros...