PARALELISMOS: EL SÍNDROME DE ESTOCOLMO
De todes es conocido el denominado Síndrome de Estocolmo o Síndrome de Helsinki, formulado en 1979 por Leonare Walker a raíz de un suceso ocurrido en la capital de Suecia.Consiste en una reacción psico-emocional por la que la víctima de un secuestro o retención forzada se convierte en cómplice del secuestrador y construye un fuerte vínculo afectivo con elle. Está considerado por la psiquiatría académica como un efecto post-traumático.
En 1973, un atracador asalta un banco en Estocolmo, siendo sitiado por la policía sueca, y toma cuatro rehenes de entre les empleades. Siendo amenazades de muerte, les secuestrades defendieron al atracador protegiéndolo de la policía. Tras la liberación, seguían argumentando que se fiaban más de él que de la policía y justificaron todas sus acciones.
Un año más tarde, en 1974, hubo un caso mucho más famoso, el secuestro de Patricia Hearst, hija de multimillonario, por una banda sectaria. Tras dos meses de cautiverio, Hearst se unió a la banda, asaltando bancos y acabo siendo condenada. Yo entonces tenía 10 años y lo recuerdo perfectamente.
Anteriormente, desde finales del siglo XIX, varios autores y literatos habían descrito fenómenos similares.
Nos preguntaremos el porqué de dicha reacción dependiente y positiva de las victimas hacia sus captores. Hay varias razones tipificadas:
• Interpretar erróneamente la ausencia de violencia explícita como algo humanitario y positivo del agresor.
• Empatía hacia el captor.
• Cooperación para salir ilesos.
• Autoprotección.
• Agradecimiento por “respetar” sus vidas.
• Evitar el enfado del captor.
• Tener la impresión de no haber perdido el control de la situación.
• Buscar un sentido a la acción agresora.
• Sentimiento de abandono por parte del orden y la justicia, lo que lleva a buscar cobijo precisamente en el agresor.
También existen evidencias de que las víctimas de anteriores abusos, prisioneros, miembros de sectas,
Ex – rehenes, son más vulnerables al síndrome.
Personalmente, todos los motivos anteriores me parecen plausibles, pero normalmente se obvía el más importante: La mente del agresor.
Si nos fijamos, se le ha dado toda la responsabilidad a la víctima, cuando en realidad es una reacción a una acción/actitud del captor.
Tengo una teoría sobre algo que me llama mucho la atención y que en mi opinión, está correlacionado con el Sindrome de Estocolmo: Los asesinos en serie, conocidos como psycho-killers, suelen ser personas tremendamente inteligentes y empáticas, aún sin conciencia. Solo así pueden tener “éxito” en su perversa misión. Y los realmente brillantes son quienes han cometido crímenes no resueltos, es decir, los que matan y no son descubiertos. Estos individuos, tienen tal nivel de inteligencia y empatía perversa que, en muchos casos, no solo son capaces de acercarse a las víctimas creando una conexión emocional, sino que se introducen en la mente de la policía para anticiparse y prever lo que harán al descubrir el crimen para no ser descubiertos.
Estos individuos siempre van varios pasos por delante, y no pierden su control en pos de conseguir sus objetivos. Si deben abortar, abortan. Obviamente, es un control patológico al extremo, ya que carecen de la conciencia para equilibrar su necesidad de aniquilar.
En el caso del Síndrome de Estocolmo, esa inteligencia y capacidad, sobretodo emocional y estratégica, se vuelca en la manipulación de la víctima, a veces en sólo horas, para conseguir ser percibido como “el bueno” y que la propia víctima lo perciba como víctima. Se han dado muchos casos de, incluso uniones sentimentales entre victima y captor una vez liberada, cuidando del captor en prisión durante años, con total devoción y abnegación.
Por tanto, estos individuos tienen una capacidad exacerbada de conseguir de las víctimas lo que ellos necesitan para cubrir sus graves carencias. También en mi opinión, coincide con un narcisismo patológico que lleva a la necesidad de atención y adoración por la fuerza, producto de la tremenda inseguridad y falta de amor de estas personas, aunque obviamente exhiban una auto-estima superior. Recordemos que los narcisistas patológicos no admiten críticas ni disidencia, sofocándolas con agresividad en la mayoría de los casos, aunque hay variantes en las cuales su “educación” es exquisita aparentemente, ejerciendo su maltrato extremo de forma todavía mucho más difícil de evitar, pues sólo persiguen desorientar a sus víctimas para que se sientan extremadamente culpables y dependientes. Son explotadores emocionales.
El resumen de mi argumentario es que me parece perverso culpar a la víctima, pues en casi todos los casos la reacción es una protección, y en frente de elles tienen a alguien con una capacidad increíble para conseguir sus objetivos, totalmente irracionales. Eso nunca hubiese sucedido con otro tipo de persona. No podemos culpar a la víctima de ser maltratada, lo que es un error demasiado frecuente, ni justificar al maltratador por las circunstancias de su transcurso vital. Y en los casos en que la víctima no corta o no puede cortar los lazos… parece evidente que el captor es quien sigue desarrollando esa dependencia, que es mutua, por los motivos ya expuestos para ambas partes.
Una vez planteado el tema… ¿Nos atrevemos a establecer paralelismos con nuestro querido entorno BDSM?
Que cada une extraiga sus conclusiones.
Lifesurfer
Nota: No soy psicólogo, psiquiatra, criminalista, criminólogo ni criminalístico. Son opiniones personales basadas en información contrastada.